Ebel Barat: "La literatura es para todos, pero requiere esfuerzo, trabajo y disciplina"
AGENCIA PACO URONDO dialogó con Ebel Barat poeta, narrador y guionista por su nuevo libro Asignaturas terrestres editado por Paradiso. Entre sus obras se encuentran Rosario viaja con perros, La abruma y los pasos, y Los perros de Amazonas, publicados por Homo Sapìens.
Ebel Barat nació en la zona sur de Rosario, en el barrio de Saladillo, en una familia de clase media. Su madre era licenciada en Filosofía y Letras, por lo cual tuvo acceso a una biblioteca importante. De ahí su enamoramiento por la literatura y poesía. Se define como narrador pero desde el principio empezó con la poesía. Asignaturas terrestres es el tercer poemario que publica. Ebel da clases de literatura en talleres literarios en la librería Homo Sapiens de Rosario y en la Biblioteca Municipal de Funes.
APU: ¿La narrativa y la poesía están separadas de alguna manera?
Ebel Barat: La separación es un poco peligrosa porque la narrativa conlleva poética y la poética puede ser una poesía narrativa. Siempre me acompaña la poesía, siempre voy escribiendo en clave de poesía: de ciertos temas, ciertas observaciones, ciertos pensamientos, ciertas experiencias.
APU: El poemario es variado, y tiene muchas cosas en común cada enumeración. ¿Cómo lo empezaste a escribir?
E.B.: Lo hice en forma de enumeración como recurso poético de cosas que uno va armando, que son necesarias, que nos atraviesan a todos como la tierra, el aire, la sequía, el fuego. También iba componiendo sonetos. Decidí darle una gran parte a ese tipo de poesía.
APU: ¿Escribís en papel los poemas?
E.B.: No. Si tengo algún verso que me parece feliz lo puedo anotar en el celular y tratar de memorizarlo. La memoria es muy peligrosa, uno dice “no me voy a olvidar” y se lo olvida. Trato de anotarlo y luego trabajo con la computadora. Ya perdí el hábito de escribir con pluma, y la verdad es que la computadora te permite corregir. Uno ya se pone canchero con el Word y ahorra tiempo. Es difícil escribir con pluma aunque tiene una mística: los escritores parecen que entran dentro de sí mismos. Tiene un tono más romántico y existencial, pero te aseguro que con la computadora también se ejerce un ritual, también uno puede meterse dentro de sí mismo y tratar de expresar ese mensaje que necesita de otros para que se cristalice: necesita tanto del escritor como del lector.
APU: ¿Te definís como artista marcial?
E.B.: Es un concepto literal porque soy profesor de taekwondo. Llevo puestos ciertos principios del arte marcial que aplico a la literatura, en particular el de la perseverancia: los escritores que no somos genios ni mucho menos tenemos que apelar a un trabajo disciplinado, y eso el arte marcial lo tiene, lo enseña como un modo de vivir. De hecho, el arte marcial es mejorar la condición humana y conservar la propia vida.
APU: Es una disciplina aplicada a la propia vida y a la escritura…
E.B.: La palabra disciplina no se casa a priori con lo que se denomina la inspiración artística, la iluminación, etc. Pero, sin embargo, cualquier método de trabajo de la gran mayoría de los escritores, vas a recibir una respuesta basada en la disciplina, el ritual, los horarios. Es igual a mi trabajo: yo escribo de mañana, y esto que te digo lo vas a encontrar en un montón de escritores. Es un oficio. Como dice Picasso, puede que la musa llegue, pero es bueno que te encuentre trabajando. Puede ser una linda paradoja: a lo mejor tenés esa iluminación en otro lugar y, si no tomaste nota, la perdés. Y a veces, estando en el lugar —ese santuario que es donde escribís—, estás ahí, no pasa nada, y de golpe se presenta un filón, como el minero que está buscando y lo encuentra. Y ahí se va produciendo, se va cristalizando eso que buscabas. Ahora bien, lo que define si la obra es valiosa, bella y produce dicha son los lectores: ellos son tus interlocutores, quienes te dicen si está bien.
APU: ¿Cualquier persona si se lo propone, puede escribir, puede expresarse a través de las palabras?
E.B.: Voy a apelar a una frase: no quiero vender frutas. Sí, se puede, siempre y cuando se trabaje alrededor de eso. O sea, hay que ejercitar. No se puede jugar un partido de tenis si nunca agarraste una raqueta, hay que empezar a practicar. Lo mismo pasa en la literatura: tenés que conocer los códigos, tenés que leer, estudiar, ir probando, someterse a exámenes, es decir, a talleres, a la crítica, a la edición. Y como los oficios, requiere de tiempo. La literatura se asienta, se consolida a través del tiempo como cualquier profesión. La literatura es para todos, pero requiere esfuerzo, trabajo y disciplina.

APU: En una entrevista respondiste: “Todo lo que la vida te ofrece merece ser escrito o contado, festejado".
E.B.: De hecho, el arte y en particular la literatura artística, que es la que intento ejercer, no tienen un tema en particular. Es aquel tema que a vos te afecte, que te conmueva, que te penetre, que te atraviese. Puede ser una naturaleza muerta en caso de ser pintor, puede ser un paisaje, puede ser una escena amorosa muy cargada, con mucha tensión sentimental. Desde el principio se enfrentan, por supuesto, las cosas que te elevan el espíritu, como el propio amor —que también está trabajado en la literatura—, el amor erótico, el amor fraternal, los paisajes, las anécdotas, los abrazos. Es decir, una flor. Los temas universales pueden ser material para ser trabajados poética y artísticamente.
APU: ¿Puede ser lo agradable y lo desagradable, no solamente lo bello?
E.B.: Los seres humanos llevamos lo agradable y lo desagradable, lo alegre y lo triste. Lo más humorístico puede ser material de arte, igual que lo trágico. Normalmente, los escritores se enfocan en temas dramáticos y problemas existenciales relacionados con la angustia. Algunos, como Fosse, decían que escribir es una forma de rezar. La angustia y lo no resuelto suelen ser temas predominantes, aunque también la literatura explora lo humorístico. Lo bueno, lo malo, lo trágico, lo alegre y lo triste, son materiales con los que se puede trabajar en la literatura y en otras artes.
¿Sabés lo que decía Piazzolla?: "Yo estoy feliz en compañía de la tristeza". Es una frase poderosa, casi una negación, una propuesta antiestética que, sin embargo, genera arte. Desde la tristeza, puede surgir belleza y hasta una sensación de dicha o placer estético. La belleza, de alguna manera, puede exorcizar la tristeza, ayudando a elaborarla y transformarla en algo que beneficie al ser humano
APU: Referido al poema sobre Cuba: ¿la poesía tiene mucho de melancolía?
E.B.: Yo diría evocación y reflexión. Cuba es un símbolo: para algunos, falta de libertad; para otros, lucha y soberanía. Es una isla bella y contradictoria: de escasez pero dignidad, pueblo ilustrado sin analfabetismo, aunque con viviendas deterioradas. Lo indigno es no reconocer sus logros. Defiendo que Cuba decida su destino sin intervenciones externas: si cambia o sigue igual, es decisión suya.
El poema que escribí no solo destaca los avances alcanzados, también menciona las carencias. En ese sentido, es un testimonio, pero sobre todo un homenaje a Cuba y a su compleja realidad.
APU: ¿Algún poeta o escritor que te haya marcado en tu forma de escribir, o que te haya cambiado la mirada hacia otros mundos y visiones?
E.B.: Soy un escritor que vive leyendo, y fueron justamente esas lecturas las que me fueron moldeando. Cada autor deja su huella: algunos me generan una profunda admiración, otros menos, pero todos aportan algo a mi prosa.
En la literatura argentina me marcaron Borges, Bioy Casares, Roberto Arlt y Julio Cortázar, tanto en narrativa como en poesía. De otros países podría nombrar a Marguerite Duras, a Yourcenar y, por supuesto, los clásicos como Don Quijote, que pese a la distancia en el tiempo sigue siendo cercano y siempre enseña algo nuevo. También me interesa la literatura contemporánea: suelo leer a los premios Nobel —con distintos grados de afinidad— y autores como Michel Houellebecq, que me resulta muy valioso aunque no siempre coincida con él. Entre los argentinos actuales, destaco a Héctor Tizón.
Cuando uno lee mucho, como parte del oficio y también del placer, todo se mezcla y permanece en uno. Y quisiera resaltar a alguien que no suele considerarse escritor en sentido estricto: Joan Manuel Serrat. Para mí, es uno de los grandes poetas de nuestra lengua. Sus letras, incluso sin música, se sostienen como verdaderos poemas; algunas son auténticas obras maestras.
APU: Como coordinador de talleres de lectura y escritura en bibliotecas, ¿qué tan importantes son estos espacios de encuentro?
E.B.: Los talleres literarios son una tradición muy fuerte en la Argentina. Pero más allá de lo técnico, los talleres tienen un valor social enorme. Ofrecen un espacio de ilustración y de expresión artística que todos necesitamos. No se trata solo de acumular conocimiento, sino de formarnos como humanistas. Incorporar filosofía, arte y belleza nos ayuda a comprender mejor al género humano y a desarrollar mayor empatía hacia los demás.
Hoy hay divisiones tan tajantes, y cada fracción se asigna el conocimiento de la verdad. Bienaventurados los que creen tenerlo claro, porque —como decía Serrat— de ellos es el reino de los ciegos. Todo lo que esté relacionado con el arte y la educación, con la literatura, con la lectura, con el análisis, es necesario para la condición humana.