Jugar haciendo memoria

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Jugar haciendo memoria

05 Abril 2020

Por Norman Petrich

 

Cada vez son más quienes eligen un juego de mesa para pasar un rato, poner su cabeza en movimiento mientras comparte horas con amigos o familia. Un verdadero resurgir. Pero, esta vez, ese auge viene acompañado por una elaboración que podríamos llamar local. Algunos, con una fuerte connotación nacional y popular. No es poco, en días de aislamiento preventivo.

 

Agencia Paco Urondo: Hay una gran producción de juego de mesa en tiempos de conectividad virtual. Mi ignorancia los hizo prácticamente desaparecer… ¿Cómo es el tema?

Gabriel Andrade: No es que uno tiene que elegir entre los videojuegos o los juegos de mesa, como si fueran opuestos. Pueden convivir. El tema es que el juego de mesa tiene un componente diferente en la proximidad, la risa, el contacto, aprender a esperar, a ganar, a perder, a respetar reglas. Una vez que empezás un juego lo terminás, te guste o no, porque hay una conciencia de grupo. Esto empieza en Europa en los años 70, teniendo el auge mayor en los 80 y 90. Europa después de la guerra no queda muy proclive a los juegos bélicos, que vayas y destruyas lo que está haciendo el otro. Los Eurojuegos es lo que Argentina copia más, donde vos colocás trabajadores, creás tus recursos, hacés tu juego, ganás una cierta cantidad de puntos, bloqueás más o menos sutilmente al otro pero no vas y lo destruís. El epicentro de todo esto es Alemania, la más perjudicada por la II Guerra Mundial, de hecho el “Oscar” de los juegos de mesa, el  Spiel des Jahres, se entrega en Essen. Francia, España, Italia tienen el suyo pero este es el más importante. Argentina hace 5 años que se suma por el tema de estar más o menos aislada por la importación. Llega y entra a un mercado donde tenemos al Estanciero que el año que viene cumple 80 años, el TEG, que son juegos altamente dependiente del azar. Esto está ya muy mal visto, se busca que el azar sea mínimo, apostar más a la estrategia. Los hay para chicos, con una mínima estrategia y otros para adultos, más complicados, que pueden llevar varias horas. Volviendo, llega a Argentina el Catán, insignia de los Eurojuegos, y empiezan un montón de autores a crear los propios con características de nuestro país. Algunos hacen material exclusivamente nacional y tienen su propia editorial. Se reúnen en Épica Juegos que las asocia y les suma su sello. Además, los que estamos bajo esa órbita también vendemos los juegos de las otras editoriales. Otros los hacen más generales, como un profesor del San José (colegio rosarino) que en 2019 ganó el Alfonso X, el premio nacional, con su Corona de Hierro, ambientado en Italia en el siglo X. Hay otros autores y editoriales como Patria Lúdica que hace exclusivamente juego argentino…

APU: ¿Qué es Patria Lúdica?

GA: Patria Lúdica es una editorial que nace como una necesidad personal, como una catarsis después de que las fuerzas populares tuvieron una gran derrota en la elección de 2015, la que me sumió en una enorme tristeza por no comprender que se votó algo que ya sabíamos en qué iba a terminar y sentí que perdíamos por goleada. Allí empecé a trabajar en algo que realmente creo (en esto soy totalmente gramsciano): de que hay que hacer pensar a la gente como nosotros y después tomar el gobierno. Lo usó el poder para ganar esas elecciones. Entonces, el primer juego que hago es La República Perdida, que es sobre el golpe de Estado del 76 y meto 100 personalidades. La ley argentina habla de que un juego es original si no copia ni el título ni la gráfica, pudiendo copiar las mecánicas. Siguiendo esas reglas me baso en un juego clásico que se llama Cup Reform pero le agrego componentes nuestros: aparece la cápsula de cianuro, el paso a la clandestinidad. Hay 6 grupos: fuerzas militares, las revolucionarias, de la Iglesia, periodísticas, económicas y empresarias. En cierta forma, repite la mecánica del otro pero aparecen personajes que lo modifican sustancialmente. Por ejemplo, en este juego pueden perder todos…

APU: Algo que no parece muy normal en un juego

GA: Claro, muchas veces cuando testeás el juego ves cómo funciona el ser humano. Cuando está por terminar la partida y quedan dos jugadores y no tenés la carta que te permite ganar representada por la figura de una personalidad notable, vos tenés la opción de eliminarte para que no pierdan todos, Y es muy interesante ver quién decide seguir adelante aunque pierdan todos y quién toma el camino contrario. Después tenés Caciques, donde 21 pueblos originarios se disputan el territorio; Revolución que es sobre la Revolución de Mayo, Década Infame, ambientado en el 1930; Patria  Grande que es un juego de apuestas donde cada uno cuenta con tres países latinoamericanos y uno imperialista en donde intentás liberar un país adivinando y apostando sobre las cartas del resto; Los Siete Locos, donde mi vieja afición por escribir se une al componente político, aunque todos los juegos lo tienen, un juego donde tenés que ver quién es el que mejor miente.

APU: Eso te iba a marcar, vos tenés varios libros publicados y esto de los juegos me parecía un salto hacia otro lugar y ahora no me parece tan así.

GA: Yo me acordaba de Sábato escribiendo y pintando y que en una entrevista le dice a la periodista “¿Usted leyó mis libros?”. Ante la respuesta positiva, remata “bueno, es más o menos lo mismo”.  Vale para los juegos. Si le va bien hay una saga (expansiones, la llamamos). Y tanto como en la escritura, también hay una decisión política. Te doy el ejemplo con el Desmemoria, uno de los juegos. Aquí vos te perdés en la Historia Argentina reflejada en 36 escenas que van desde las Invasiones Inglesas hasta la caída del Presidente De la Rúa. Supongamos que jugamos 7, que es el número máximo, hay 6 que se perdieron en la historia y 1 que es el desmemoriado pero nadie sabe qué carta tiene el otro. Entonces vas haciendo preguntas que no se pueden repetir ni devolver el cuestionamiento a la persona que te la acaba de hacer, sutilmente, para que la respuesta te sirva. Por ejemplo, si estás en las Invasiones Inglesas y tu pregunta es si hace mucho ruido el auto y te contesta que si, eso te muestra que no tiene idea donde está y puede ser acusado. Ahora bien, no son inocentes las elecciones de estas escenas: si vos elegís el 17 de octubre, el bombardeo a Plaza de Mayo, la Restauración Democrática, el Megacanje y no elegís un hito como la presidencia de Sáenz Peña connotan una decisión política. Pero el juego en sí es neutro. Puerta de Hierro, que versa sobre el exilio de Perón, es un juego políticamente neutro. Yo, como peronista, no estoy cómodo con que haya cartas que tenga a López Rega, a Isabel, a Bogetich, el croata guardaespaldas nazi de Perón. O La grieta, nombre puesto a propósito.  Algunos creen que nació con el kirchnerismo y la crea Lavalle cuando, sin juicio ni proceso, fusila a Dorrego. Entonces viene un chico y lo ve y se pregunta pero cómo, la grieta no es más acá y se encuentra con un juego de unitarios y federales… Y empezás a meter la palabra y a través de ella, a disputar el sentido común. El poder lo hace de esa manera. Cuando agarra El Estanciero y te impone una forma monopólica. En este juego tenés que pagar porque el otro tiene un título de propiedad y uno lo relaciona con la pampa húmeda donde tenemos un cuasi sistema feudal más que un capitalismo feroz. ¿Cómo es esto de cobrar sin trabajar y encima llevarte la tercera parte de la renta? Ahí le estás bajando a un pibe el sentido común de que podés vivir sin trabajar si tenés el título de propiedad, y estás convalidando lo que hace la oligarquía. En Reforma Agraria, que es el juego en el que estoy trabajando, pasa totalmente lo contrario: la tierra es para el que la trabaja. En ninguna parte dice esa frase pero en el espíritu del juego está. Yo no sé que tanto peso, probablemente no mueva el amperímetro pero es lo que puedo hacer. Hay tanto juego argentino de vikingos, de medioevo que uno trata de “meter el bichito” y que el otro se pregunte ¿qué es esto? Juegos de Historia y Política Argentina, y funcionan porque funciona la mecánica. Es algo que prende muy rápido en los chicos, no hay que convencerlos, están y se meten y sacan su verdadera personalidad, juegan a ganar y aprenden a realizar estrategias, tienen que pensar (sin llegar a ser el ajedrez) en jugadas a varios turnos adelante, especular, adivinar cuál es la jugada que va a realizar el otro, implican a la matemática para desarrollar el pensamiento lógico que para mí, que tengo un instituto de enseñanza, es algo hermoso.

APU:¿Cómo es la producción de los juegos argentinos?

GA: Artesanal, juego por juego. Imaginate, Patria Lúdica tiene ya 12 títulos, para producirlos en offset sería una inversión más que importante e irrecuperable. Hay algunas editoriales como El Dragón azul que produjo el juego de Franco Toffoli, este profesor del San José que te conté e hizo mil. El resto es bien artesanal. Se hace lo más fordiano posible, conozco el proceso, todos los conocemos, tenemos nuestras herramientas... De todas maneras, Patria Lúdica no nace para hacer juegos físicos. Nace como una página de Internet para que la gente pueda descargar los juegos en forma gratuita. Y van a seguir estando.

APU: Claro, antes de producirlos físicamente la idea original era otra.

GA: A mi me gusta más crear, tengo muchos en la cabeza. Por eso creé la página, para que la gente pueda acceder, bajarlos e imprimirlos sin más costo que los materiales pero me pasó que iba a los festivales con los prototipos y la gente quería comprarlos. Y era muy incómodo explicarle que no, que tenía ese para mostrar y que lo podía descargar gratis de la página, que ahí estaba todo, el reglamento, las cartas, las fichas, hasta la ilustración de la tapa. Y me decían que no, que no tenían ganas, que no tenían tiempo. Hasta alguno se me enojó. Vos veías que se repetía la gente y ya no me dio más la cara y me metí en un baile que no quería…

APU: Y al igual que la mayoría de los escritores, empezaste a militar tus juegos

GA: Claro, yo vengo de la militancia de base cristiana, de chico me acostumbré a patear las villas y uno  tiene metido eso de “hay que hacerlo” y se va haciendo de la mejor forma posible y milita su obra pero también se siente parte de un colectivo, uno sabe que hay una idea central, un hilo conductor. Y lo mismo con los libros, buscábamos dónde presentarlo sin pagar, le pedíamos a otros escritores que hablaran sobre él en la presentación con todo el agradecimiento que uno tiene porque le lean el libro sabiendo que todos trabajamos de otra cosa. Casi nadie vive de los juegos ni de los libros. Lo hace para no implosionar y porque uno cree. Es lo mismo que hice siempre pero con otro formato. Le pone cabeza y le pone tiempo. A mi me sirve, como en su momento me sirvió la escritura. Y te empezás a juntar con gente y te das cuenta que no estás tan solo.

APU: Y viajaste a Europa a presentar algunos de tus juegos.

GA: Si, al Festival de Córdoba, en España. Primero que no es fácil que te den un lugar y después que te lo dan por horas, no como acá que es permanente para los días que dure la feria. Dio la casualidad que fue un 12 de octubre y que los dos juegos que me invitaron a presentar fueron Caciques y Revolución. Inclusive se hizo en el Palacio de la Merced, que es donde se supone que Isabel, la Católica le dio la plata a Colón para que descubriera y sometiera a lo que ellos pensaban sería Las Indias. Parecía provocador pero fue una linda experiencia porque con la gente que hablé, en su mayoría andaluces, era algo ajeno a ellos, como que fue otra gente y se ponían del lado de los patriotas ante las explicaciones históricas que uno les daba. No corrimos peligro bajo ningún punto de vista (risas). Linda experiencia que te permite mostrar lo que hacés en otro lugar aunque no pase de eso porque ningún editor europeo lo va a producir, son juegos muy locales. No están desemantizados. Uno me dijo (por Caciques) le pones Vikingos y te lo edito pero no, yo no hago juegos de vikingos. Por lo mismo que dije antes.

 

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