Homenaje de Kicillof a Rucci: un pequeño gesto de enorme significado
El 20 de octubre pasado, en el acto realizado por el Intendente Julio Alak y la CGT de La Plata, para nominar a la calle 36 José Ignacio Rucci, el Gobernador Axel Kicillof destacó la figura de Rucci como “un dirigente que defendió los derechos de los trabajadores con compromiso y coraje”, y subrayó la importancia de “mantener viva la memoria del movimiento obrero organizado como columna vertebral del peronismo”.
Hace exactamente 15 años, una nota en AGENCIA PACO URONDO firmada por Horacio Bustingorry reclamaba “El Kirchnerismo debe reivindicar a Rucci”, un titulo muy disruptivo para una época dominada culturalmente por el montonerismo tardío y el progresismo de Página 12 y 678.
Bustingorry explicaba que los gobiernos de Néstor y Cristina tenían mucho del pacto social impulsado por Perón en 1973, en aquel momento sostenido por Rucci desde la CGT. Y que en los años presentes, Hugo Moyano cumplía un rol bastante similar.
Pero bueno eran épocas dominadas culturalmente por el comisario político stalinista Horacio Perro Vertbiskty, siempre listo a fusilar cualquier disidente desde algún titular de Página 12. Hoy, sigue siendo comisario -en decadencia- y habrá que leer en su columna del próximo domingo, descargar su bronca contra Kicillof, de quien ya dijo hace mas de un año, que era Vandor y que podía terminar igual (siempre agradables sus comparaciones).
Volviendo a AGENCIA PACO URONDO, recuerdo una charla con su director, José Cornejo, quien me dijo “el gran error de ustedes, la JP de los 70, fue caracterizar como enemigo al Movimiento Obrero”. Pero, a pesar del esfuerzo sensato de APU y algunos más, el kirchnerismo cultural siguió con su relato de “los malos de la burocracia sindical” y la simpatía por el “operativo traviatta” (asesinato de Rucci) haciendo una defensa cerrada de la historia montonera. Cualquier critica al accionar montonero era rápidamente cancelada al grito de: teoría de los dos demonios.
La necesidad de reinterpretar la historia
El historiador Edward H Carr en su obra “¿Que es la historia?” dice : “El estudio del pasado adquiere sentido solo si nos ayuda a comprender el presente y el futuro. La historia no es un catálogo de eventos, sino una ciencia del devenir. La historia es una continua reinterpretación del pasado. Cada generación vuelve a escribir la historia, reinterpretando el pasado a la luz de sus propias experiencias, de sus propios problemas y de sus propias esperanzas. El pasado no cambia, pero la historia sí cambia, porque cada generación formula nuevas preguntas al pasado y obtiene de él nuevas respuestas.”
Don Arturo Jauretche decía: “Lo actual es un complejo amasado con el barro de lo que fue y el fluido de lo que será. Comprobamos que los hechos unifican y las abstracciones dividen y que por sobre la carnadura de los acontecimientos, las divergencias del nivel ideológico pierden importancia ante la demanda de las soluciones.”
“La falsificación (de la historia) ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre…"
“Interrogamos el pasado para obtener la respuesta del futuro, no para volver a él en melancólica contemplación o para restaurar formas perimidas, sino para que nos enseñase cuáles son los métodos con que se defrauda el presente e impedirlo (…) hemos aprendido que el arte de nuestros enemigos consiste en fraccionarnos en puntos de vista pequeños y reducidos, y ya nadie podrá destruir la visión integral que se ha logrado.”
La necesidad de revisar la historia reciente
La socióloga chilena Olga Ruiz, expresa: “los grandes relatos sobre nuestra historia reciente se han construido centrados en el heroísmo y la victimización, esquema binario que se afirma y consolida en la figura del traidor. Se trata en realidad de una triada (héroe-víctima-traidor) en las que el quebrado concentra -como un chivo expiatorio- las contradicciones, los fracasos y la derrota de la izquierda chilena. Es más sencillo atribuir la caída sostenida de militantes a unos cuantos traidores que analizar críticamente las políticas adoptadas por las dirigencias de las organizaciones revolucionarias.”
En nuestro país el esquema de los relatos es el mismo: héroes, víctimas y traidores. Solo que aquí el primer “traidor” en los relatos se llama Juan Domingo Perón. Y lógicamente detrás de la “traición de Perón” caen todos los demás, desde Rucci hasta el Papa Francisco.
Si hoy leemos la apresurada critica al acto de la calle 36 en “La Izquierda Diario”, del Frente de Izquierda, podemos leer completo ese relato. Incluso últimamente un personaje medio payasesco de La libertad Avanza, Diego Recalde, se pasea por los programas haciendo el mismo discurso, del Perón “traidor creador de la Triple A”.
Estos relatos ademas de carecer de rigor científico, porque omiten, cambian y tergiversan hechos, tienen una clara finalidad política siempre la misma desde 1945 : destruir el mito originario del peronismo. Si al final de sus días Peron fue un “viejo facho”, entonces tenían razón aquellos socialistas, radicales, conservadores y comunistas que en 1945 se unieron detrás de Spruille Braden para combatir al nazi-peronismo. Y por lo tanto los peronistas o somos herederos del nazi-fascismo o somos una manga de pelotudos seguidores de un facho demagogo.
Entonces, si los del FIT y los de LLA piensan que Rucci era un facho “hdp” que estuvo bien meterle 23 balazos, problema de ellos... Pero si quienes dicen conducir el peronismo, piensan y dicen lo mismo, estamos en un problema de identidad complejo.
Una nueva generación formula nuevas preguntas al pasado
Durante varios años la reivindicación sin ningún cuestionamiento de la experiencia guerrillera de los setenta, fue tolerada e incluso, bien vista, por sectores importantes de la sociedad. Pero, su uso y abuso fue creando un ellos y nosotros, donde el nosotros era el de los herederos del Che. Este discurso en exceso, fue creando primero dudas y luego cierto hartazgo. Hasta que un día nos desayunamos que después de tantos años de incansable predica, el 54 % de la sociedad elegía un tipo y una mina que no solo cuestionaban el relato guerrillero sino que ademas intentaban reivindicar la represión y el terrorismo de estado.
Lamentablemente nuestra generación del setenta, no quiso o no pudo, debatir de cara a la sociedad su agitada experiencia que concluyó en derrota y tragedia y dejar así un saldo para las nuevas generaciones .
Pero, como dice Carr “una nueva generación formula nuevas preguntas al pasado y obtiene de él nuevas respuestas.” Los chicos de APU, tal vez fueron de los primeros. Mas cerca en el tiempo, comenzaron aparecer los streamers, mis amigos de Cabaret Voltaire Trape y Vera, los de Quiero Sosa, Rosca_Tinto, Leyla Becha, El Aluvión, Carito Cabrera, Juan Bertone, Pedro Rosemblat, Rebord, Facundo Pedrini, la genia Mayra Arena, Juan Manuel Strassburguer, Julia Rosemberg, Martín Rodriguez, Pablo Garello, Agustin Chenna, y un montón más que me estoy olvidando o no conozco. La mayoría de ellos sub-30 que vienen despegados de las Orgas de la década ganada y sin preconceptos establecidos, interrogan al pasado reciente en la búsqueda de ese peronismo que parecía perdido.
Nuevos liderazgos que incluyan al peronismo casi perdido
Desde hace varios años estamos enfrentando una disyuntiva. O crear un movimiento nuevo, llamado kirchnerismo, cristinismo, laclaucismo o lo que sea, sepultando esa parte de la historia que resulta incomoda de Peron, los sindicatos de la llamada burocracia, los molestos peronistas ortodoxos o demasiado nacionalistas y/o católicos.
Cuidado, yo no desconozco que en términos cuantitativos del 35 al 40 % de nuestros votos, solo la mitad o menos se auto percibe peronista, el resto se define mas como kirchnerista o cristinista. Esa era hasta hace un tiempo la realidad de los porcentajes. Pero, eso mismo ha llevado a una dispersión sobre todo en el interior del país. Y pareciera que hoy, hay coincidencias en todos los sectores, de reflotar la identidad peronista.
El desafío al 2027 es reconstruir una fuerza significativa, que pueda darle batalla a la nueva derecha, que no nos confundamos, no esta muerta y ha llegado para quedarse, por mas que Milei sucumba, el stablishment esta presto a buscarle recambio .
Hoy el único dirigente del peronismo en condiciones de apoyo popular, para liderar un proyecto ganador al 2027, se llama Axel Kicillof. Pero Axel tiene un camino largo y difícil por delante, que hasta hoy viene sorteando a paso firme.
Primero dejar de ser el dirigente progresista del la Provincia de Buenos Aires, a ser un dirigente del peronismo nacional con capacidad de convocatoria y amplitud. Segundo construir una propuesta que recupere las viejas banderas del peronismo, la Comunidad Organizada, la conciliación de clases, la Independencia Económica, Soberanía Política y Justicia Social. Claramente esas viejas banderas deben ser aggiornadas sin perder su esencia. Perón nos enseñó que nuestra doctrina es la montura que nos sirve para cabalgar la evolución de la historia. Hoy el mundo y la Argentina han cambiado y claramente se necesitan nuevas canciones, que sin perder la esencia, den respuesta a las demandas del siglo XXI.
Tercero munido de una propuesta clara y realizable, Axel debe salir a buscar la confluencia de voluntades con sectores políticos que hoy no nos acompañan.
Bueno, en todo este transito el paso dado -homenajear a Rucci- apunta a recuperar la memoria peronista, sin fanatismos, pero en la intención de empezar a contener la historia del Movimiento Obrero y su papel dentro del peronismo. Es un gesto importantísimo hacia aquellos que seguimos creyendo en nuestra Doctrina, en nuestra historia y en nuestro ultimo gran líder Juan Domingo Perón.
Recordemos como dijo Jauretche: “Lo actual es un complejo amasado con el barro de lo que fue y el fluido de lo que será.”