APU en Curitiba: desde la línea de frente

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APU en Curitiba: desde la línea de frente

13 Abril 2018

Por Santiago Gómez
Desde Curitiba

Cuando la noche entra, cuando no suenan los discursos en los parlantes, viajo y siento que estamos en la primera línea del frente. La calle es una trinchera, de la vereda que da a la central de la policía se ubican la mayor cantidad de barracas y militantes. A ciento cincuenta metros el enemigo. El enemigo no, los soldados del enemigo. Los soldados de ellos no tienen consciencia de clase, los mandan y obedecen. Acá está parte del segmento más consciente de la sociedad. Hay que estar muy convencido de por qué se lucha para venir con setecientos a pararte a cien metros de un edificio lleno de armas y vos con banderas, cámaras y celulares.

La mayoría son viejos veteranos, algunos la pelearon en la dictadura, la mayoría milita el PT desde los ochenta, hay varios que están entre los fundadores del partido en sus provincias, municipios.  Pocos jóvenes hay y no saben lo que es ser reprimido en una manifestación por el gobierno nacional. Los del MST saben lo que es ser reprimido gobierne quien gobierne, ellos disputan la tierra. Antes de que mataran a Marielle mataron decenas de dirigentes rurales. Esa matanza nunca paró. El PT en el gobierno tampoco puede evitar las milicias en el interior de las provincias. El Estado sólo puede llegar con la policía y la justicia cuando la persona ya está muerta, en la soledad del monte no hay cómo evitarlo.

Son las siete y media y se escuchan los gritos y la voz de una mujer que habla en el micrófono frente a unas cien personas que la rodean para escucharla. Colchones inflables van y vienen por la calle, los compañeros se preparan para dormir, los platos descartables con arroz con pollo, feijão, farofa y rojadas de tomates pasan siempre en la misma dirección, vienen de la cocina que el MST montó en la vereda, frente a uno de sus micros. Dejaron de alquilarlos y compraron con qué viajar.

A esta hora ya no somos las cinco cuadras de acampe que éramos esta mañana, la tropa se desplegó tres cuadras más. En el micrófono un compañero dice que la prensa puede trabajar tranquila, pero que la seguridad es responsabilidad de la militancia. Hoy dos jóvenes de veintipoco, pelo corto, raya al costado, jeans y la remera adentro aparecieron para filmar. Uno tenía un audífono en la oreja de los enrulados, como los que usa la policía. Antes de ayer un infiltrado agredió a Manuela D’Avila, la candidata a presidenta del PC de aća.

Jubilados, jubiladas, dirigentes arriba de los cincuenta son la mayoría. La mayoría de los jóvenes presentes son del MST. La juventud de los partidos está en la universidad, no quieren perder días de clase. Estoy invitado para hablar de América Latina en un campamento de la juventud del PT el sábado en Florianópolis, no lo suspendieron. Varios dirigentes del PT siguen pendientes de sus campañas políticas, este año precisan renovar sus bancas.

El acto en la esquina está por terminar, ya le dieron el buenas noches a Lula que seguro escuchó, como informan sus abogados que escucha cada saludo y canción que la militancia le envía. Los compañeros y compañeras se preparan para dormir. Cubren las carpas con lonas de plástico negras, un compañero de Santos se acerca a la barraca de Santa Catarina a pedir plástico para tres compañeros que acaban de llegar y no tienen lugar en la carpa. La noche va a ser más fría que la anterior y se espera que en los próximos días la temperatura baje. Con un amigo nos vamos a dormir a una casa solidaria, queremos acostarnos y levantarnos temprano para mañana a las nueve estar de nuevo ahí para darle el buenos días a Lula.