Ulises Martino: “Desde el enfoque que decidí tomar, la mirada desde la ruta, vivir significa estar al borde de algo”
Ulises Martino es escritor, psicólogo social, terapeuta de Parejas y Director teatral. Escribió y dirigió Medicina pasto, estrenada en 2010, en el Teatro Boedo XXI, realizando dos temporadas. En 2012 dejó el teatro para dedicarse a escribir. Su libro de cuentos El Mundo de las mujeres resultó ganador del Concurso Nacional Adolfo Bioy Casares 2020, edición 14º, en la categoría libro de cuentos. El presente lo encuentra presentando A 50 kilómetros de la ruta (Hormigas negras, 2025), su nuevo trabajo de la cual conversó con AGENCIA PACO URONDO.
Agencia Paco Urondo: En la presentación, el escritor Sebastián Ronchetti señaló que existe en el libro una gran pregunta sobre que significa ser escritor, la cual está dando vueltas todo el texto. ¿Lo ves de esa manera?
Ulises Martino: Pensé que el libro era de otra cosa, pero está bueno que se abra la discusión a partir de la mirada que le echan los otros. En este caso, la de Sebastián que es un gran escritor, además de un amigo. Digamos que ese aspecto se me hizo más consciente con su comentario, pero tampoco desconozco que es una faceta de mi personaje y que es una pregunta que le gusta hacerse. Y como le gusta, y además no tiene respuesta, la pregunta, como toda buena pregunta retorna. ¿Cuándo es buena la pregunta? Cuando retorna y se le pueden adjudicar respuestas varias y sin embargo ninguna respuesta encaja del todo.
A mí me gusta que el personaje se vaya planteando cada tanto ese asunto con la escritura, que evidentemente le debe interesar más que a mí. Se convierte en una historia dentro de la historia principal: la escritura preguntándose por la propia escritura. Escribir y preguntarse qué es ser escritor. Como si al escribir lo estuviera intentando. En todo caso, funciona como una excusa para seguir escribiendo. ¿Qué mejor que escribir para convertirse en un escritor?
Por supuesto que me identifico mucho con el personaje porque, para mí, escritores siguen siendo los otros. Carver, Bukowsky, Pablo Ramos, Kafka. Gente que no parece de lo más normal, sino como venida de otro planeta.
APU: Detrás de la pregunta sobre la escritura, hay otra sobre el absurdo y lo extraño de la existencia, pero para poder ver ¿es necesario perder tiempo, lograr una perspectiva de observación de las cosas?
U.M.: Perder el tiempo es algo así como la esencia del personaje. El personaje es una máquina de perder el tiempo. Está en la ruta, experimenta el silencio, se pregunta por el amor, la familia. Y se lo pregunta en el tiempo que pierde porque solo allí puede cuestionarse la vida. Perder el tiempo como única forma posible de poder habitarlo. A toda conciencia. Como si fuera el único tiempo que existe. Hay una frase muy recurrente que me disgusta bastante: “el tiempo lo cura todo” o “el tiempo pone las cosas en su lugar”. No estoy hablando de esa clase de tiempo, ni creo que por sí solo tenga un efecto sanador. Lo que uno hace con él es lo que puede llegar a modificar algo. Ese tiempo que se supone muerto o perdido es el que me interesa. Ese es mi lugar como narrador, y si puedo quiero ubicarme ahí. Detenerme en la banquina de una ruta o en una estación de servicio mientras los autos (o la vida misma) pasan a mucha velocidad.

APU: En este segundo libro aparecen cuerdas nuevas que en que el primero no estaban, algo de la pandemia funcionó como un lente donde se profundizó y enrareció el universo de Ulises Martino con paisajes y personajes extraños.
U.M.: El Mundo de las mujeres (mi primer libro) lo terminé de escribir en pandemia (de corregir en pandemia), y ese universo casi que no está, salvo como un fantasma o mera anécdota para mí. Este segundo libro lo empecé a escribir en pandemia y entonces es probable que ronde esa atmosfera de un mundo nuevo, inédito, misterioso, improbable. Sumándole a todos los problemas que significan tener que lidiar con el dolor de existir, una variante de la existencia un tanto aplastante.
Entonces, puede que algo de lo realista se modifique hacia lo fantástico. Se queda mudo, el gato muerto regresa, las personas se automatizan. El otro se torna un peligro. Para mí fue muy fuerte salir a la calle y ver a todas las personas, de pronto, usando un barbijo; y que eso se constituyera en la normalidad. Viendo esa imagen, no había ninguna manera de no ponerse a la defensiva y de que la realidad no se impregne de lo fantástico.
APU: En el libro aparece el hombre en la ruta, en la ciudad y en Mar del Sud, pero en esos espacios existe una tensión en relación a la distancia que los narradores construyen con su familia, el conflicto parece estar siempre atravesado por los viajes.
U.M.: El personaje está siempre a mitad de camino y la ruta es la mejor metáfora. Incluso, es una ruta que no es la ruta, o simplemente un camino de tierra, un camino que se desvía, y que está a 50 kilómetros de la principal. Pero más allá de eso y en base a tu reflexión, la pregunta que se me impone es: ¿Por qué escribo de lo que escribo? Y podría encontrar algunas respuestas razonables. Pero la verdad es que no lo sé.
Lo que sí sé, es que la ruta es la chispa que lo enciende todo. Las mejores historias se me ocurren manejando, en el caso de que se me ocurran buenas historias. Es decir, que la escritura viene hacia mí, no la busco. Después no puedo hacer otra cosa que sentarme a escribir, porque la otra opción sería hacerme el otario. Bueno, me hago el otario escribiendo, pero al menos me engaño de una forma que en ocasiones hasta puede resultar placentera.
Con respecto al conflicto que se me produce al viajar, creo que es simplemente el escenario que me procuro para poder ver con cierta distancia lo que pasa con mi existencia. Eso es de cada escritor. Es como encontrar el puesto en el futbol: ¿De qué jugas? En la escritura, mi puesto es la ruta.
APU: Hay también un cuento donde hacés una mención a dos personajes escritores que parecen marcar algo importante para el narrador en su pregunta sobre que es ser escritor. ¿Cómo nació la dirección de este cuento?
U.M.: Nace en base a las preguntas que tiene el personaje, que lo atosigan. ¿Qué es el amor? ¿Qué significa la vida en familia? ¿Qué carajo significa ser escritor? Busca esa respuesta en otros, como debe ser, porque en él no las va a encontrar. El solo sabe que como tibia respuesta le sale escribir. Y para eso va a un taller literario. Persigue la respuesta en otros que al parecer tienen una idea de esa respuesta. En otros que admira como dan la batalla escribiendo. En otros que tal vez hayan encontrado la clave.

¿Para qué se escribe? Es una pregunta sin respuesta que está flotando en el libro y digamos que en mi vida. También puede que intente una especie de juego literario, en el que lo literario sucede mientras parece que está en camino de suceder. En ese mientras tanto conversa el escritor joven con el avezado, a la vez su maestro. Alguien a quien decidió creerle. Sin darse cuenta, tal vez se haga escritor buscando serlo. En todo caso, está en el camino. Un camino lleno de señales, la mayoría inequívoca.
Es un homenaje, también, de agradecimiento a mi maestro Pablo Ramos, que me enseñó a desmitificar la escritura y, entre otras cosas, que no se corrigen textos sino personas.
APU: Los personajes muchas veces están al borde de algo, de descubrir que es ser escritor, de ser abandonados por su mujer o de ser testigos del milagro de un gato resucitado, como si la literatura y la vida sucediese en la espera de lo que está por llegar.
U.M.: Es lo que siento de la literatura, que solo puede estar en la espera. Desde el enfoque que decidí tomar, que es la mirada desde la ruta –el camino como una metáfora de la espera-, vivir significa estar al borde de algo. Algo está por llegar, por irse, por suceder. Incluso cuando casi siempre no suceda finalmente nada. O suceda poco. Creo que se trata simplemente de lo vulnerable que es la existencia lo que me lleva a interesarme por esos bordes donde sospecho que algo puede rebelarse mágicamente. Es como en el cuento de ser escritor de la pregunta anterior. El personaje está en lo más lindo sin saberlo, en lo mejor del camino que es siempre cuando uno está yendo. Llegar a un lugar es terrible. Tratar de ser escritor es más interesante que serlo. Lo mejor es ser nadie, lo mejor siempre es contar LOS HECHOS. Y que de ellos surja una pregunta. ¿Qué importa ser escritor si la verdadera novela es la novela de la novela?
Por suerte, son cosas que desanda mi yo literario, que es mucho más valiente que yo. Y más profundo. Se banca estar en el borde. No está tan pendiente del futuro y se banca la falta. Hace de eso el soporte de su vida. Se pregunta qué puede hacer con la historia que le tocó. Yo no puedo ser mejor de lo que soy, pero mi personaje piensa que el sí. Tal vez me siente a escribir por eso, para seguir creyendo que la vida es un sueño y que puede existir cada tanto una salida mágica.