Horacio Convertini: "Homo Argentum entró derechito a la grieta"
Horacio Convertini es periodista, guionista y uno de los pocos escritores argentinos con una obra consolidada dentro del género del policial negro. Hay pocos autores contemporáneos como Convertini; en su capacidad de llevar cualquier mínima trama a lugares insospechados, se mezcla el humor, la ironía y el sarcasmo, logrando rescatar desde los escombros de las palabras las miserias y grandezas del ser humano. Leerlo hace bien, conmueve y te mejora. Modifica, en el sentido que Sartre le daba al término. Cualquiera que haya leído Lo oscuro que hay en mí, sabe a lo que me refiero.
El periodista de tantos años (fue editor jefe de la sección Policiales del diario Clarín, y actualmente dirige la revista dominical Viva) se desdobla en narrador y, desde hace unos años, en guionista. Y esto último es el motivo de la entrevista. “Una vez, mi ex agente me contó que alguien importante de la industria editorial le dijo: “Pero al final, ¿qué escribe Convertini?” Esta persona no podía encasillarme en un anaquel de librería. Le molestaba que yo pudiera moverme en distintos espacios. Lo que a él le parecía un demérito, a mí y a mi ex agente nos parecía un mérito. La literatura, al menos en mí, es un espacio de libertad e independencia. Bueno o malo, escribo lo que se me canta y, como dijo Obdulio Varela antes del Maracanazo, ´los de afuera son de palo´”, dice Horacio Convertini durante la entrevista para la AGENCIA PACO URONDO.
Entre otras distinciones, Horacio Convertini ganó el Premio de Novela Negra Extremo Negro-BAN con El último milagro (2013) y el Premio Celsius de Ciencia Ficción (España, 2018) con Los que duermen en el polvo. Su libro de relatos Los que están afuera obtuvo el Premio de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires, bienio 2008-2009, en el género cuento. Su libro más reciente, La exactitud del dolor, fue nominado para el premio Dashiell Hammett 2025 a mejor novela negra de habla hispana en la Semana Negra de Gijón (España). Como guionista, trabajó en producciones para México, Brasil y Argentina. Fue coguionista de Homo Argentum, la película dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, que llevó dos millones de personas a las salas y fue la más taquillera del cine argentino de los últimos diez años. Su relato “Lo que sea, cuando sea”, del libro Aguante, fue adaptado a serie y filmado en Brasil. Se estrenó en 2024 a través de la plataforma Disney. Esta producción fue nominada a mejor serie dramática en los Produ Awards y Convertini, a mejor guionista.
AGENCIA PACO URONDO: Hace algunos años comenzaste a incursionar en la escritura de guiones para cine, ¿qué te motivó ir hacia ese género?
Horacio Convertini: La historia es larga. Todo el tiempo aparecían guionistas, directores o estudiantes de cine que me decían que mis novelas eran muy “cinematográficas”. Algunos me entusiasmaban con empezar a trabajar en conjunto para llevarlas a la pantalla. Yo, un chico de Pompeya al fin, ya me veía levantando el Oscar. ¿Una ingenuidad? Sí. No soy el más piola del condado. Así que me subía al tren y avanzaba, pero finalmente todo quedaba en la nada. Así fue que decidí captar la atención de directores hechos y derechos en mis novelas.
En esa búsqueda di con Mariano Cohn y Gastón Duprat. Leyeron mis libros (lo que me sorprendió muchísimo), les gustaron, pero me dijeron que ellos, por distintas razones, no filmaban esas historias. Pero les interesó lo que yo podía aportarles creativamente. Y un día de 2019 me convocaron para presentar ideas para un “pitching” que ellos iban a tener en Disney. Dos ideas mías fueron seleccionadas y compradas para realizar series. Entonces me preguntaron si quería involucrarme en la escritura del desarrollo y los guiones. Dije que sí y arranqué. Así empecé un oficio nuevo que me encanta. Igual, debo decir una cosa: mi último libro, La exactitud del dolor (Letras de Plata), fue originalmente el guion de un largometraje que escribí en 2002. Desmontarlo y transformarlo en una novela me demandó veinte años.
"¿Por qué los productores o directores buscan escritores? Porque sabemos contar historias. ¿Por qué los escritores escriben guiones? Porque hay más guita".
APU: Hay varias posturas con respecto a si un guion es o no literatura. Partiendo de tu opinión al respecto, ¿con qué ventajas y desventajas cuenta un narrador al momento de escribir guiones?
H.V.: Un guion no es literatura porque es una escritura hecha para ser filmada. Es una narrativa en la que intervienen los gustos estéticos del realizador, las posibilidades presupuestarias del productor y los aportes de los protagonistas, si es que son actores cotizados. Vos entregás un borrador que puede ser modificado por los distintos creadores que forman parte del proyecto. La ventaja: el cine y las series pagan mejor, mucho mejor, que la literatura. La desventaja (que también puede ser una ventaja): el guion es un trabajo colectivo que te doma el ego. Si para filmar un guion tuyo, Brad Pitt pide cambiar un diálogo, lo cambiás. Pragmatismo puro.
APU: Existe en Argentina una fuerte tradición de escritores que se han volcado a la escritura de guiones, ¿tenés tus propios referentes? ¿Por qué pensás que sucede eso con los escritores?
H.V.: Borges y Bioy Casares escribieron el guion de Invasión, la película de Hugo Santiago de los sesenta. De ahí para adelante, está todo permitido. Juan Pablo Feinmann escribió el guion de un peliculón como Últimos días de la víctima. Leo Oyola, Fabián Casas, Pablo Ramos, Juan José Becerra, Camila Fabbri o Gabriela Larralde, por citar algunos de este tiempo, también incursionan en lo audiovisual. ¿Por qué los productores o directores buscan escritores? Porque sabemos contar historias. ¿Por qué los escritores escriben guiones? Porque hay más guita. Y porque hay una ilusión que no siempre se cumple: que una película exitosa arrastrará más lectores a tus libros.
APU: ¿Cómo se aborda la escritura de un guion a diferencia de la narrativa?
H.V.: El guion se escribe con acciones y diálogos. El virtuosismo del lenguaje no juega. A la escena la tenés que imaginar antes de escribirla y no hay firulete que valga: algo que pasa, algo que se dice. Punto. Mi método de trabajo es sencillo: trato de “ver” la escena en términos cinematográficos. La escribo. Luego la confronto con la perspectiva de los demás integrantes del equipo. Se aprende mucho. El copete literario te lo bajan de dos cachetazos enseguida.
APU: Pienso que la literatura es en apariencia un oficio más solitario, a diferencia del guion.
H.V.: Totalmente. Yo he trabajado con tipos que vienen del cine, como Martín Bustos, Diego Bliffeld o los propios Cohn-Duprat, profesionales creativos, inteligentes, que saben sacarle jugo a cada escena. El guion es un trabajo cooperativo. Vos decís A, el otro B y podés estar una hora discutiendo. A veces se impone tu parecer, a veces no. Quizás te agarrás una bronca bárbara, pero al final te das cuenta de que esa interacción funcionó, fue virtuosa. En la literatura, sos vos y tu circunstancia. Vas por donde querés, terminás donde querés. Los editores suelen ser muy respetuosos. Te piden por favor un ajuste. Y podés acceder a no. El resultado puede ser la obra maestra o Devoto. En ambos casos, el responsable sos vos y solo vos.
"Lo que mayormente cuestiona 'Homo Argentum' es al votante prototípico de Milei".
APU: ¿Cómo fue tu experiencia al momento de escribir el guion de Homo Argentum?
H.V.: Yo fui uno de los co-guionistas junto a Cohn y los dos Duprat, Gastón y Andrés. También hubo aportes creativos muy valiosos de Juan José Becerra, Mario Mactas y Leonardo D’Esposito, entre otros. A mí me contaron el proyecto, me propusieron aportar ideas y sumarme al desarrollo general. Trabajé en el guion de muchos episodios. Se pensaron y guionaron unos cuarenta, hasta que finalmente se seleccionaron dieciséis. Fue un laburo intenso, muy desafiante. De pronto, te largabas a escribir y armabas una historia de veinte minutos y la idea era de que quedara en la mitad. Cortar es lo peor. Pero ahí confiaba en el talento y el oficio de Cohn y Duprat.
APU: Se trató de una película que generó cierto revuelo. ¿Cómo te sentiste al respecto?
H.V.: Homo Argentum entró derechito a la grieta. Ciertas declaraciones previas al estreno hicieron que se la interpretara en el marco de la antinomia mileísmo-kirchnerismo. La noticia de que Milei la había pedido, que se la hizo ver al gabinete y a sus legisladores en Olivos antes del estreno oficial y que la elogió enfáticamente terminó de activar la bomba. Por eso, algunos periodistas del campo kirchnerista cuestionaron la película sin haberla visto y dijeron, textual, que era una mierda apátrida y que estaba en contra de la industria nacional. ¡Hasta llamaron a boicotear a una producción que les había dado laburo a decenas de actores y técnicos argentinos! La pereza intelectual de analizar todo bajo la lógica binaria de la política partidista me da pena.
Reynaldo Sietecase hizo algo que otros no: la vio. Y dijo que Milei no había entendido la película. Lo que mayormente cuestiona Homo Argentum es al votante prototípico de Milei. Cristina, que es más viva que muchos de sus seguidores, le pidió a Disney una copia. Sé que se la mandaron. ¿La vio? Lo ignoro. Enseguida estalló el escándalo de Karina y el tres por ciento y eso arrastró las marcas. Me quedé con la duda. Pero hasta el episodio del cura que sermonea a los pobres, que tanto ofendió a los periodistas progresistas, nos plantea una paradoja: ¿se acuerdan cuando se decía que la religión era el opio de los pueblos? ¿Quién lo decía? ¿La derecha o la izquierda? Una clase de historia les hubiera hecho bien a muchos. O al menos bajarse del pony y ver la película. Después, claro, habrían podido decir si artísticamente era buena, mala o regular, pero ese es un análisis de otro tipo en el que yo no me meto. La gente, menos prejuiciosa, la eligió: dos millones de personas la fueron a ver en un escenario de retroceso general de asistencia al cine. Y es la producción nacional que más guita le aportó al INCAA en muchos años.