La Jujuy de los Al Capone

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La Jujuy de los Al Capone

08 Marzo 2016

Por Juan Carlos Martínez (*)

Se han robado todo es la muletilla utilizada por el gobernador jujeño Gerardo Morales impulsada por los grandes medios de comunicación y que buena parte de la sociedad argentina repite como repite el loro palabras y frases que de tanto escuchar de parte de quien lo domestica incorpora a su lenguaje.

Las personas que incorporan a su discurso ese tipo de consignas y las difunden como si se trataran de verdades reveladas, se convierten en engranajes de esa maquinaria de propaganda como la que Goebbels empleó para convencer a los alemanes y al mundo entero de que Hitler y el nazismo eran la salvación de la humanidad.

Algo de Goeebels aprendieron los militares argentinos que tomaron el poder el 24 de marzo de 1976 cuando miles y miles de hombres, mujeres y niños desaparecían “porque por algo será” o “porque algo habrán hecho”.

Ahora, la muletilla que acompaña a quienes tratan de cargar “la pesada herencia” que supuestamente recibieron del gobierno anterior tiene tres o cuatro palabras que repiten desde el más ignorante hasta el mejor informado de los ciudadanos. “Se robaron todo” o “se han  robado todo”.

Unos la incorporan sistemáticamente porque son presa de esa perversa acción psicológica goebbeliana y otros porque son expertos en manipular la realidad.

En una entrevista que Morales concedió a Horacio Verbitsky, cada vez que el periodista le hablaba de la detención ilegal de Milagro Sala,  el gobernador repetía la muletilla: “se han robado todo” pese a que el periodista le decía que había que probarlo.

Parecía que Verbitsky le estaba hablando a la pared o a un robot que respondía con uno de los principios empleados por Goebbels en ese juego de distracción que el propagandista nazi manejaba con suma habilidad. Y que consiste en “cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.

La sentencia lanzada por Morales como palos de ciego contra Milagro Sala transita en esa dirección y contrasta con la permanente omisión y silencio que mantiene el gobernador en torno de hechos ocurridos en su propia provincia durante la dictadura militar.

Una de las más graves que se conoce como “el apagón de Ledesma” ocurrió el 20 de julio de 1976 cuando el empresario Carlos Blaquier –impune desde entonces- convirtió a las instalaciones de su ingenio de un foco represivo.

¿Qué robo puede ser comparable al robo de vidas humanas?

El estridente silencio que Morales guarda sobre la desaparición de más de treinta personas durante aquel operativo contrasta con la escandalosa ofensiva desatada contra una militante social como Milagro Sala, privada de su libertad sin juicio y sin derecho a la defensa y condenada por un frente judicial armado como si se tratara de una banda mafiosa dirigida por Al Capone.