Los riesgos de la incontinencia verbal

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Los riesgos de la incontinencia verbal

07 Febrero 2019

Por Carlos Iaquinandi Castro, desde Catalunya (*)

Pablo Casado (foto) y Albert Rivera padecen una crisis de ansiedad impropia de dos personas que se postulan para ocupar los más altos cargos de responsabilidad en el país. Es lógico que ejerzan su papel al frente de fuerzas políticas de oposición, pero la radicalidad con la que repiten sus consigas, cada vez más contaminadas de insultos y descalificaciones graves, hace pensar que durante su paso por Andalucía se han contagiado el virus “voxiano”. Eso explicaría que, por ejemplo, el  sucesor de Mariano Rajoy tuviera una intervención ante la prensa en la cual utilizó más de una veintena de insultos contra el presidente Pedro Sánchez por su decisión de crear una mesa de diálogo con los partidos para desencallar la situación en Catalunya.

Pero las descalificaciones de Casado no se limitaron a “felón”, “incompetente”, “mentiroso compulsivo”, “incapaz”, “desleal” o “ególatra”, sino que también le criticó que pase el tiempo “mirando su ombligo” y (textual) “mirando sus palacios” (¿?), sino que en su arrebato verbal  le imputó además el delito de  “alta traición” y lo definió como presidente “ilegítimo”.

Quizás contaminado por el operativo que puso en marcha Donald Trump para desplazar a Nicolás Maduro, el líder del Partido Popular (PP) desarrolló entonces el silogismo de que “si comete alta traición” y “es ilegítimo”, se deduce que “no puede seguir un día más en el gobierno”.  

Era de suponer entonces que ante la gravedad de los cargos, Casado promoviera en el Parlamento una moción de censura, que aprobara esa deslegitimación del  presidente. Pero no, por el momento ha preferido llamar a Rivera y Santiago Abascal (Ciudadanos y Vox), para  promover una movilización en las calles el domingo próximo.

Quizás Casado pretende cortar camino y confiar que, una vez en Plaza Colón, rodeado por quienes respondan a su convocatoria, desde Washington le llamen para que se autoproclame “presidente encargado”. Parece que el ejercicio de la política se distancia cada día más de la sensatez y la cordura. Todas las ideas son respetables, pero cuando las conductas de los “líderes” se desbocan y ponen en riesgo la paz social y la convivencia, es para preocuparse. 

Cuando las palabras se desbordan, pueden ser tan peligrosas como los ríos.

(*) Publicado en el Diari de Tarragona el miércoles 7 de febrero. Circulado por el Servicio de Prensa Alternativo (SERPAL).