Macri en la ONU: más reptiliano que nunca, por Jorge Giordano

  • Imagen

Macri en la ONU: más reptiliano que nunca, por Jorge Giordano

25 Septiembre 2018

Por Jorge Giordano

David Icke es un exfutbolista y escritor inglés, pero es más conocido por su faceta de "teórico de conspiraciones profesional". Una de sus elucubraciones más difundidas en los rincones de Internet parte de la siguiente premisa: el mundo está, en realidad, gobernado de facto por reptiles que provienen no sólo de otro planeta, sino también de otra dimensión. Los Illuminati, un grupo que aparece seguido en estas teorías, fueron creados genéticamente por los reptilianos y "ponen la cara" como gobernantes del mundo: mandatarios, empresarios, estrellas de la cultura masiva. En ocasiones, su naturaleza reptiloide se hace presente por error en dobles párpados que aparecen de repente en medio de entrevistas, pupilas que se alargan, rostros cambiantes ante las cámaras de todos los días. Es la cara "verdadera" que la máscara no puede ocultar. Por supuesto, esta teoría se mantiene dentro del inframundo de la racionalidad, junto con los reclamos de los anti-vacunas y múltiples pseudo-ciencias.

Este imaginario sobre oscuros grupos secretos que se encuentran detrás de "los poderes que vemos" se ha repetido numerosas veces a lo largo de la historia: el grupo Bilderberg que se reúne anualmente en hoteles por todo el planeta constituye otra muestra. Todas estas teorías se anclan en la opacidad del poder real, aquel que direcciona flujos de capitales hacia una y otra parte del planeta, crea burbujas financieras, las destroza y nunca paga consecuencias. El universo de enigmáticos personajes que mueven los hilos del mundo se aplica perfectamente al escenario al que asistimos en estos días, con la gira del presidente Mauricio Macri y el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne por Nueva York. 

Macri, al ser consultado sobre el anuncio del nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, respondió riendo: "Who knows" ("Quién sabe"). En entrevista con Bloomberg, afirmó que "está listo para competir" en las elecciones presidenciales del año que viene. En una cena pública con cientos de concurrentes y la titular del FMI presente, afirmó que le gustaría que todos los argentinos "se enamoren de Christine Lagarde". 

El discurso que el presidente Mauricio Macri brindó ayer en la ONU duró solo diez minutos y se produjo después de una reunión con la titular del FMI, Christine Lagarde. Macri anunció que Argentina denunciará en la Corte Penal Internacional "los crímenes de lesa humanidad de la dictadura de Venezuela", habló de progresos en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, y manifestó su oposición al terrorismo. También pidió cooperación a Irán en el esclarecimiento del atentado a la AMIA y (por suerte) reafirmó el reclamo soberano sobre las Malvinas e islas del Atlántico Sur. 

Excepto por la reivindicación del multilateralismo, los temas de su exposición discurrieron con una alineación total a la agenda internacional de los Estados Unidos. Los enérgicos discursos en la ONU de Néstor y Cristina Kirchner hablando de unidad latinoamericana, desendeudamiento y controles a los capitales especuladores financieros parecen recuerdos de hace medio siglo. Estados Unidos avanza sobre nuestro país en medio de su guerra comercial con China, apoyando la estrategia económica del macrismo que destruye el valor de las empresas argentinas y "abre" la Argentina en el mismo momento en que Estados Unidos se "cierra".

Ayer por la mañana Luis Caputo, quien llegó al Banco Central como un verdadero mago de las finanzas, renunció luego de sólo 103 días en el cargo y una devaluación del 67% del peso frente al dólar. Caputo es el mismo funcionario que semanas atrás, en medio de la crisis política más grave del gobierno de Cambiemos y con la corrida cambiaria en su punto más alto, decidió descansar bajo el sol brasilero de Ipanema. El gobierno se muestra en una faceta completamente escindida no sólo de los intereses populares sino también del clima que empieza a reinar entre la clase media. 

Macri se muestra en Estados Unidos y otras potencias intentando infundir confianza en los actores del mundo financiero, actuando como títere de nombres propios que en Argentina carecen de rostro: BlackRock, Templeton, JP Morgan. "Ladrón en todo el globo, ese sos vos/predicador itinerante", describe el Indio Solari en "Strangerdanger", canción de su último disco. Mientras tanto, en estos últimos dos meses la preocupación sobre el empleo, los constantes aumentos en luz, gas y transporte y la feroz devaluación permean las conversaciones que marcan el termómetro de la sociedad, aquellas que se dan en las colas de la verdulería, en los ámbitos de trabajo, entre quienes se mantienen en general ajenos a las discusiones políticas. Todos y todas conocemos a quienes se arrepienten de haberlos votado. La disociación entre el presidente y la sociedad se agudiza, y así lo marcan las encuestas que dan a Macri por debajo del 40% de imagen positiva. 

Un indicador claro de que nuestro país mejora ocurre cuando los argentinos y argentinas desconocemos quién conduce el Fondo Monetario Internacional. Ahora Christine Lagarde y su melena blanca son figuritas repetidas en todos los noticieros, metiéndose en nuestras casas y particularmente en nuestras billeteras. Macri le pasó el joystick del país a Lagarde, y es ella quien ahora acota los márgenes de la política económica, pone y saca a funcionarios y escribe el presupuesto del 2019. 

La revista Forbes publicó en el día de ayer una nota durísima, "ultrakirchnerista", equiparando al gobierno de Macri con el Titanic y a Caputo como un funcionario que "salta del barco". Forbes habla de que "la economía (y el liderazgo político) puede explotar en cualquier momento". En la nota, el autor Kenneth Rapoza afirma que esta crisis política "se parece mucho a la de De la Rúa". La nota seguramente constituya más una extorsión del capitalismo financiero internacional en medio de la negociación con el FMI y no un análisis certero de la realidad, en tanto nuestro país no va a desintegrarse mañana mismo, como prácticamente anuncia. 

Mañana todos estaremos pendientes del nuevo acuerdo con el FMI, que será anunciado luego del mediodía por Christine Lagarde y Nicolás Dujovne desde Estados Unidos. Luego de la instalación mediática de la idea de la "dolarización", se elegirá alguna alternativa mucho menos polémica para intentar un control del dólar. Ya sin "segundos semestres" para quemar, el propio presidente afirmó que habrá cuatro o cinco meses de recesión. La desorientación del gobierno se acentúa y prácticamente todos los ministros del gabinete parecen prescindibles. ¿El FMI le tenderá un puente financiero hasta las elecciones del 2019? Y más importante aún: a esta altura, ¿sigue siendo posible tender un puente?

Todo indica que este es el escenario final. De un lado el gobierno de Cambiemos, apoyado en el poder financiero global. La oposición, con Cristina Fernández de Kirchner a la cabeza y un armado sindical y social que parece aglutinarse en torno a ella con las caras de Hugo Moyano y Juan Grabois como principales referentes, intenta capitalizar el peor momento de Cambiemos. Dirigentes como Felipe Solá y Victoria Donda ya no buscan lanzarle dardos al kirchnerismo, y por ello enfrentan problemas internos en sus respectivas construcciones políticas. Mientras tanto, Macri prepara la reunión del G-20 en la Argentina, en diciembre, con un descomunal operativo de seguridad y en medio de su crisis política y económica más grave. Pero Macri no es De la Rúa, ni tampoco un humanoide genéticamente alterado por los reptilianos. Es la economía global. No tiene cara.