Mitos y mentiras de la alianza anti-exportadora, por Aldo Duzdevich

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Mitos y mentiras de la alianza anti-exportadora, por Aldo Duzdevich

24 Enero 2022

Por Aldo Duzdevich

Chile exporta en minerales 40 mil millones de dólares anuales. Nosotros apenas exportamos 3.000 millones. ¿Alguien cree que en la cordillera de los Andes el mineral volcó solo para el lado chileno? No, geológicamente es la misma, solo de que este lado nunca se explotó. Entre otras cosas por ese sentido histórico de país unitario-porteño agroexportador. La elite porteña solo alcanza con su vista la llanura que tiene al frente. Catamarca, La Rioja, San Juan, Salta, eran tierra de caudillos y gentes de tono oscuro que debían seguir tejiendo ponchos y criando chivas. 

Hoy la transición energética demanda pasar del consumo de carbón para producir energía eléctrica al consumo de gas en las mismas centrales. Esto dispara el precio del gas en el mundo.  Y EEUU gracias al shale (gas que se extrae con fracking) se convirtió en el primer exportador mundial de GNL gas natural licuado, superando a Qatar y Australia. Y los chinos que producen el 40% de su electricidad a carbón, se han visto obligados a comprarle gas a su “enemigo”, los EEUU.

Argentina tiene en Vaca Muerta las segunda reserva mundial de gas shale, con la cual podemos abastecernos por 200 años y exportar a todo el mundo. Muy rápidamente, 10 o 15 mil millones de dólares en gas podríamos exportar por nuestros puertos. Sin embargo, una legión de ambientalistas prohibicionistas mezclados con el activismo de izquierda, luchan por hacernos cerrar los pozos y evitar que sigamos recuperando riqueza de nuestro subsuelo. Sin saberlo (o si) buscan consolidar el esquema agro exportador al igual que sus abuelos lo definieron desde los cafés de Buenos Aires, hace 200 años.

La alianza anti-exportadora

El economista Claudio Scaletta ha definido de manera clara la situación que transitamos: “El crecimiento de la alianza antiexportadora -que excede a las fuerzas de choque del falso ambientalismo-- habla en cambio de una nueva hegemonía neoliberal que, al neoliberalismo tradicional, suma al grueso de la izquierda, otrora marxista, y a buena parte de ese heterogéneo colectivo de sectores medios urbanos denominado “progresismo”. Todos estos sectores confluyen en dos grandes imaginarios básicos. El primero es la creencia de que el Estado carece del poder y la eficiencia para controlar cualquier actividad, una idea que notablemente convive con la demanda de que ese mismo Estado se haga cargo de todo aquello que funciona mal, y el segundo es el posmaterialismo, la escisión entre consumo y producción. Por ejemplo, se consumen hidrocarburos, pero se rechaza su extracción, se consumen productos de la minería, pero se rechaza la actividad minera, se consumen productos que demandan dólares, pero se sostiene que generar dólares no es importante “porque se los fugan” o son “para pagarle al FMI”. Se propone redistribuir, pero se rechaza aumentar la producción. La confusión es tan grande como la mezcla de conceptos. El problema de fondo es que la nueva coalición “liberal progresista” adquirió poder de veto sobre las actividades económicas, una situación que podría afectar al conjunto de la economía.”

Bien lo define Álvaro García Linera: “Detrás de la crítica extractivista a los gobiernos progresistas, se halla la sombra de la restauración conservadora"

El mito de las “Declaraciones Juradas”

El cineasta Pino Solanas, en su campaña electoral a senador nacional en 2013, por la lista de Elisa Carrió, en abierta confrontación con el gobierno de Cristina, montó a partir de un par de películas el discurso del saqueo-extractivista y obtuvo éxitos en frenar el fracking y la mineria de Mendoza y otras provincias y agitó una dura oposición a Vaca Muerta en Neuquén que terminó lamentablemente en hechos de violencia callejera. Recordemos que en la reestatizada YPF, su presidente Miguel Gallucio trajo la propuesta del fracking y Cristina lo impulsó con mucha fuerza. 

Entre las ideas que se instalaron en la época, y aún perduran, está el mito del enorme contrabando en minería y cereales que salen sin control por los puertos argentinos. Por ejemplo, el diputado nacional del FIT Juan Carlos Giordano, en un proyecto de ley de estatización del dragado de la hidrovía Paraná, dijo que anualmente se evaden en contrabando de granos la suma de 20 mil millones de dólares. Otros periodistas y escritores que hablan sobre el tema, suben la cifra a 30 mil millones de dólares. Y sin muchas precisiones, también se dice que una sola minera evade en contrabando 8 mil millones de dólares al año, cuando las exportaciones totales de minería en Argentina apenas llegan a los 3 mil millones.

El argumento que suena demoledor es “lo hacen por Declaraciones Juradas...je, ¿vos le vas a creer el juramento a las mineras y los pool de siembra?” . Y repiten el latiguillo, “declaraciones juradas que nadie controla, es solo la palabra de la empresa”.

Bueno, quienes exponen estos argumentos se ve que nunca han pagado ganancias o bienes personales a la AFIP. Porque quienes pagan deben hacer justamente “Declaraciones Juradas” y como son varios millones, la AFIP no manda un inspector a cada casa, para constatar in-situ si todos los datos son correctos. Pero el contador que las hace, te explica que no podés trampear los datos, porque AFIP tiene mucha información para cruzar y si te agarran, además de la multa, podés terminar preso, porque la evasión es delito penal. También, cuando ingresás al país llenás una declaración jurada y todos ponemos “nada que declarar”; pero si te toca el canal rojo a la salida de Ezeiza y te pescan con la notebook o el celular que traés en el bolso, además del mal rato, te termina saliendo más caro que comprarlo en Garbarino. O sea… evasores, contrabandistas, mayores o menores, funcionarios de AFIP y Aduana permeables existieron siempre y lamentablemente existen, pero todo tiene límites y riesgos que se aumentan según el volumen de la avivada, que es un delito. 

Volviendo al contrabando grande. Diariamente hay miles de operaciones de importación y exportación que requieren “Declaraciones Juradas”. Y cada tipo de operación tiene un sistema de control, que algunos pueden ser más eficientes y otros menos.

Ahora vayamos a la hipótesis del contrabando de granos por el Paraná. Este año el complejo sojero exportó 50,6 millones de toneladas, que a 500 u$s la Tn son justamente 25 mil millones de dólares.

Entonces según Giordano y otros, se contrabandeó la misma cantidad de toneladas que se exportó “por derecha”, digamos. Arranquemos por un primer dato que tiene INTA, Conicet, AFIP y otros organismos. Con fotografía satelital se puede determinar las hectáreas sembradas y calcular el volumen de la cosecha (con algún margen de error, obvio) . Pero es imposible que le erren en calcular la mitad de lo que se cosecha. Segundo, todo eso debe ser transportado a puertos en camiones y vagones, que aleatoriamente son controlados por Vialidad y Gendarmería en el viaje. Luego son pesados al ingreso al puerto. Y en el puerto, funcionarios AFIP y Prefectura verifican que la carga al barco sea lo que dicen las Declaraciones Juradas. 

Ahora supongamos que Giordano y yo nos dediquemos al lucrativo negocio de contrabandear soja. Bueno, lo primero que deberíamos conseguir son camiones para transportarla. ¿Cuántos camiones? La cuenta es fácil, cada camión carga 30 toneladas. Dividamos 50,6 millones de toneladas por 30 y nos da la bonita suma de 1,7 millones de camiones. Bueno, me parece que no va andar. Una cosa es traerse un celular de Miami en el bolsillo, otra contratar 1.700.000 viajes de camión (que estén todos en la trampa) y hacerlos circular... Un camión mide 20 metros de largo, supongamos que los largamos de a 1000 para no levantar sospechas, serían una caravana de 20 km de largo; y si apuramos y los largamos de a 10.000 serían una fila de 200 km de largo. Me parece que los gendarmes duermen la siesta y los de AFIP también pero pero un millón setecientos mil viajes de camiones truchos en la ruta... alguno va a sospechar. Mejor Giordano no nos metamos en ésta. Conclusión: o tenemos el Estado más corrupto del mundo (gendarmes, prefectos, viales, aduaneros, 100% corruptos) o las cuentas de contrabando que se hacen son un terrible estupidez de quienes nunca hicieron estos razonamientos tan simples. 

Y acá viene lo que tan bien explica Claudio Scaleta: “La confusión de estos sectores, que afirman que el Estado carece del poder y la eficiencia para controlar cualquier actividad, una idea que notablemente convive con la demanda de que ese mismo Estado se haga cargo de todo aquello que funciona mal”. Porque el remedio para este mal que propone Giordano es estatizar los puertos, la hidrovía y tal vez los camiones que pasen a manos del Estado. ¿Pero cómo? Si arrancaste como Milei diciendo que el Estado no sirve para nada porque son todos vagos o corruptos, ¿terminás proponiendo que ese mismo estado maneje en forma directa todo?

No es que yo crea que los empresarios, chacareros, camioneros, gendarmes y aduaneros son todos representantes del Espíritu Santo. No. Sabemos que pícaros siempre hay. Y justamente podemos ver en las noticias, que cada tanto detienen uno o dos camiones que intentaban contrabandear. Y seguramente dos detienen y otros dos se escapan. Pero el volumen de contrabando tiene límites y de ninguna manera son cifras de miles de millones de dólares como se divulga por allí.

Dos párrafos para la minería. La mayoría de la exportación se hace en lingotes de material que llevan distintos porcentajes de minerales, cobre, oro, plata, etc.. Las mineras hacen una “Declaración Jurada”, de cual es el % de cada mineral. En Aduana, además de pesar la carga, por cada camión se saca un “testigo” de material que se manda a analizar para ver si coincide con el mineral declarado. Esos “testigos” permanecen 5 años en resguardo. Pero además, la información se cruza con el puerto de destino, Suiza. Suiza refina el 70% del oro del mundo. Allí llegan los lingotes de mezcla, y los aduaneros suizos controlan que el % de minerales declarados en la Carta de Porte sean efectivamente los que ingresan al país. O sea, que un sistema de contrabando que podríamos armar Giordano y yo, sería más difícil todavía, porque coimear a los aduaneros suizos lo veo más complicado. Mejor seguimos en lo nuestro. Y decir que se contrabandean 8 mil millones de dólares en minerales (casi el triple de lo que exportamos) es una gran zoncera, diría Jauretche. 

En resumen: creo que las cuentas son simples y la explicación más simple todavía. ¿Y si los amigos anti-"extractivistas" prueban con otros argumentos?