Sebastiano Mauri: “Empecé a hacer ceremonias de ayahuasca y llegué a una mayor conciencia de lo interconectado”

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Sebastiano Mauri: “Empecé a hacer ceremonias de ayahuasca y llegué a una mayor conciencia de lo interconectado”

29 Junio 2025

El escritor, artista visual y director de cine de origen italo-argentino Sebastiano Mauri acaba de lanzar La nueva tierra. Un viaje chamánico en busca de la propia identidad, publicada por Adriana Hidalgo Editora.

Leone llega al Amazonas a pedido de su prima Nur. Se adentra en un mundo fuera del tiempo: el tiempo de la ayahuasca. Entre viajes al interior de su mente y de su cuerpo, en comunión con los espíritus animales y gracias al diálogo con una voz, debe librar una lucha contra sí mismo poniendo todo en duda; su trabajo como guionista, una relación sin futuro, la identidad construida alrededor de una masculinidad toxica. Mauri conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre esta novela intensa, una verdadera experiencia chamánica.

Agencia Paco Urondo: ¿Quién es Sebastiano Mauri?
Sebastiano Mauri: Es una buena pregunta que me hago todos los días y la respuesta va cambiando. Hasta en mis novelas tengo dos alter ego distintos, ambos son una manera mía de tratar de responder esa misma pregunta. Hay 10 años de diferencia entre una y otra novela. La respuesta va cambiando y la misma pregunta es la que uno tiene que hacerse continuamente. En mi caso, siempre huí, me escapé de tener una respuesta única. Siempre tuve terror de ser una sola cosa. En mi trabajo soy artista plástico, pintor, fotógrafo, escultor. Luego hice cine, radio, escribo novelas, también soy periodista y ocho mil cosas. Después, soy mitad italiano y mitad argentino. Viví 15 años en Nueva York, tampoco la idea de casa es muy clara. Mi vida, mis afectos, mi familia están desparramados en tres continentes.

Uno es el resultado de todo esto. Quizás se pueda contestar esa pregunta el día que uno se muera y hacer un balance total. Espero todavía tener sorpresas en la vida, hacer cosas que no me imaginaba hacer y hacerlas, quizás agregar otro país, otro idioma.

APU: ¿La vida es como un libro? ¿Hasta el último capítulo la vida la puede crear, escribir uno mismo?
S.M.: Si creés en la reencarnación, tampoco cuando te morís la vida está acabada, solo es una etapa.

APU: ¿Cómo fue el proceso de escribir La nueva Tierra?
S.M.: El libro viene de una experiencia sucedida en 2014, la escribí unos años después. Fui traído por una prima mía, como pasa en la novela, al Amazonas peruano, y no estaba preparado. Empecé a hacer ceremonias de ayahuasca, recibí varios mensajes que describí en el libro y llegué a una mayor conciencia de lo interconectado que es todo, una mayor conciencia del frente ecológico, de la urgencia de los problemas climáticos. Viendo cómo iba el mundo, en un cierto punto sentí la necesidad, por lo menos, de tratar de compartir esos mensajes, de vivir esas experiencias.

Además, tras ese viaje a la Amazonía continuaron las ceremonias. El fin del curandero es que no podés curar a los otros si no te curás a ti mismo. Lo contrario de un doctor, que te puede decir que pares de fumar mientras él fuma tres paquetes de cigarrillos todos los días. Si la curandera está perfectamente curada pero es dependiente del celular, no va a estar segura de curarte con esa dependencia.

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Tapa la nueva tierra

APU: Hay un diálogo del personaje Leone con su prima, donde le habla de sus problemas, de los conflictos del cambio climático y ella le contesta “no quieras cambiar al mundo, cámbiate primero a ti mismo, y después vas a poder cambiar al mundo”. ¿El cambio de Leone no es externo, sino interno?
S.M.: Sobre todo es interno. Esa es la idea: que para pensar en poder curar a otros —quiere decir, porque suena muy importante— curar a otros es ser una influencia colectiva. A veces, la medicina que tenés para ofrecer a una persona puede ser simplemente escuchar, tu presencia física, de afecto, de atención. No tienes que hacer magia. Pero si, por ejemplo, vas a visitar a tu abuela para pasar un rato con ella porque pensás que tenés que hacerlo y te toca y no tenés ninguna gana, y entonces a cada pregunta contestás con dos palabras, mirando el celular y no ves la hora de salir de ahí, probablemente lo que perdiste sí fue tu tiempo, pero el tiempo no dio nada. Todo lo contrario: la sensación de hacer preguntas inútiles, de contar algo que no te interesa, de tener ganas de irte. Por ejemplo, el cambio climático tiene que ver con lo que necesitamos, resolver los temas de nuestra sociedad que nos trajeron hasta acá. Empezando por el sistema patriarcal.

Si sos el primero que te manejás siguiendo todas las reglas de la masculinidad tóxica, por ejemplo, por cuanto te profesás de una manera, terminás cometiendo muchos pensamientos o acciones y emitiendo energías sexistas. No importa que vayas a contarlo con otro color, no estás ayudando a ese tema.

La ayahuasca, los curanderos en general, te incorporan siempre a empezar a trabajar en ti mismo. Si lograste algún cambio en ti, un nivel de mayor honestidad contigo mismo, ahí tenés la posibilidad de conseguir un cambio en otros, de mayor nivel de honestidad con los otros.

APU: La ayahuasca ¿es sinónimo de solución de los problemas? ¿Qué es? ¿Una droga?
S.M.: Desde el punto de vista físico, es un cocido de dos plantas. Una es la planta de la ayahuasca, la otra —generalmente son dos—, la chacruna, que tiene el principio psicoactivo de la ayahuasca: el DMT. La otra tiene unos inhibidores. Cuando llega una dosis de DMT externa al cuerpo, le anula el efecto, mata el efecto del DMT.

La ayahuasca puede dormir esas enzimas y el efecto del DMT puede durar un par de minutos o varias horas. Es importante decir que no es una droga.

El DMT es una sustancia endógena en nuestro cuerpo, la produce naturalmente en las noches cuando estamos soñando. Es la glándula pineal la que manda círculos de DMT en nuestro cuerpo y nos manda al mundo de los sueños, nos hace soñar. Cuando estás tomando DMT a través de la ayahuasca es lo mismo: están enviando dosis para soñar, pero estás soñando mientras estás despierto, y en otro momento estás dormido. No crea dependencia, no hace ningún daño físico. Una mujer embarazada puede tomar ayahuasca para el niño.

APU: ¿Tiene un uso sanador?

S.M.: Uno de los usos más comunes de la ayahuasca para los occidentales es liberarse de las dependencias. Se usa mucho para la dependencia del alcohol o cualquier tipo de droga, pero también dependencia de un nivel afectivo tóxico. La planta maestra quiere mejorarnos como seres humanos y limpiarnos de todo lo que nos hace daño, para que tengamos una vida más sana y más honesta. Cuando te pasa esta experiencia, que se tiene de ser parte del todo, te hace ver lo que hace la física cuántica, que está mostrando que somos todos campos energéticos, que la energía de unos se entrelaza con las energías de otros. Esto vale para los seres humanos y los no humanos, como los animales y las plantas, en todo el campo energético. Todo esto es lo que ves durante las ceremonias de los sueños a ojos abiertos. Esto sirve para tener un ser humano más respetuoso del medio ambiente donde estamos todos interconectados.

“Es como imaginarse estar en Nueva York con todas las luces, carteles y propaganda, pero de la naturaleza”.

APU: Leone define la Amazonas como la mayor biodiversidad del planeta. ¿Qué experiencia enseña la selva?
SM: Es como imaginarse estar en Nueva York con todas las luces, carteles y propaganda, toda esa vista y versión, pero de la naturaleza. La selva es el lugar y la prueba viviente de que un buen equilibrio puede hacer existir una gran cantidad de especies todas juntas. Cada una tiene su rol y hay toda una cadena alimenticia, que uno se come al otro, pero lo interesante es la colaboración entre todos. Todo funciona gracias al resto. Es mucho lo que las plantas hacen de colaboración desde sus raíces, desde el punto de vista del cambio de información.

Lo que te enseña es la red que nos engloba a todos, la necesidad de estar colaborando y no compitiendo. Es lo que nos mantiene de pie, distinto a la cultura del individualismo. No podés hacer mal a los otros sin hacerte mal a vos mismo. No podés hacer el bien a los otros sin hacerte bien a vos mismo. Es otra manera de decir que hacer el bien al otro es un reflejo de sí mismo. No podés envenenar al agua sin envenenarte.

APU: -Hay una frase en tu libro que dice: “Qué vida absurda vivimos. Cuanto más avanza el progreso, más crece nuestra alienación y nuestra incapacidad de percibirla”. ¿Hay un pesimismo del futuro?
SM: Para mí es realista, y de hecho, el realismo es la base de cualquier pensamiento positivo. Si no encarás la realidad de dónde estás, de reconocer el problema, sería como decirle al alcohólico, el primer día de los encuentros anónimos, que cuando logra sentarse y dice: “Sí, soy Sebastián y soy alcohólico”, ponele, es un ejemplo, sería muy pesimista admitir que sos alcohólico. Ya sabemos que las pantallas nos sacan algunas capacidades, perdemos mucha capacidad, hay mucha alienación. Voy al mar, donde antes jugabas en frente de la playa, hoy en día vas y todos están sentados con su celular. No sé si se dieron cuenta o no saben qué pasó sobre este cambio generacional.

No tener miedo a su autodiagnóstico, no verlo como pesimismo, es el primer paso para hacer algo, estar consciente. No es que me salvo de la experiencia del celular o acuso a los otros. Es como el curandero: no te voy a curar tu adicción al celular porque no me curé a mí mismo. Acá, banalmente, en mi vida en Buenos Aires, solo tengo número de Italia, por lo tanto para conectarme necesito señal y se me reduce muchísimo la cantidad de uso. Solo la necesidad de tener que conectarme a un café para tener wifi. Si hablo con amigos, comunico con ellos todo lo que tengo que comunicar. No pasa nada si estoy desconectado por tres horas. Es mejor pasar más tiempo conectado con la realidad.

APU: En un capitulo aparece una frase de C. Jung: “Nadie se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente su propia oscuridad”. ¿Lo relacionás con la temática de la máscara y de la crisis de la mediana edad? ¿Es parecido a lo que le sucede a Leone?

S.M.: Sí, se puede comparar con la relación del querer ser con el deber ser. Estamos siempre entre el uno y el otro, y es una lucha constante entre ser honesto o acomodarse a la persona que tenés adelante, a las que tenés alrededor, ser lo que pensás que los demás esperan de vos. Muchas veces, el deber ser para que los otros estén contentos te hace perder tu autenticidad. Finalmente, cuando compartís tu verdadero ser con los demás, también es un gran regalo para los otros.

APU: Leone reprime su parte femenina, y esa es su búsqueda, es el viaje.

S.M.: El curar la herida de su parte femenina también tiene un valor personal y universal, porque la herida con la parte femenina es lo que tiene que curar la sociedad entera, que es patriarcal, que pone los valores femeninos en segundo plano. Desde un punto biológico, lo que nosotros llamamos como roles femeninos —de ocuparse de los más débiles, que le damos a lo femenino en esta sociedad— son los que necesita la naturaleza.

Es una parábola que tiene que cerrar la sociedad. En el sentido de mi personaje, y eso tiene que ver con mi propia experiencia, tuve que reconocer toda la masculinidad tóxica que era parte de mi vida, ver mi historia, tratar de hacer paz con todo ese rechazo por la parte femenina, que es el mismo que actúa la sociedad. Hay que ver las personas y las sociedades como si fueran un pájaro con dos alas: una la parte masculina y la otra la parte femenina. Si estamos entrenados todo el tiempo atados a una sola ala rechazamos la parte femenina, todos los sentimientos que el hombre no puede expresar.