Lo sombrío en la casa: "Las cosas ínfimas", de Antonela Vulcano

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    Antonela Vulcano
NOVEDAD

Lo sombrío en la casa: "Las cosas ínfimas", de Antonela Vulcano

28 Septiembre 2025

El nuevo libro de Antonela Vulcano, Las cosas ínfimas, publicado por Tiempo de Parque Ediciones es una obra de lo monstruoso y se inscribe en la historia de la Literatura Argentina a partir de algunos aspectos que me propongo detallar en este breve texto. Antes de ello, mencionar que el libro se divide en tres apartados. Los años venideros, lo improbable y el abrigo de los animales.

No se puede comenzar un recorrido por la obra sin un breve análisis del título. Leopoldo Lugones sostenía que cada palabra es una metáfora en términos de que antes significó otra cosa. Y podemos estar de acuerdo con esa idea. La palabra cosa inaugura el título y proviene del latín -causa-. Y, de alguna manera, la metafísica que acompaña esa palabra es vital para el reunir los significados que aquí se expresan. Sobre todo pensando que se hace un oxímoron con la palabra ínfimas que en su etimología significa “lo más bajo” y que fue convirtiéndose en sinónimo de pequeño. Podríamos estar, entonces, frente a las Causas Discretas, aquellas que no se pueden decir en voz alta y que están condenadas al murmullo para ser transmitidas de esa forma de generación en generación.

Desde ese lugar, como bien advierte Carrazana en la contratapa de la obra. Cito: detalles que en el sueño delatan el error y quiebran lo familiar, atravesados por un tono sombrío y sutil. Creo que lo importante de los conceptos es definirlos. Así que, en ese caso, nos proponemos hacer una lectura ampliada de esta perspectiva.

Retomando la idea, este libro se hace parte de la Historia de la Literatura Argentina en términos de que, lo que es anécdota es también memoria y la memoria tiene un pie en la historia. Memoria y horror se cruzarán y harán una historia. Se retoma la idea del “Ángelus novus” o  “Ángel de la historia” de Walter Benjamin. Y como diría Santiago Sylvester: No se escribe para recordar lo que pasó, sino para pasar de nuevo por algún sitio. Nos proponemos pensar, entonces, qué aporta este libro a la idea de memoria. Y lo que aporta es la inconclusión, la marca de que lo que ocurre, una vez ocurrido, queda abierto para siempre. Cito: En mis pupilas/ se ve/ la caza/ mi madre y mi abuela haciendo el ritual/ de comerse entre ellas// escupen mis restos/ y entiendo// aún no/ las he digerido. Desde esa perspectiva, la poesía funciona como un artefacto para revelar, lo que aún no fue revelado en el transcurso del tiempo. Solo entonces lo que no podría revelarse, se revela a través de la actitud creadora, no como cosa quieta, sino en pleno desenvolvimiento. 

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Libro Las cosas ínfimas

Se debe mencionar, en primera instancia, que éste, en apariencias, es un poemario de la anécdota. Y la anécdota, según mi opinión, tiene un doble camino: hermetismo por exceso de intimidad o una profundización por acierto de universalidad. En el segundo plano se mueve la obra de Antonela Vulcano: ficcionaliza lo que solo ella puede ficcionar. La autora logra construir, a través de estos versos, un aparato de sentido único, y me refiero a particular. Lo hace separándose de las nociones inocentes de belleza. La belleza, para la autora, no es amable ni benigna; es una fuerza natural, amoral, más allá del bien y del mal

El día que me dejaron arriba de un árbol/ yo no sabía gritar

En el primer apartado, titulado Los años venideros, lo humano nunca avanza hacia el lugar común, sino que, por el contrario, se construye una belleza demasiado compleja. El “yo” poético se pierde en las memorias de lo que pareciera ser un infante. Y un infante, por naturaleza, está privado del lenguaje. Algo de esto retoma Vulcano. La construcción de una coherencia cifrada en el poder de lo que no se puede nombrar por completo. El horror bordea a cada poema. Y en esa línea, la palabra borde es importante porque como planteaba Carver la poesía nunca puede hacerse a través de un hecho, sino en lo que queda en el rabillo del ojo cuando miramos ese hecho.

En el segundo apartado titulado Lo improbable, el “yo” poético nos hace recorrer la memoria con cierto esbozo de esperanza. Incluso ante lo devastador, sigue esperando. Cito: Madre/ el tiempo da saltos/ que parecen nidos. La poesía no tiene que ver, necesariamente, con la representación de hechos reales, aunque en estos tiempos parece ser así. Sin embargo, Vulcano, en una escritura que rompe con la volatilidad actual, propone el ejercicio de la poiesis: verdadero ejercicio de creación. El punto clave está en la no pretensión. El punto articulador está en la Errancia. Errancia como posibilidad de encontrar lo no visto. Después de todo, Depardón dijo: En la errancia fui feliz, porque no tuve que aportar ninguna prueba. 

Finalmente, en el apartado El abrigo de los animales, que es el que cierra el libro, la poesía trabaja en la refundación de significados. La noche, la oscuridad, los animales salvajes, lo inmóvil, son los elementos que resuelven la belleza hacia una delgada línea entre lo terrible y lo justo. Así, nuestra autora se mueve como una voyeur de lo humano, como una demiurgo que intenta reunir la diáspora de la historia familiar que, por efecto universal, será la historia de todas las familias. Cito: escucho y observo/ soy una cazadora y tengo hambre.

Dice Leminski que la lengua ama a sus poetas, porque en ellos encuentra todas sus posibilidades de realización. Desde esa perspectiva, Vulcano entabla una relación pasional con el lenguaje, una relación que, aunque en estos tiempos esté en baja, vale la pena emprender por dignidad y por la responsabilidad ética del artística. Démosle la bienvenida a este libro que aportará a la Literatura Argentina una nueva forma de leer la memoria, de leer la historia y de percibir el horror.


24

Madre
rompí ese jarrón
huérfano
en el que guardabas
las cosas ínfimas
que sostenían la casa

Madre
el tiempo da saltos
que parecen nidos

porque a veces yo también
me acerco a esas puertas
como si no fuesen
mi hogar
como si ocultaran burla o plomo
en vez de mantas
como si procurases alejar de mí las cosas pequeñas
que me las puedo tragar