“El cuerpo del cineasta es garantía de una realidad que se expresa como particular y subjetiva”

  • Imagen

“El cuerpo del cineasta es garantía de una realidad que se expresa como particular y subjetiva”

29 Agosto 2015

 Por Pablo Russo

Ivo Aichenbaum nació en 1985, pasó su infancia y adolescencia en la Patagonia, y luego estudio Diseño de Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires. “Cabeza de ratón” (2013) es su segundo largometraje, que al igual que “La parte automática” (2012) se construye a modo de un diario autobiográfico, en este caso a partir del regreso de Ivo a Santa Cruz, con la intención de trabajar en Río Gallegos. La voz en off del director que narra en primera persona va anclando el sentido del relato, que por momentos deja paso al documental observacional. Este regreso, apoyado en material de archivo personal e institucional, está precedido por la sombra de una ausencia: la de su amigo Chori; y propone una postal desangelada e inhóspita de la ciudad austral, cuna y sepulcro de Néstor Kirchner.

Agencia Paco Urondo: ¿Cómo nace esta película? ¿Volviste a Río Gallegos pensando en documentar, hubo un disparador relacionado al suicidio de tu amigo Pablo, o el tema surgió después?

Ivo Aichenbaum: Es difícil ubicar un punto de partida para esta película. Yo ya venía sacando fotografías fijas e indagando en materiales de archivo y realizando trabajos como artista visual que rodean los asuntos y visualidades que están plasmados en la película: noches neblinosas, videos U-matic desmagnetizados, viviendas sociales, etc. Me interesaba trabajar una imagen de la Patagonia urbana, porque la mayoría de las imágenes que circulan son de su atractivo paisajístico y natural. En una segunda instancia, tenía un proyecto original que había recibido una beca de artes visuales, que consistía en viajar por el interior de la provincia haciendo un retrato de los pobladores a partir de un casting para una potencial road movie. Luego de hacer La parte automática, en la que se ponen de relieve algunas similitudes entre los desiertos (de Israel y de la Patagonia), modifiqué ese proyecto inicial y pensé en hacer una ficción política sobre una potencial colonización a manos de los judíos, escenificando el famoso Plan Andinia. Pero finalmente, unos pocos días antes de volver a la Patagonia para hacer este proyecto y buscar trabajo, recibo la noticia del suicidio de Pablo, y el impacto emocional que eso tuvo cambió completamente mi perspectiva de qué es lo que pretendía contar de ese viaje. Nunca hubo un guión, es un proyecto que no podría haber sido financiado por métodos tradicionales; fueron apuntes y líneas trazadas por medio de asociaciones frágiles, que finalmente se convirtieron en una película cuando me senté a editarlas.

APU: Tanto en “La parte automática” como en “Cabeza de ratón”, partís de un relato autobiográfico documental, algo que vienen experimentando varios directores a nivel mundial y local. ¿Por qué esta elección? ¿Tiene más verosimilitud el discurso audiovisual si está planteado desde lo autobiográfico? ¿Quiénes son tus referentes en el documental?

IA: Es innegable que el espacio biográfico es una tendencia fuerte tanto en la literatura como en el teatro y el cine contemporáneo. Se inscribe en la continuidad histórica de lo que se denomina la "subjetivación de los discursos". Los trabajos de Lola Arias, Vivi Tellas y la compañía alemana Rimini Protokoll, o artistas como Sophie Calle, Tracey Eminn fueron para mí más influyentes que los trabajos cinematográficos. A nivel mundial podría citar a Jonas Mekas, Chris Marker, Robert Kramer, Ross McElwee, o Naomi Kawase. Lamentablemente, es prácticamente imposible conseguir estas películas subtituladas al español. Hay todo un incipiente movimiento del cine en primera persona, donde los filmes sirven a los cineastas como una superficie para reordenar sus coordenadas identitarias, aunque la preocupación por lo político no suele encarnarse en el tiempo presente, más allá de cierta nostalgia o elaboración del trauma. Aun así, la primera persona, la experiencia personal, pone al cuerpo del cineasta como garantía de una realidad que se expresa como particular y subjetiva. Esto tiene que ver con la crisis de la verosimilitud de los relatos institucionales. El pacto con el espectador es muy distinto, no se esconde detrás de la autoridad que puede dar un marco formal, institucional o ideológico, sino que se permite dudar, y presentar sus verdades conscientemente parciales.

APU: ¿Considerás Cabeza de ratón como una película política?

IA: El cine siempre es político, sin embargo lo político es muy amplio y esta distinción elemental entre lo micro y lo macro político delimita zonas de autoridad encarnadas por distintos cánones vigentes en los últimos casi 20 años, que espero, mi generación logre unir en una mirada contemporánea que responda al estado de ebullición y ampliación de la conciencia política que estamos experimentando cotidianamente. Por un lado, lo micro político como terreno por excelencia del Nuevo Cine Argentino, donde la proximidad del trauma post-dictadura lleva al resguardo de la vivencia íntima como principal foco de autoridad. Lógicamente en la generación que me antecede hay una gran desconfianza hacia los relatos en los que macro político aparece problematizado más allá de una resonancia sutil y alegórica. Por otra parte, el cine militante se resiste a apartarse de una autoridad discursiva poco sensible a las contradicciones, que le quita libertad al espectador, y descansa en una fuente de credibilidad ideológica ya muy deslegitimada en la sensibilidad contemporánea. Lo político se manifiesta en la puja por la representación de las identidades culturales, de género y clase principalmente. Entonces hay un cine Político, y estamos en los inicios de un cine-ensayo contemporáneo, que procesaría una síntesis de estos cánones, operando en la complejidad de la intersección de estas coordenadas de lo político en tiempo presente. Es una necesidad generacional, y es ahí donde pretendo ubicar mis películas.

APU: ¿Tuviste alguna crítica desde Río Gallegos por cómo retratás a la ciudad y su presente?

IA: Lamentablemente todavía no pude exhibir la película allí, más allá de que no hay ni una sola sala de cine en la ciudad, no tuve dinero ni oportunidad como para gestionarlo.

APU: ¿Finalmente decidiste quedarte en Buenos Aires? ¿Pensás que es posible se realizador audiovisual en el interior del país o hay que pasar indefectiblemente por Buenos Aires?

IA: Decidí quedarme en Buenos Aires, es realmente muy triste que las oportunidades para el desarrollo y la formación de una carrera y legitimación artística tengan a esta ciudad como destino ineludible. Afortunadamente, cada vez hay más excepciones, por ejemplo tengo entendido que en Córdoba está habiendo mucha producción. Igualmente, tengo pensado seguir trabajando con imaginarios del interior de las argentina, (mi próxima película a estrenarse fue filmada en Formosa), es una realidad que necesita ser narrada cinematográficamente mas allá de los estereotipos. Actualmente tengo dos proyectos: uno que es un retrato de la ciudad de Mar del Plata, un ensayo sobre la clase media y mis abuelos maternos. El otro es una ficción política estructurada como una road movie, en la que los personajes transitan por la provincia de Buenos Aires, Córdoba, y la Patagonia.