Moxie: el grito silencioso que finalmente tuvo voz

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Moxie: el grito silencioso que finalmente tuvo voz

20 Marzo 2021

Por Agostina Gieco

“Acoso” es un término que a la directora de la secundaria Rockport no le gustó oír, ya que, según ella, de haber sido así hubiese tenido que rellenar bastante papeleo. Sin embargo “acoso” es la palabra que Lucy Hernandez (Alycia Pascual-Peña), la nueva estudiante, decidió usar cuando denunció ante ella a Mitchell Wilson (Patrick Schwarzenegger), capitán del equipo de fútbol del colegio, quien ya la había molestado más de una vez. Luego de eso, al ver que no fue tomada en serio, quizás se sintió sola, o creyó que nadie la apoyaría. 

Tal vez lo mismo le ocurrió a Kaitlynn Price (Sabrina Haskett) cuando la mencionada directora le llamó la atención por su vestimenta y la envió a casa. Sin embargo, y a raíz de esto, Vivian Carter (Hadley Robinson) inicia de manera secreta Moxie, un club feminista que saca a la luz situaciones de machismo que ocurren en las aulas, en los pasillos, en el comedor o en el gimnasio. De esta manera, nuevas amistades se van conformando, al igual que una mayor conciencia de la desigualdad de género y de los privilegios que los hombres tienen por sobre las mujeres, incluso en el ámbito estudiantil. A partir de allí, las mujeres ven que no están solas, y que unidas pueden lograr algo grande.

Casualmente, o no, la película dirigida por Amy Poehler, que además tiene un papel especial en el film, se estrenó en Netflix el 3 de marzo, días antes del 8M. En este contexto, es importante reconocer que Moxie, a pesar de ser catalogada como una película adolescente/juvenil, se suma a una lista de producciones que abordan el empoderamiento femenino, entre las que también se encuentran Las sufragistas o La voz de la igualdad.

Basado en el libro homónimo, escrito por Jennifer Mathieu, el film muestra distintas situaciones en las cuales no sólo los hombres tienen conductas sexistas, sino que también hay mujeres que las llevan a cabo. Desde un escupitajo hasta una violación, Moxie refleja la ira y angustia que sentimos cuando leemos otro caso más de femicidio, cuando oímos los nombres de todas aquellas víctimas que hoy ya no están, y cuando miramos en la televisión que al agresor/femicida le cubren el rostro, mientras se muestran todo tipo de fotos nuestras, sean privadas o no.

La película fue mayormente bien recibida por la audiencia. Muchas personas se identificaron con sus personajes y sus respectivas luchas o cuestionamientos, ya sea hacia sus propios pares, hacia la institución educativa o hacia el país en donde se desarrolla la trama, que en este caso es Estados Unidos. Sin embargo, algunos críticos no coincidieron. Según ellos, hay temas que se ven muy por encima y en los que no se profundiza. Acusan falta de desarrollo en el guión, denuncian una inclinación más por la comedia que por la seriedad de las situaciones reflejadas y remarcan la pérdida de autenticidad por el tratar los temas de manera demasiado abierta. 

En la actualidad, el fácil acceso a un teléfono celular con el que se pueda filmar, grabar o fotografiar situaciones de violencia de género hace que, al menos en teoría, las denuncias tengan más peso, lo que debería trasladarse a la práctica. Con el nacimiento y posterior auge de las redes sociales, la difusión de rostros de acosadores, abusadores o violadores también se acrecentó. Pero entonces, ¿cómo se explica que en 2021 todavía tengamos miedo de salir solas a la calle? ¿Cuántas veces nos catalogan despectivamente? ¿Cómo se explica que habiendo tantas campañas y tantas agrupaciones feministas activas aún sigan echándonos la culpa en vez de educar a sus hijes? ¿Cuántas veces las denuncias terminan en femicidios? Moxie demuestra que muchas veces se da por omisión, al evitar hacer algo al respecto, por aval de determinadas conductas, y por reírse de comentarios machistas con el simple objetivo de quedar bien o encajar.

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