Nisman llegó a Netflix: nuevo elemento en un sinfín de temas sin cierre
Por Diego Moneta
Si bien los últimos cuatro años nos han acostumbrado a las operaciones político-periodísticas de casos judiciales, la figura de Alberto Nisman (y lo que lo rodea) vuelve a cobrar relevancia. El próximo sábado 18 de enero se cumplen cinco años de la muerte del fiscal; la nominación de Daniel Rafecas, uno de los jueces que desestimó su denuncia, para la procuración general; la reaparición de Gustavo Béliz y la intervención de la AFI. Podríamos seguir. Cinco años y, sin embargo, este tema nunca perdió actualidad.
El 2020 nos recibió con una serie documental muy esperada: Nisman: El fiscal, la presidenta y el espía, dirigida por Justin Webster. Recoge mucha información (compacta más de mil horas de material de archivo), realiza nuevos aportes y deja nuevamente dudas y preguntas planteadas alrededor de temas politizados y partidizados desde el comienzo.
La serie muestra cómo los servicios de inteligencia, locales y extranjeros, y puntualmente la figura de Horacio Antonio Stiuso, han estado presentes desde el inicio en la investigación del atentado a la AMIA, en la denuncia de Nisman y alrededor de la muerte del fiscal. Primero muestra cómo la estructura de inteligencia se mantiene desde la última dictadura. Luego señala que el grueso de las pruebas relevantes sobre el hecho de 1994 fue aportado por dichos servicios. Por último cuenta que Stiuso fue quien asesoró y brindó al fiscal las "pruebas" del delito alrededor de un memorándum.
Si bien no es lo central, se le dedica cierto espacio a la investigación de la explosión en la AMIA, donde se cuestiona el rol de inteligencia y, sobre todo, del ex director de la SIDE, "Jaime" Stiuso, quien direcciona la causa hacía la “hipótesis iraní”. Gracias al aporte inédito de Ross Newland (delegado de la CIA en Buenos Aires a fines de los 90) y de James Bernazzani (agente del FBI que siguió de cerca el caso), se demuestra que nunca se comprobó que Ibrahim Berro fuera el conductor de la camionetaque finalmente explotaría, por lo que la conexión AMIA-Hezbolá-Irán se cae. Además, afirman que el caso estuvo mal manejado desde el principio, por no decir que se lo acomodó siempre a intereses particulares.
Sobradamente, se muestra la influencia y el poder que tienen los agentes. Pero también lo grosero que actúan a veces, como se puede notar en el apriete en vivo que le realiza Stiuso a Luís Moreno Ocampo (ex fiscal de la Corte Penal Internacional) en el programa de tv Intratables. Además, el ex director de la SIDE es también, según el entrevistador, el personaje más controversial alrededor de la muerte de Alberto Nisman, ya que justo en las horas previas a la exposición del fiscal en el Congreso, Stiuso decide no atenderle más las llamadas.
Todo esto nos lleva, inevitablemente, a la sostenibilidad de la denuncia realizada en 2015 contra el memorándum de entendimiento con Irán. El factor clave es el papel de Allan Bogado, presunto espía, en el contacto establecido con Yussuf Khallil (supuesto nexo con Irán). Nisman parecía convencido de que Bogado era un agente de la SIDE, que respondía directamente a la –en ese entonces– presidenta, y actual vice presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, Stiuso lo había denunciado meses antes por hacerse pasar como tal; es decir, por ser un agente trucho. En el documental, el ex director de la SIDE responde que Nisman estaba al tanto de esta situación. Lo que nos deja dos opciones: el fiscal forzaba la conexión o era manipulado por Stiuso. Por otro lado, más de una vez, desde dentro y fuera del gobierno, se intentó dejar en claro que el memorándum no afectaba las alertas rojas de Interpol. Aquí destaca la palabra del secretario de Interpol de ese entonces, Roland Noble, quien valida las explicaciones estatales. La denuncia se caía a pedazos pero Jaimito (de ahí el apodo "Jaime" para Stiuso) decidió hacer una de sus “travesuras” y no atenderle más el teléfono a Nisman; al menos hasta el lunes, luego de que exponga en el Congreso.
Respecto de la muerte del fiscal, se oscila entre las hipótesis del suicidio/homicidio, aunque la balanza final tiende a inclinarse por la primera. Que no haya pisadas, huellas o ADN que prueben que otra persona entró al baño de Nisman parece no dejar lugar a dudas. Incluso, la prueba que sustenta pensar en un asesinato (presencia de ketamina) podría caerse si el juez Julián Ercolini la desechara. Se mantienen dudas respecto a la inyección aplicada y el estado de mantenimiento de la droga en el cuerpo después de más de dos años de la muerte.
Hay interrogantes que el documental deja planteados, más allá de saber la responsabilidad del atentado y de la muerte del fiscal, que todavía no tienen una respuesta certera. Primero, el entrecruzamiento de llamadas entre Stiuso y otros sectores de inteligencia el día anterior a que se conozca públicamente la muerte del fiscal. No se volvió a investigar desde que Viviana Fein fue apartada del caso. Por otro lado, las cuestiones financieras que rodean a Nisman. La serie expone un informe secreto del gobierno de Estados Unidos que concluye que no hay justificación para el dinero en la cuenta que tenía a Diego Lagomarsino –con la madre y la hermana de Nisman como cotitulares– por lo que debía ser investigado por posibles sobornos. Un dato clave podría ser esclarecer la relación laboral del fiscal con el ingeniero informático. Lagomarsino dice que le daba la mitad de su sueldo, dando a entender que era normal en el Estado (aunque suene poco convincente). Finalmente, resta saber por cuánto tiempo se va a sostener la denuncia de Nisman, muy inconsistente, contra el memorándum de entendimiento con Irán. La causa está lista para ser elevada a juicio oral, a cargo de Claudio Bonadío, y aún se encuentran procesadas varias personas, entre ellas, Cristina.
También resulta interesante analizar paralelismos sobre posturas y actuaciones en distintos momentos del caso con la situación coyuntural. Seguramente resalte más la posición del actual presidente de la Nación. Alberto Fernández que afirmó, públicamente y en reiteradas oportunidades –y también lo hace en el documental– su duda acerca de que Nisman se haya suicidado. Hoy asevera que no hay una sola prueba que diga que lo mataron, pero mantiene su desconfianza ante la hipótesis suicida. Además, agrega que no duda que Cristina sea ajena a la cuestión, dato que no está incluido en la serie. Otro punto relevante es la persistencia de la fiscal Fein en sus consideraciones sobre la causa. Desde el inicio, se mantuvo en el eje de una “muerte dudosa”, sin decir lo que la prensa quería escuchar, separando la denuncia de la muerte del fiscal. Afirmó que no podía acusar a Lagomarsino sin pruebas y cuestionó el rol de la madre de Nisman y de Stiuso en la causa.
Vale la pena destacar que la denuncia y el caso Nisman han catapultado personas dentro de la política. El caso más destacable es Waldo Wolff, ex vicepresidente de la DAIA, que se convirtió en diputado nacional y ha tenido un rol protagónico en el PRO desde entonces. Laura Alonso y Patricia Bullrich también dieron un gran salto en la política. Ambas fueron la clave para que el fiscal decida exponer en el Congreso, y desde aquel momento levantan acríticamente la hipótesis del homicidio, lo que las llevó a ocupar lugares de renombre con Mauricio Macri en el poder (Oficina Anticorrupción y Ministerio de Seguridad, respectivamente).
En lo estrictamente documental, la serie es impecable. Incluye declaraciones, testimonios y pruebas judiciales, documentación audiovisual, entre muchos otros materiales. También hay un número abundante de entrevistas, donde destaca la declaración inédita de los representantes de la CIA y el FBI, pero también un diálogo muy participativo de "Jaime" Stiuso y Allan Bogado. Lo tiene todo: hay periodistas, especialistas, funcionarios públicos y aportes clave. Y no da golpes bajos, aunque que esto no significa que no tenga un testimonio emotivo. Quien más resalta en este casillero es Héctor Timerman, imputado por el encubrimiento a los presuntos atacantes iraníes. En las entrevistas, se nota el deterioro que iba sufriendo por su enfermedad, hasta fallecer en una injustificada prisión domiciliaria; y hasta se le otorga la posibilidad de reivindicarse al final, dejándoles un mensaje a sus nietas.
En definitiva, la serie es una muy buena opción para quien no esté al tanto del caso Nisman/AMIA. Cuando se hace un trabajo serio, surgen productos de este tipo. El documental deja en claro que las alertas rojas siguen vigentes, además de la oscura participación de los servicios de inteligencia y las dudas que todavía hoy están sin responder. Ingredientes infaltables para dar un debate realmente a la altura acerca de un tema que, nuevamente, se mete en la agenda mediática.