Ted Lasso: el lado más humano del fútbol

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Ted Lasso: el lado más humano del fútbol

04 Septiembre 2021

Por Diego Moneta

La serie sigue la historia de Ted Lasso (Jason Sudeikis), entrenador de fútbol americano universitario de segunda categoría, que es contratado para dirigir al AFC Richmond, equipo londinense ficticio de la Premier League. Sin tener idea del deporte y menos de la idiosincrasia británica, su mejor arma es su optimismo contagioso. Estará secundado por su ayudante Beard (Brendan Hunt) y rápidamente sumará a la tarea a Nathan Shelley (Nick Mohammed), utilero de la institución.

El 14 de agosto del año pasado Apple TV+ estrenó los primeros diez episodios, de media hora de duración cada uno, de la que se convertiría en una de las grandes series del 2020. Ted Lasso, la sumó veinte nominaciones para los Emmy que se entregarán el 19 de septiembre, el mayor número para una debutante del género en toda la historia de los premios. A poco de su estreno sería renovada para una segunda entrega y, a los dos meses, para una tercera.

Desarrollada por Bill Lawrence, Jason Sudeikis, Joe Kelly y Brendan Hunt, la serie está basada en unos cortos publicitarios que Sudeikis filmó para la NBC con el objetivo de promocionar la transmisión de la Premier League en Estados Unidos. Todo lo que vemos en pantalla es responsabilidad de Sudeikis, creador, guionista, productor y protagonista, en el papel de Ted Lasso. El actor ya había tenido su paso por la comedia en Quiero matar a mi jefe, ¿Quiénes son los Miller? y Saturday Night Live

El flamante DT aterriza en Londres por decisión de Rebecca Welton (Hannah Waddingham), la nueva propietaria del club, que se acaba de separar de Rupert Mannion (Anthony Head), anterior dueño, por haberle sido infiel. Desde el principio, Ted debe enfrentar la hostilidad que lo rodea: insultos de los hinchas, destrato de los jugadores y conspiraciones de la jefa junto a su asistente Higgins (Jeremy Swift). Sin embargo, el centro narrativo pasa por las historias de superación del resto del elenco y como estos son influenciados por Lasso.

Todo el reparto tiene su historia y razón de ser, pero está claro que Sudeikis es la carta más fuerte de la serie. El personaje recuerda, salvando las distancias, al de Michael Scott en The office, gracias a su ingenuidad y buenas intenciones. Su influencia va desde ayudar a Nathan a perder su timidez hasta la resolución de conflictos en el vestuario, en especial entre Jamie Tartt (Phil Dunster), joven ególatra y promesa del club, y Roy Kent (Brett Goldstein), veterano que ya dejó atrás su mejor época. 

Lo que se vuelve más destacable es que Ted Lasso escapa a la fuente servida en bandeja de humor. En lugar de explotar esos malentendidos que genera un choque de culturas y su incompetencia para el cargo, el protagonista es consciente y descoloca a quienes lo observan tanto dentro como fuera de la ficción, obligando a derrumbar ciertos estereotipos.

Dentro de esa dinámica van a sobresalir personajes femeninos, en una evidente crítica a una estructura que insiste en el requisito de demostrar capacidades sólo por el hecho de ser mujer. Junto a Rebecca, también nos encontraremos a Keeley Jones (Juno Temple), modelo y novia de Tartt que acabará trabajando para la institución. Jones deberá salir de una vida basada en la imagen y los titulares de revistas y, a medida que rompa con ese engranaje y descubra nuevos caminos, su rol irá cobrando más relevancia. 

En la segunda entrega, todavía en emisión, y a partir de un infortunio de Dani Rojas (Cristo Fernández), al dúo se sumará otro papel que rompe con la mecánica del grupo e incomoda tanto a jugadores como al cuerpo técnico: Sharon, psiquiatra deportiva. Interpretada por Sarah Niles, luego de su paso por I may destroy you, está acostumbrada a la resistencia del vestuario. Su entrada, para Ted, significa que su pedagogía ha fracasado, por lo que se vuelve una amenaza, además, lo tienta a descubrir su lado menos sonriente.   

El hecho de lograr una comedia llena de chistes y, al mismo tiempo, construir un elenco profundamente humano la coloca en el lugar en el que está hoy. La producción sabe cuándo imprimir más ritmo y dónde usar los juegos de palabras, que a partir de la diferencia entre estadounidense e ingleses van a ser varios. Hay risas, hay conflicto y hay drama, con personajes desarrollando arcos narrativos. Es la muestra de que, entre tantas series sobre tragedias, narcotráfico, crímenes y conspiraciones, hay audiencias que siguen buscando refugio en la belleza de lo cotidiano. 

Con una segunda temporada al aire y una tercera en camino, la identificación con Ted Lasso se mantiene, incluso si no hay interés por el fútbol. De hecho, a medida que corren los episodios, los partidos de fútbol pasan a segundo plano, en parte por decisión narrativa de utilizar al deporte como excusa, y en parte por una cuestión técnica, dada la complicación que implica la filmación de secuencias deportivas. De todas maneras, su esencia está fuera de las canchas, haciendo reír y emocionar por igual.

La serie funciona porque sus piezas están donde corresponde. La decisión de expandir una idea ya utilizada, como la del yankee en Londres, se sostiene por un andamiaje construido con personajes secundarios, diálogos a la altura, aristas narrativas y el planteamiento de problemáticas sociales sin mayor pretensión de ser lo que es. Ted Lasso consigue hacer comedia de la vida diaria y de lo impredecible con la convicción de que es más que una suma de risas.

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