Atrapado sin salida: los orígenes de un monstruo

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Atrapado sin salida: los orígenes de un monstruo

29 Agosto 2020

Por Manuela Bares Peralta

¿Qué estabas haciendo la primera vez que la viste?

Hay películas que se graban en nuestro inconsciente porque forman parte de un ritual de otro tiempo. Atrapado sin salida forma parte de ese pequeño catálogo de películas heredadas; las que se transmiten de boca en boca, de las que la cultura popular se encargó de mostrarnos infinitas referencias antes de que llegáramos a alquilarla. 

Escribir sobre esta película es también recordar en voz alta ese momento: cuando las películas se elegían cuidadosamente en el videoclub del barrio y podías volver a verlas cuantas veces quisieras por el lapso de una semana (siempre y cuando no fueran estrenos).

Descubrí a Jack Nicholson de forma imperfecta y accidentada. Lo mismo me pasó con Sean Connery o Marlon Brando. Formo parte de una generación que sólo pudo acercarse a una era a través de grandes franquicias como Batman, La Liga Extraordinaria o La Isla del Doctor Moreau. Con la llegada del DVD, la conexión por banda ancha y de la descarga online tuve acceso a clásicos como Un tranvía llamado deseo, Apocalypsis Now, Los Intocables y El resplandor. La primera vez que vi Atrapado sin salida dije en voz alta: "Es igual a la escena en la que Barney intenta ahogar a Homero cuando se niega a tomar cerveza". Un capítulo de Los Simpsons que había visto una tarde en Telefe.

Para mí, la película dirigida por el gran Miloš Forman es una gran concatenación de inolvidables escenas: cuando el personaje de Jack Nicholson se roba un autobús escolar y se lleva a los pacientes del hospital psiquiátrico a un viaje de pesca, el intento fallido por arrojar un carrito de hidroterapia a través de una ventana que les permitiera darse a la fuga o los enfrentamientos entre Mcmurphy (Nicholson) con la enfermera Ratched (Louise Fletcher).

Alquilamos la película una tarde después que volvíamos del colegio. Estábamos en primer año y el hermano más grande de un amigo le había hablado de la película. Mi papá había hecho lo mismo conmigo, y hasta había reproducido en forma de cuento la escena final entre el Jefe y Mc Murphy. La primera vez que la alquilé no sólo estaba viendo una de las grandes películas del siglo XX, sino que estaba conociendo el mundo adulto sin intermediarios.

Se supone que las reseñas tienen que tener una introducción concisa y clara de qué va la película, un gancho que haga que el lector tenga ganas de verla y un cierre con el suficiente peso como para que haya valido la pena la lectura. Me doy cuenta que estoy incumpliendo todas las indicaciones, pero estoy convencida de que hay películas sobre las que no se construyen resúmenes ni críticas porque, aunque no las hayas visto, sus referencias inundaron programas, chistes, canciones, libros y memes. Forman parte de la cultura popular y a la cultura popular no se la explica, simplemente se la disfruta.

 

Reversiones, remakes y precuelas, un mundo lleno de contraindicaciones

Hace unos años atrás, Fox sacó al aire una versión modernizada de El exorcista. La película con la que nuestros viejos tuvieron pesadillas durante años y se desmayaron en el cine. Uno de los clásicos de terror que, junto a Poltergeist, forman parte de los títulos más maldecidos en la historia del cine. La remake fue una prueba llena de licencias creativas y argumentales, pero digna. Un buen efecto especial puede salvar un argumento que no convence, quizás a las segundas vueltas en el género las haya salvado eso. Pero, ¿qué sentido tendría recrear La naranja mecánica o Atrapado sin salida con un actor que no sea Malcolm McDowell o Jack Nicholson, o con un reparto que no cuente con Louise Fletcher, Danny DeVito y Christopher Lloyd reinterpretando sus roles en el hospital psiquiátrico de Oregón? Simplemente ninguno.

Volver a los orígenes no es un recurso nuevo. Ya lo hicimos con Norman Bates en la serie de televisión Bates Motel o con Gotham. Es una forma de volver a un clásico que funcionó, sin correr el riesgo de reversionarlo. ¿Quién no quiere conocer los orígenes de un villano? Sobre todo cuando las historias originales nos develaron muy poco sobre ellos. Este es el caso de la precuela Ratched, que promete ser uno de los estrenos más interesantes de la cuarentena. 

 

¿Dónde viven los monstruos? 

Ratched se va a centrar en la historia de la enfermera Mildred, 16 años antes de la llegada de Mcmurphy al hospital psiquiatrico. Reconstruir sus orígenes no sólo va a ser el punto de partida para entender cómo se convirtió en la villana de Atrapado sin salida, sino también para conocer los horrores que se ejecutaron en nombre de la medicina psiquiátrica, en muchos pacientes excluidos del sistema, durante gran parte del siglo pasado.

Con Ryan Murphy a cargo, la nueva apuesta de la plataforma Netflix y de la señal Fox amenaza con convertirse en la sucesora de American Horror Story, antes de que se convirtiera en una repetición de sí misma. Ratched no sólo es la enfermera a cargo del hospital psiquiátrico de Oregón, que con su mirada inflexible y sus palabras suaves pero incisivas domesticaba y torturaba a los internos, sino que es una de las villanas más recordadas de la historia del cine. Pero a diferencia de La Malvada Bruja del Oeste o de Darth Vader, Mildred era real y existía es más lugares de los que nos gustaría creer.

Hay trilogías y recreaciones que le hacen justicia a la historia original. El cine y la televisión no están exentos de buenas experiencias, así como de grandes fiascos. Pero que Sarah Paulson esté a cargo de interpretar a un símbolo del abuso institucional, y a los orígenes de un monstruo del cine de los 70, es síntoma de algo bueno. Ahora, sólo resta esperar a que el monstruo aparezca en pantalla.
 

 

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