Luis Duarte: "La escritura hace que me pregunte, que cuestione lo preestablecido"

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Luis Duarte: "La escritura hace que me pregunte, que cuestione lo preestablecido"

28 Noviembre 2021

Por Hernán Casabella

Estudió periodismo y fue conductor del programa “Mano y contramano”, en FM La Tribu 88.7. Tuvo un bar en San Telmo, a media cuadra de Parque Lezama, donde solía leerle a los clientes mientras consumían. Publicó La Herradura de Freud (2013), Fósforos Gemelos (2014), Latigazos del Azar (2016) y Los guantes de Zaratustra (2018). En 2013 su cuento “El abordaje” fue seleccionado entre mil participantes, para integrar la antología 150 Microrrelatos. Homenaje a Julio Cortázar, editado por Gerüst Creaciones S.L (España). En 2014 obtiene el primer premio en el concurso: "Recordando a Monte Castro", con el cuento "La sortija de Roberto". En 2016 presenta en la Universidad Complutense de Madrid la reedición de Fósforos Gemelos con la editorial española MundiBook. Ese mismo año Latigazos del Azar obtiene el sexto lugar como mejor libro de cuentos del año en votación realizada por la página Selección Literaria. En 2018 su texto inédito “El Advenimiento”, es seleccionado en el concurso internacional organizado por Zetta Group (Venezuela) para formar parte de un libro digital. Desde 2018 da talleres literarios en el Club Villa Sahores. En 2021 estudió Guion cinematográfico en ETER. Suele viajar una a dos veces al año para donar sus libros y conocer a los trabajadores de las distintas Bibliotecas Populares del país. Piensa presentar un nuevo libro de cuentos en 2022.

Descotidianizar: Latigazos del azar, de Luis Duarte (2016) | Cultura sin  spoilersAgencia Paco Urondo: ¿Cuál fue el primer libro que leíste completo y sin obligación de hacerlo?

Luis Duarte: No recuerdo el primero que leí, realmente, pero sí el primero que me marcó. En el último año de la secundaria salía del colegio y me iba a leer cosas al azar. Hurgando me llamó la atención un título: Sobre héroes y tumbas. Pensé un método para poder leerlo: cuatro páginas por día –no más–, memorizar el número de página y retirarme con la cabeza gacha, en silencio. La historia me había capturado de tal forma que, por las noches, antes de dormir, cavilaba acerca del futuro de Martín y Alejandra; soñaba conocer el Parque Lezama, sus estatuas y sus bancos. Todo. Jamás crucé palabra con el librero; hasta llegué a pensar que yo para él era un fantasma. Mis viejos me veían algo raro pero no decían nada. En una cena, les conté cómo me había capturado un libro y les conté mi método. El viejo dijo “No seas miserable, tomá, mañana vas y te lo comprás”. Al otro día agarré el libro y feliz, le di la plata al librero. El me miró fijo un instante –que para mí fueron siglos–. Luego dijo: “Cómo te voy a cobrar un libro que llevás leído más de la mitad. Es tuyo”.

APU: ¿Los libros se leen hasta el final o se abandonan? (Si abandonaste alguno, ¿cuál fue y cuál es la anécdota que valga la pena?)

LD: Los libros son un recorrido con destino incierto, sé que hay un parada final, pero si el viaje dejó de interesarme me bajo en la primera parada, y sin saludar.

APU: Los libros, ¿se compran, se regalan, se prestan, se pierden, se devuelven, se venden, se roban?

LD: Los libros se compran cuando al no hacerlo la piel te lo reclama, se regalan a quien estás seguro de que no lo regalará, se prestan a quien te gustaría volver a ver, se pierden en la feliz memoria, se devuelven cuando te caen mal, se venden en el desierto intelectual y se roban solo ante la ocasión de pasar a la inmortalidad por hacerlo.

APU: ¿Cuáles son tus libros preferidos de la literatura argentina?

LD: Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sabato, Ficciones de Borges

Los siete locos de Roberto Arlt, Triste solitario y final de Osvaldo Soriano, Operación masacre de Rodolfo Walsh. La mayoría de los cuentos de Julio Cortázar y Abelardo Castillo, y te sumo los Diarios también de Abelardo Castillo.

APU: ¿Cuáles son tus libros preferidos de la literatura universal?

LD: Uf, cientos, pero improviso la siguiente lista: La insoportable levedad del ser de Milan Kundera, Cuentos de Edgar Alan Paul, Música para camaleones de Truman Capote, Crónica de una muerte anunciada de G.G. Marquez, Ana Kanerina de Leon Tolstoi”, Bartleby y compañía de Enrique Vila Matas, Aurora de Nietzsche, El nombre de la Rosa de Humberto Eco.

APU: ¿Hay algún personaje de la literatura con el que te sentís identificado?

LD: No sé si identificado, tengo que meditar bastante… pero siempre admiré desde muy chico la supuesta cordura de Sancho Panza, cuyo mérito mayor consistió en seguir a todos lados a un loco que atesoraba la idea de cambiar la realidad, que paradójicamente desembocó en la mejor ficción.

APU: Así de arrebato, ¿qué final te viene a la memoria?

LD: Uf… Va de memoria: “Pero a partir de hoy mi vida, toda mi vida, independientemente de lo que pueda pasar, no será ya irrazonable, no carecerá de sentido como hasta ahora, sino que en todos y en cada uno de sus momentos poseerá el sentido indudable del bien, que yo soy dueño de infundir en ella”. Ana Kanerina de Tolstoi. Brillante.

APU: ¿Cuándo comenzó tu gusto por la escritura?

LD: A los 20 años miraba la realidad como un espectador espantado. Supongo que ese espanto buscó su cauce creativo, no sé… y aunque no recuerde cómo ni dónde, sí sé por qué. La escritura, en mi caso, hace que todo el tiempo me pregunte, que cuestione lo preestablecido, que afloren aspectos que deseo volcar mediante palabras, frases, párrafos... Un texto, un libro, es el producto de las más profunda soledad. Considero que sólo se trasmite lo que sale de las entrañas. Un día me di cuenta qué juntando símbolos en una hoja drenaba parte de mi ser, me reciclaba. Esto habrá sido luego de la secundaria, antes de los 20 años, por ahí.

APU: ¿Tenés alguna rutina al escribir?

LD: Mi rutina es prestar atención, jugar al radar. A veces son imágenes, sonidos, alguna noticia del periódico; algo que me transporte. Cuando visualizo una historia se la cuento a Ricardo, mi amigo. Luego de reírnos mucho la cascoteamos sin piedad, la inyectamos de verosimilitud: sólo empiezo a escribirla si resiste, si logra permanecer parada. Muchas historias quedan por la mitad porque la canoa literaria está agujereada. Para escribir necesito que el día esté en pañales y a Piazzolla de fondo.

APU: ¿Tenés objetos fetiches que te sean vitales al momento de escribir?

LD: Objetos no, pero necesito como dije recién a Piazzolla de fondo o a una banda canadiense que acabo de descubrir: “Bob Moses”.

APU: ¿Lenguaje inclusivo en la escritura sí o no?

LD: Claro, inclusivo para quienes lo elijan, libre elección.

APU: ¿Cuál es tu opinión sobre las presentaciones de libros y los ciclos de lecturas?

LD: Considero que son espacios necesarios y vitales para aquellos que tenemos el placer irrefrenable de naufragar por las páginas.

APU: ¿Cómo se lleva tu literatura con el insomnio, con las noches, con los vicios?

LD: Digamos que bien. Como no tengo un método de trabajo definido, casi siempre mi largada es bien temprano, y se da como consecuencia de una idea que puede ser una frase, un sonido o alguna pata rota de la realidad. Cuando tengo algo que contarme, recién ahí pienso en cómo contarlo.

APU: ¿A quién relees periódicamente?

LD: Vuelvo mucho a Roberto Bolaño, Ernesto Sabato, Borges, Abelardo Castillo, en fin, muchos más, que son faros literarios.

APU: ¿Qué tres autores argentinxs reeditarías?

LD: Alejandra Pizarnik, Borges y Ricardo Piglia. Y permitime uno más: Manuel Puig.

APU: ¿Qué opinas de la literatura argentina de la última década?

LD: Que es de excelente calidad, sin duda. Acaso motivada no solo por el arduo y permanente trabajo de los autores y la circulación de sus textos, sino que además se han sumado una gran masa de lectores, y se ha producido una revalorización de la literatura, a mi entender. En este sentido hicieron su inmenso aporte las bibliotecas públicas, la educación y políticas culturales de Estado.

APU: A calzón quitado, ¿lees a tus contemporánexs o solo lees las contratapas?

LD: No, no, los leo. Mariana Enríquez, Selva Almada, Samantha Schweblin, Diego Muzzio, Pedro Mairal, Rodrigo Fresán, Mempo Giardinelli, por nombrar algunos.

APU: ¿Qué estás leyendo actualmente?

LD: Arqueros, ilusionistas y goleadores de Osvaldo Soriano. Pasiones y Obsesiones, secretos del oficio de escribir de Sandra Lorenzano, Cuentos Completos de Flannery O`Connor y Vivir, pensar, mirar de Siri Hustvedt.

Kiako Anich: Los guantes de Zaratustra de Luis DuarteAPU: ¿La simpleza en el relato de lo cotidiano en Látigos del azar constituyen la trama de la vida tal y como se les presenta a cada personaje o sencillamente es la decisión que tomás para hacer de situaciones cuestiones simples o lo simple se impone como forma de resolver estas cuestiones de manera lisa y llana?

LD: No lo pensé en realidad. Digamos que esos personajes no son otra cosa que personas comunes en situaciones extremas. Por alguna razón no muy clara, siempre he disfrutado del desconocimiento inquietante que encierra el devenir. Nadie sabe qué pasará en el segundo siguiente, sin embargo, creo que hay un instante donde fuerzas extrañas, apegadas a sus propias normas, inclinan la balanza de los hechos; cierta ignorancia puede ser el motor de una idea inmadura. Explorar ese enigma desde los textos no sólo me ha hecho preguntarme algunas cosas, sino, y sobre todo, pararme en el mismo lugar que un jugador frente a la ruleta: ese instante en que sabe (o sospecha), inevitablemente, que pasará a depender de su suerte.

APU: En la Herradura de Freud porque aparece la tensión como forma de resolución de cada situación, y cómo lo temporal se impone como rasgo común en cada cuento más allá de cada historia?

LD: Sí, coincido. Es mi primer libro de cuentos. Creo que la mayoría de esos textos intentan reflejar situaciones cotidianas -a veces, duras, otras, desopilantes- mostrar la condición humana en algunos de sus aspectos. El primer cuento, “La herradura de Freud”, (homónimo al título del libro): un jugador de fútbol, cuyo presente es de una vieja gloria en retiro, se resiste a ser transferido o ir al banco. El presidente del club, para no pagar el costo político que demandarían los hinchas si lo raja, pone un psicólogo para que hable con los muchachos del equipo. La maniobra es clara: convencer al ídolo de que tiene que dar un paso al costado, una contienda entre el azar (simbolizado en las eventualidades del futbol) y la psicología (simbolizada en los aportes de Freud). Intenté confrontar ambas fuerzas conceptuales en un cuento que sobrevuela varios temas de actualidad.

APU: En los guantes de Zaratustra el deambular de cada personaje ¿tiene como intención que la realidad se confunda con la imaginación, ahora bien porque el lector habita una platea en el que hay una mirada que lo condiciona como espectador y como si fuera a su vez un personaje más de cada historia?

LD: Me gusta lo que escribió Ema Filgueras en la contratapa del libro, creo que lo define mucho mejor que yo: “Una vez dentro del libro, el lector queda atrapado: es un actor más, y sin salida. Los personajes entran y salen, y provocan una cadena de sensaciones: rictus de dolor, carcajadas o lágrimas. Al lector-espectador no le importa, sigue para saber más, para llorar o reír más, para despertar en la alegría de la muerte o de la vida”

APU: En Fósforos gemelos la imaginación y la magia llegan a constituir al lector como partícipe, logras dimensionar la curiosidad y el contagio que generan en los curiosos que observan al lector como en estado de gracia, como una especie de lector-atrapado.

LD: Te agradezco el comentario. Se trata de mi segundo libro, contiene treinta y dos cuentos en los que creo que acerco al lector a la melodía del barrio, sus penas, el humor, también sus miserias. Hay cuentos crueles, hilarantes o melodramáticos, en los que villanos y anti-héroes apuestan sus vidas extremas en la ruleta de la ficción y donde el abismo los mira de cerca. En este libro, creo, gobiernan los matices, se expone a la locura como modo para comprender el entorno. Temas el egoísmo, la marginalidad, la sociedad de consumo, el amor no correspondido, son ramas del mismo árbol.

APU: ¿Habrá una novela, o un puñado de novelas cortas que centren la tensión en un episodio, que abordado desde diferentes miradas hagan un todo que comience y termine sin tantos desvíos o descarrilamientos como sucede cuando se trató de cuentos?

LD: Camino muy despacio por los rieles de una novela que empecé hace más de diez años. Tengo dos personajes varados en el sur que a veces no me dejan dormir, reclaman encender el motor y seguir viaje.

APU: ¿Qué es lo próximo que se viene de Luis Duarte, o en qué anda tu literatura?

LD: Si las condiciones sanitarias lo permiten, pienso sacar un nuevo libro de cuentos en 2022, y otro en 2023. Bueno, esa es la idea. Los dos primeros meses de la pandemia resultaron propicios para producir, he pasado largas noches frente a la computadora martillando el teclado.

APU: ¿La escritura puede aprenderse en un taller?

LD: No creo que te enseñen a escribir en un taller. Hay algo de uno que ya tuvo que haberse conformado para encarar esa misión, supongo. Sí creo que un taller es un excelente espacio para compartir textos, escuchar, tachar, abrirte a la opinión de los demás, descubrir nuevos autores o participar (quizás sin ser consciente) de una pequeña cofradía, esa que elije pasar sus horas sumergida en el goce provocado por la literatura como destino.