¿Qué se juega la economía en las elecciones de 2019?

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¿Qué se juega la economía en las elecciones de 2019?

16 Julio 2019

Por Carlos Baraldini*

Analizaremos primero la propuesta continuista del actual gobierno nacional. El actor principal en materia económica seguirá siendo el bloque de las grandes empresas y multinacionales, en especial de servicios (bancos, seguros, gas, luz, combustibles, comunicaciones, etc.), farmacéuticas, alimenticias y multinacionales agroexportadoras. En muchas de estas actividades existe de hecho un monopolio, donde el usuario no puede elegir. Por lo tanto el llamado mercado juega un rol muy limitado, digamos, en estado de excepción. Tampoco se cumple que los precios obedecen al juego libre de la oferta y la demanda. No es el mercado el que fija el precio de medicamentos, alimentos y servicios del hogar, tampoco la tasa de interés de créditos y gastos de mantenimiento de cuentas bancarias o seguros, mucho menos el precio de los combustibles.

Por lo tanto alardear de “mercado” es una falacia del actual gobierno nacional. Tampoco se cumple en el mercado el valor de los salarios, dado que las paritarias están acosadas por el desempleo, que no tiene ninguna contención. Por lo tanto el rol sindical se desfigura en materia de negociación salarial, cuando hay millones de desempleados y otro tanto de subempleados o de trabajadores informales, sin convenio y sin cobertura social. Hasta aquí verificamos que el mercado libre no funciona, es una falacia, un embuste. El actual gobierno promete la reforma laboral y previsional. Y lo hace cabalgando sobre las mismas prácticas y teorías de 1990 y el 2001, con ideas de Cavallo y su comparsa. Y lo promete en forma especial a esos actores principales que lo apoyan. ¿En qué consiste?

En materia laboral, apoyados en el gran desempleo y la debilidad intrínseca de los sindicatos, reducir las llamadas cargas sociales o contribuciones patronales, con el objeto principal de auspiciar la creación de empleos. Nunca se verificó en la experiencia esta teoría de la escuela económica de Chicago y la comparsa criolla. Se redujeron las contribuciones desfinanciando las obras sociales y los fondos previsionales destinados a los jubilados/as y pensionados/as, sin aumentar un décimo el empleo formal. Quieren además, discutir cada año los convenios colectivos, por lo tanto, se caen los derechos adquiridos. ¿Por qué? Porque dicen que las realidades empresariales cambian y lo que se prometió un año, al otro año no se puede cumplir. Porque actúan fuerzas del mercado que las empresas no pueden controlar. Quieren además agregar la productividad como la única forma de ajustar salarios. Y aquí entran a jugar datos que las empresas nunca proporcionan para fundamentar sus niveles de productividad y costos. ¿Por qué? Porque dicen que son datos relevantes y secretos y pueden ser usados por la competencia. Entonces los sindicatos deben tomarlos como ciertos, con lo cual no se aplica la ley de igualdad de métodos y tecnologías para analizar su probable cumplimiento. Otra farsa de la democracia en materia económica, el empresario es el único soberano.

Si en un año bueno para las empresas se deciden otorgar días de licencias pagas por estudio, en otro año llamado malo, sin comprobación alguna por parte sindical, no se otorgan o se reducen. Es decir los Convenios no acumulan las conquistas, las tienen que discutir cada año. Junto con esta relatividad de los convenios, se discute todo cada año: la multifuncionalidad de los dependientes, la discreción empresarial para enviarlos a otras dependencias y zonas geográficas, ocupar otros puestos de trabajo y asumir otras obligaciones. Es decir el convenio gira alrededor exclusivamente de la conveniencia empresarial. Ya no es convenio, es discordia.

Al reducir las contribuciones patronales desfinancian las obras sociales y sus planes de prevención de la salud, los únicos vigentes para la familia trabajadora, con lo cual contribuyen a aumentar el deterioro de atención de los hospitales públicos. En materia previsional el actual gobierno nacional promete la jubilación privada, para mejorar sus rindes a los mejores actores: empresarios, ejecutivos, profesionales… Consiste en abrir una cuenta previsional propia en algún banco que administre esos fondos, que estarán libres de impuestos y gravámenes. Con lo cual los actuales fondos previsionales quedarán carentes de estas altas contribuciones, sumado esto a las contribuciones patronales que nunca llegaron por ocupar trabajo informal o en negro. En realidad la reforma tiene por objetivo mejorar la jubilación a los mayores ingresos del sistema, del resto se ocupará la beneficencia estatal.

Estos últimos atributos intentan enamorar a ciertos sectores de clase media alta, como lo fueron las AFJP, que después resultó un fiasco, una frustración, dado que ningún plan privado de jubilación ha podido cumplir con las expectativas: las comisiones se cobran por adelantado y los servicios se brindan a futuro, a varios años por delante que nadie puede asegurar. Las Pymes, los pequeños y medianos productores del campo, del comercio y los servicios, no están entre las prioridades del programa económico de este gobierno: mamarán por derrame. Finalmente los trabajadores y trabajadoras, la ciencia, la tecnología, las economías regionales y los frutos de la tierra, seguirán esperando, dado que han elegido con este programa sumarse al capitalismo global, que ya no le interesa la demanda y mucho menos de los que menos tienen. Ahora las grandes empresas eligen una demanda selectiva y los precios no surgen de la oferta y la demanda, sino de la oportunidad de maximizar las ganancias, no importa si al precio de contaminar el planeta o destruir la democracia.

El valor de la divisa o la inflación, son consecuencias o efectos del manejo económico de estos actores. Si de cada 100 dólares que se pidió prestado al FMI, más de 60 se fugaron, nos queda deuda sin activos, solo deuda. No es conveniente analizar este programa de gobierno girando sobre estos dos únicos temas, dado que son consecuencia de medidas mucho más profundas y estructurales. Lo importante es que para pagar esta deuda externa habrá que reducir los presupuestos de educación, salud y bienestar social, porque según el presidente no hay que ser “enano incumplidor”, especialmente con el primer mundo. Que el dólar baje o suba no es la cuestión principal a la que nos quieren atar. Tampoco es válido el razonamiento que se necesitan los préstamos porque no exportamos y no conseguimos divisas, tanto para pagar las importaciones como para respaldar la moneda. Todo este razonamiento neoliberal no está fundamentado en la experiencia. En 1982 con la dictadura militar y en el 2001 con la democracia limitada se afrontaron estos dilemas con los mismos argumentos y no hubo resultados positivos para la Nación ni para los intereses nacionales. Fue entrar al infierno. Nos dejaron una deuda externa que limitó todo programa económico para combatir el desempleo y reducir la desigualdad, sometidos a la auditoría del FMI a reducir presupuestos previsionales, salarios del Estado y otras medidas de ajustes, como la privatización de empresas nacionales y la reducción de impuestos a las grandes empresas. Esto es en síntesis, lo que ofrece en materia económica y calidad de vida este gobierno nacional para los próximos cuatro años. En la segunda parte del artículo analizaremos el programa de la oposición y las propuestas que germinan al calor del debate y la crisis socio-económica de los últimos tres años.

 *Especialista de costos y organización.

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