Poesía: “Tilda (o los animales saciados)”, de Tamara Padrón Abreu

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Poesía: “Tilda (o los animales saciados)”, de Tamara Padrón Abreu

14 Noviembre 2021

Por Victoria Palacios | Foto: Liliana Campazzo

Por decisión de la autora, el artículo contiene lenguaje inclusivo.

Tamara Padrón Abreu nació en Miraflores, barrio pegado al mar en la ciudad de Lima, Perú. Vivió veinticinco años en Buenos Aires y desde hace doce en San Martín de los Andes. Es Profesora en Letras, docente, editora, militante, trabajadora de la cultura. Publicó los siguientes libros: Esquina sin ochava (1999), Andenes (2003), Los días en la Selva (2016), Migraciones, la vida se desliza con facilidad (2018), Es tiempo de soltar la lengua/ poemas despenalizantes (2019), Tilda o los animales saciados (2021). También formé parte de distintas antologías, la última está siendo Nos queda el mundo (algún poema tiene que haber), editado por la Casa San Martín de los Andes de la Colectiva de Escritoras Patagónicas.

 

AGENCIA PACO URONDO: ¿Sobre qué trata el libro y cómo comenzaste a escribirlo?

Tamara Padrón Abreu: Algunos poemas de TILDA – o los animales saciados- (Ediciones de la Grieta, Serie Les Desatormentades) tienen algunos años, sus primeras versiones son de 2018; cuando junto con Constanza Fort los sacamos a la luz, como borradores 8 (queda mejor work in progress o ensayos abiertos, ja) en unas postales que conjugaban sus fotografías y algunos de mis poemas. Luego vino Es tiempo de soltar la lengua y ese proyecto colectivo y feminista hizo que todo lo demás quedase en el freezer por un largo tiempo.

Con la pandemia volví a aquellos textos guardados y a las obsesiones de siempre, no tengo muy en claro cuáles son, pero giran en torno a lo que se descompone y de pronto ya no está, a la condición animal de los cuerpos, a lo que escapa a pesar de la maquinaria cotidiana o pese a ser aplastado, nos mira altivo desde el suelo y sonríe. Una nunca sabe del todo sobre qué escribe, al final de cuentas.

Gracias a la posibilidad de una beca, pude participar en una clínica de producción de obra con la admirada poeta chilena Malú Urriola. Entonces volví a aquellos primeros textos, los dejé crecer y apareció de apoco la figura de Tilda como un espacio recurrente, como alter ego, como construcción fantástica, como obsesión, como metáfora de vaya a saber qué cosa. Fue Malú la que sugirió que continuara explorando en esa dirección a ver qué tenía que decir desde ese territorio constituido a partir del juego con la actriz inglesa. Imaginarle una familia, un matrimonio fallido, sus paseos por la costa de Quilmes o las playas del Huechulafquen es algo de lo que sucede en los poemas que componen Tilda.

La poesía siempre necesita un otre. Justamente por eso quiero agradecer a Florencia Nobre que hizo el diseño de tapa con todo ese glam ochentero que llevamos adentro y a Julieta Santos por su ojo atento con las correcciones. Un libro es un trabajo de muchas manos. Y también a la editorial, Ediciones de La Grieta, que confió en la potencia de un poemario delirante. Dice en el prólogo Malú: “La hablante sueña a Tilda en una gasolinera cercana a Iowa mientras aguarda unos huevos estrellados, una taza de café y un poco de humana dulzura. Se sitúa en un segundo plano, tras los artefactos de la poética y los elementos del verso, desde donde observa a la actriz inglesa como quien vigila a un animal cercado entre la ruina y los antecedentes del desastre familiar, con su listado de pérdidas y desoladoras ternuras.”

APU: ¿Qué te motivó a elegir a Tilda Swinton como interlocutora interna en el libro y en el arte? Me parece increíble que tenga tanta dinámica, que no sea un objeto estético clausurado, qué esté ahí presente…

T.P.A.: Todas amamos a Tilda o queremos tanto a Tilda (como diría Julito). Como dije antes, resulta extremadamente difícil tomar conciencia del propio proceso creativo. Tilda desde siempre ha despertado mi curiosidad y también, apasionada, admiración. Creo que digo algo así en uno de los poemas, ella es portadora de un cuerpo que desborda, transmigra, no con límites, etiquetas o géneros. Siempre pienso en ella y en Bowie como la tercera cara de una moneda. Desde la vampira perdida en los corredores de Marruecos o deambulando por las calles apagadas de Detror en Solo los amantes sobreviven de Jarmush o esa increíble madre en Tenemos que hablar con Kevin, ella ejerce una fascinación extraña. Pienso que se trata de la misma fascinación de los animales salvajes cazando a toda velocidad en la sabana. Resulta imposible apartar la vista.

APU: ¿Cómo se relaciona el deseo con la voluptuosidad?

T.P.A.: ¿En la vida? ¿En la poesía? Como si hubiera diferencias. Hablamos de deseo y siento como me voy alejando metro a metro del zen y la filosofía budista. Me gusta imaginarme como una máquina deseante. A veces el deseo y la voluntad se alinean y trabajan juntas. Esos momentos son sublimes, aunque escasos. No todo el libro está atravesado por Tilda (o sí, depende de cada lector/a o de cada lectura, una vez que largamos al mundo un poema, ya nada nos pertenece). La voluptuosidad, en el libro y dentro de mi cabeza también, está encarnada en el apetito de los animales, en el desenfreno tibio, en despedazar carne aún tibia con los dientes. Ese desenfreno, esa pasión en la que la vida y la muerte se necesitan la una a la otra, ese estar más allá de todo cuerpo es para mí un juego voluptuoso. Deseo y voluptuosidad desbordan juntos, ávidos de carne y es un desafío intentar aproximarse a eso con palabras. Me gusta el minuto posterior a la saciedad del deseo.

APU: ¿Y los cambios con los quiebres? ¿Puede pensarse que ahí marcás un camino formal para entrar en Tilda?

T.P.A.: Me quedo pensando con estas preguntas. De alguna manera este libro continúa el diálogo abierto en Migraciones (Macedonia, 2018), porque hay algo en la extranjería, en el desplazarse a través de los territorios que tiene relación con los quiebres. Me gusta pensar que la poesía es materia quebradiza, como el hielo delgado, no da pasos seguros, una rajadura en la superficie y todo será un sueño helado. Definitivamente la poesía no es un lugar seguro, pone de manifiesto las roturas que pasamos por alto en el lenguaje. También hay una belleza en los objetos rotos, como una prolongación de los propios quiebres de la condición humana. Muy lejos del Kintsugi oriental, que baña con polvo de oro las grietas y las cicatrices dando origen a un objeto hermoso. Prefiero hablar de otro tipo de quiebres, con menos prensa y menos posibilidades de convertirse en discurso de autoayuda posmoderno.

APU: ¿Qué poéticas, poetas, lecturas son importantes para seguir con y a Tilda?

T.P.A.: Lo que voy a decir a continuación es muy poco original, pero para escribir necesito leer primero Y no leer necesariamente textos relacionados con lo que estoy tratando de escribir. Hay autores que producen pequeños movimientos internos dentro de mi cabeza y desatan las ganas de encontrar el camino para decir (o por lo menos aproximarme) lo que quiero. En el caso de Tilda, es una invitación a ver sus películas, hago la lista de directores y además de los nombrados agrego a Anderson, los Coen o Almodóvar y ya quiero hacerme un pequeño y privado festival de cine. Vivo en Patagonia, en San Martín de los Andes, por lo tanto el diálogo de lo que escribo se produce con este territorio, en el que siento que hay una potencia, una diversidad y una historia enormes. Y ojo, el sur se extiende a un lado y a otro de la cordillera, recuperando la idea del territorio ancestral mapuche, el Wallmapu o el concepto de Clemente Riedemann sobre Suralidades. Poetas maravillosas como Rosabetty Muñoz, Macky Corbalán o Graciela Cros hacen que vuelva una y otra vez a sus textos, o Jorge Spíndola, Bernardo Colipan o Jorge Teiller. Crean un territorio a través de las voces, un mapa no necesariamente se traza a partir de accidentes geográficos y toponimia. Un mapa también es el recorrido de las voces y las memorias de quienes habitan y habitaron ese suelo. Otro tanto tanto me pasa con la lectura de poesía peruana. Pero no me quiero extender.

APU: ¿Cuáles son las próximas presentaciones?

T.P.A.: Luego de estar casi dos años con una actividad prioritariamente virtual, ahora que podemos necesitamos volver a encontrarnos. Además estamos todes con muchos libros que no hemos podido presentar. Tilda fue presentado en el marco de la XV Feria del Libro de San Martín de los Andes, con los demás autorxs que componen la Serie de Les Desatormentades: Dorado en sus puntas de Romina Olivero, Super 8 de Cecilia Fresco, La luz de los insectos de Carlos Blasco y Mirage de Tomás Watkins, todxs poetas profundamente admiradxs y queridxs. Las próximas presentaciones serán en diciembre y enero en Villa la Angostura, Aluminé y Bariloche, en elmarco de encuentros colectivos junto con otrxs autores y autoras. Tenemos muchas ganas de volver a intercambiar y escucharnos.