Iosi, el espía arrepentido: en busca de la participación local en los atentados de los 90

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Iosi, el espía arrepentido: en busca de la participación local en los atentados de los 90

07 Mayo 2022

Por Manuela Bares Peralta

Amazon Prime Video sumó a su catálogo la serie Iosi, el espía arrepentido, una coproducción argentino-uruguaya que tiene la firma de Daniel Burman y Sebastián Borensztein. Con las actuaciones de Gustavo Bassani, Natalia Oreiro, Alejandro Awada, Mercedes Morán, Carla Quevedo, Minerva Casero y Daniel Kuzniecka, la tira recrea la historia de un policía infiltrado en la comunidad judía.

El comienzo y fin de la primavera alfonsinista y la década menemista se mixturan para contar una época atravesada por el antisemitismo, el rol de los servicios de inteligencia, los reductos fascistas en las fuerzas de seguridad y dos atentados que marcaron al país: el atentado a la Embajada de Israel y el atentado a la AMIA. Iosi, el espía arrepentido es una ficción, pero su columna vertebral fue un hecho real y está basada en la investigación que realizaron Horacio Lutzky y Miriam Lewin entrado el nuevo milenio y que dio origen al libro homónimo publicado en 2015. Agencia Paco Urondo pudo dialogar con ambos sobre el desarrollo del proceso que inició todo.

 

APU: ¿Cómo llegó a ustedes el testimonio de Iosi, un agente de inteligencia que estuvo infiltrado durante tantos años en la comunidad judía?

Miriam Lewin: Nos contactó por separado. Primero lo hizo con Lutzky en el 2000, cuando dirigía el periódico comunitario “Nueva Sion”. Dos años después, lo hizo conmigo, cuando formaba parte del equipo de “Telenoche Investiga”. Con Horacio no nos conocíamos, fuimos presentados por Iosi que estaba arrepentido de su infiltración y destruido por la culpa. Quería aportar lo que sabía: durante años les había proporcionado información a sus superiores dentro del área de Inteligencia de la Policía Federal que podría haber servido para organizar un atentado. Planos de edificios, movimientos, identidades, viajes y horarios. 
No confiaba en la justicia argentina porque, en ese momento, se estaba llevando adelante el juicio a los efectivos de la Policía Bonaerense, en el marco de la causa AMIA, que finalmente fueron declarados inocentes. Se estaba perdiendo un tiempo valioso y Iosi lo sabía. Lo que estaba sucediendo era que se estaba encubriendo a los verdaderos autores del atentado a la AMIA.

Horacio Lutzky: El testimonio me llego a través de una persona que era asistente mío en el periódico que dirigía, un medio progresista en la comunidad judía. Este asistente me transmite que una persona quería hablar conmigo de algo muy delicado relativo a la causa AMIA. Cuando lo recibo, para mi sorpresa, me cuenta que era un espía de una fuerza que no me podía revelar y que había estado infiltrado en la comunidad. 
A partir de allí, comenzamos a encontrarnos de forma muy espaciada y, paulatinamente, fue dejando entrever lo que tenía para contar. Estaba siempre muy alterado y preocupado. Un día me dijo que tenía intención de contactar a Miriam Lewin. Tras varios intentos, lo consiguió. Miriam se encontró con una escena similar a la que me había encontrado años antes: una persona muy perturbada. Cuando nos juntamos pudimos iniciar el camino a la investigación que relatamos en el libro.

APU: ¿Cómo se desarrolló la investigación en torno al testimonio de Iosi?

M.L: Acompañamos a Iosi que, poco a poco, nos fue revelando qué tipo de datos había suministrado a las fuerzas para las que trabajaba. Esa información era compatible con su hipótesis, entonces nos reunimos con distintas organizaciones de la comunidad, nacionales e internacionales, y con personalidades políticas. Todas mostraban interés inicial, pero luego se desdibujaba. Pensamos que por razones geopolíticas que los excedían.

H.L: La investigación se desarrolló a lo largo de muchos años donde Iosi nos fue suministrando no sólo hechos o circunstancias comprobables sino también documentación respaldatoria. Por mi parte, podía dar fe de su participación en ámbitos comunitarios porque en varias oportunidades lo había visto en los pasillos donde funcionaba el periódico, que era el mismo lugar donde se reunía un grupo universitario que él dirigía y había creado, incluso me había invitado a dar una charla tiempo antes. La parte de su pertenencia a los servicios de inteligencia de la Policía Federal la fue respaldando con información que fuimos comprobando y chequeando. 

APU: ¿A partir de la publicación del libro les llegaron otros casos de agentes de inteligencia infiltrados?

H.L: No fue a partir de la publicación sino durante el proceso de producción. En los encuentros que mantuvimos con Iosi nos reveló el caso de Américo Balbuena, un agente de inteligencia de la Policía Federal que estaba infiltrado en la Agencia Rodolfo Walsh. Este caso figura en el libro que publicamos.

M.L: A partir de esta información que nos suministró Iosi, me reuní con integrantes de la agencia y con el Ministerio de Seguridad para que tomaran cartas en el asunto.

APU: ¿Cómo creen que se dio el crecimiento de Iosi dentro de la comunidad judía en esa época?

M.L: Con preparación y dedicación. Se formó en política, cultura y hasta gastronomía judía, y reactivó una militancia estudiantil comunitaria que, en ese momento, estaba en baja. Armó un grupo que creció muchísimo, Ofakim, y hasta llegó a ocupar un sitial en la Organización Sionista Argentina. Siempre dice que, si lo hubieran dejado, se habría convertido en Presidente de la DAIA.

H.L: El crecimiento se dio en una época ligada a la primavera alfonsinista donde había bastante relajamiento respecto a las medidas de seguridad. Además, no había precedentes de ataques como los que sucedieron en la década del 90 en Argentina, de modo que no le fue complicado crecer dentro de la comunidad en base a su talento y preparación. 

APU: ¿Qué opinión tienen sobre el uso de estas prácticas de espionaje en Argentina desde el proceso hasta entrados los años 2000? ¿Cómo lograron subsistir pese al proceso de democratización que se estaba dando en el país?

M.L: Los miembros de los servicios de inteligencia— Stiuso es un ejemplo cabal— trascendían las conducciones políticas. Tenían su propio funcionamiento, muchas veces a espaldas del poder político que consideraban efímero. "Ustedes van a pasar y nosotros quedamos", pensaban.

H.L: La ideología de la última dictadura militar no se extinguió con el retorno de la democracia y los organismos de seguridad e inteligencia siguieron infeccionados de estas teorías basadas en el enemigo interior, en la sospecha del diferente y, básicamente, en el espionaje interno. A mediados de los 80 había infiltrados en organizaciones sindicales, políticas, religiosas y étnicas. Era posible no sólo por la ideología de muchos referentes de las fuerzas, que seguían operando, sino también por la defección de la clase política que no tomó las medidas de control efectivo que se debieron hasta fines del 2001, con el dictado de la Ley de Inteligencia Nacional, donde taxativamente quedó prohibida la inteligencia interna salvo excepciones muy precisas contempladas detalladamente.

APU: ¿Qué papel jugaron mitos como el “Plan Andinia” en la construcción de los judíos como potenciales enemigos? ¿Esos mitos subsisten hasta hoy?

M.L: El Plan Andinia tiene su origen en lo predicado por Walter Beveraggi Allende, un profesor de derecho. Pero mucho antes existieron “Los Protocolos de los Sabios de Sion” de la Rusia Zarista, que prendieron fuerte y circularon la teoría de los judíos como amenaza.

H.L: Aunque parezca mentira, han tenido bastante peso en institutos militares y fuerzas de seguridad en general. Tampoco debemos olvidar que, en las salas de tortura de la dictadura, los judíos recibieron una ración extra de tormentos y, según muchos testimonios, se les hacían preguntas que apuntaban a lograr una confesión respecto a un grado de participación de la patraña del Plan Andinia. 
Hasta hace poco he visto en varios medios reediciones del mismo. Incluso hace algunos años se le atribuyeron al General Bendini unos dichos al respecto que luego fueron desmentidos pero que, sin dudas, repercutieron por la relación de esos supuestos dichos al Plan Andinia. Hace unos años también hubo episodios violentos hacia un hostel que hospedaba a mochileros israelíes en el sur argentino. 

APU: ¿Cuál es la situación actual de Iosi y cómo contribuyó su testimonio a la causa AMIA?

H.L: Se encuentra en la órbita del Programa Nacional de Protección a Testigos Imputados en una situación de virtual clandestinidad. Se cuida con ayuda del programa y de sus propios recursos, pero es una situación muy compleja porque tuvo que abandonar los mundos sobre los cuales se movió a lo largo de su vida. Su testimonio todavía no contribuyó lo suficiente porque, al presentarse a declarar para ser incluido en el Programa, el fiscal Nisman no estaba presente y prestó declaración en su ausencia. Nisman nunca se interesó en conocerlo personalmente porque, ya en esos meses, estaba abocado a otro tipo de construcción política y geopolítica y esa fue la única vez que un Iosi muy agotado y asustado, declaró parcialmente ante empleados de la Fiscalía. La realidad es que nunca se profundizó lo necesario en esa línea de investigación.

APU: ¿Por qué creen que el testimonio de Iosi vuelve a recobrar relevancia al día de hoy?

M.L: Es de esperar que la serie pueda revertir la indiferencia de la Justicia. Hay muchas familias que aguardan saber la verdad. Siempre se pone el acento en la participación del terrorismo internacional en los atentados, pero con Lutzky nos preguntamos por qué no se investiga la conexión local, que siempre estuvo más a mano. Iosi puede ser la punta del ovillo.

H.L: Creo que es gracias a la serie. Si bien es una ficción basada en el libro tiene la potencia de llegar a un público enorme, sumado al compromiso de los directores y las declaraciones de los actores y actrices que han mostrado un interés y una sensibilidad hacia la historia que subyace detrás de Iosi. La impunidad, el encubrimiento, la historia no contada, la necesidad de hacer las preguntas adecuadas, muchas veces son posibilitadas por una producción audiovisual bien hecha.

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