Elecciones 2025: la rivalidad polarizante y el triunfo libertario

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    Cristina y Milei en el Congreso el día de la asunción presidencial 2023
    Foto: Nicolás Aragón

Elecciones 2025: la rivalidad polarizante y el triunfo libertario

04 Noviembre 2025

Con el correr de los días fueron apareciendo diversos datos y opiniones sobre el domingo 26 de octubre. Había tres formas de analizar el resultado electoral -provincias ganadas, votos totales y bancas obtenidas- y en todas el triunfo de La Libertad Avanza fue claro. La victoria oficialista fue sorpresiva hasta para ellos mismos, lo que resta determinar, de ahora en más, será su traducción durante los próximos meses de la gestión libertaria, tanto en términos ejecutivos como legislativos.

Cabe preguntarnos cómo la proyección del gobierno pasó de estar entre un 30 y 35% a superar el 40%. En primer lugar, más allá de pisos y techos tomados a partir de comicios o estudios de opinión, una participación más alta que la esperada rompe esas ponderaciones. Votó el 67,92% del padrón, registro más bajo en elecciones generales desde el regreso de la democracia. Más allá de similitudes con 2017 o diferencias con 2021, es menor en todos los distritos al proceso anterior, incluso si fue ejecutivo. Al mismo tiempo, según Cicad, fue un salto a nivel nacional respecto del promedio provincial adelantado durante el año.

La concurrencia no fue homogénea, si bien la caída es un proceso gradual y ya hay zonas fijas de ausentismo, mucho más marcado en el centro populoso. Sin embargo, parte de la explicación del resultado libertario está en el salto participativo que tuvo la provincia de Buenos Aires (PBA). Sólo unos pocos municipios tuvieron un porcentaje menor y el alza fue extendido en aquellos que rodean a la Ciudad (CABA). Puede matizarse comparando la performance de 2023 y 2021, ya que no sólo no retiene la totalidad del voto libertario y ex cambiemita, sino que en varios distritos disminuyó en votos absolutos y en porcentajes. En ese sentido, tal como plantea Cepel, La Libertad Avanza (LLA) ganó perdiendo.

Sorpresa, pero no novedad

No era el escenario previsto en un principio, por el cambio constante de expectativas del oficialismo y por la sobreestimación -a esta altura usual- de la famosa avenida del medio y las Provincias Unidas (PU). La rivalidad polarizante, instalada con claridad sobre el final de la campaña, fue el factor determinante. La Libertad Avanza no sólo mejoró en lugares donde no pensaba, sino que Fuerza Patria (FP) no pudo, en general, siquiera donde creía. Ni el miedo ni la esperanza, aún con condicionantes, perdieron vigencia en nuestro país, si bien la polarización fue menor estadísticamente que los dos últimos medios términos.

Otra de las cuestiones mencionadas era cuál iba a ser el eje de la elección: quedó claro que el antimileismo tiene su base de sedimentación, pero el antikirchnerismo sigue ejerciendo mayor presión. El gobierno fue más efectivo en la consolidación del voto indeciso y/o desencantado que, en una dinámica similar a la de Mauricio Macri post PASO de 2019, lo consideró el “mal menor”, tal como anticipaba la consultora CB, mientras el peronismo perdía caudal electoral. De esa manera, el antikirchnerismo sigue organizando hasta el momento el voto nacional, lo que obliga al peronismo a afrontar una renovación integral, la misma conclusión de los procesos previos. Sea cual sea el diagnóstico económico, la persistente oferta en caras y discursos generó un rechazo aún mayor que al oficialismo.

Caben dos comentarios más sobre este tema. Por un lado, esa decisión final favorable a La Libertad Avanza fue lapidaria para Provincias Unidas y otros provincialismos, a excepción del gobernador correntino Gustavo Valdés -y hasta ahí-. La hibridez política de jugar con el gobierno y mostrarse, tardíamente, como opositores quedó en evidencia y su electorado no iba a pagar costos cambiando el voto. Si antes dieron gobernabilidad, hoy terminaron por explicar una parte del resultado: el mileismo capta más del antikirchnerismo que viceversa y el “centrismo” quedó preso de la polarización. La agregación de líderes locales no hace una opción nacional, ni antes ni ahora, al punto que Fernando Burlando sacó más votos que Florencio Randazzo. La avenida del medio, otra vez, quedó formalmente clausurada.

Por otro lado, mucho se dijo sobre la influencia de Donald Trump, que convirtió al proceso en una elección atípica. La política internacional, amenazante y extorsiva, ya no como intromisión sino como última salvación que hasta se vanagloria del resultado, terminó siendo muy eficaz. Ante un posible estallido, señalado por la oposición persistente pero que nunca llega, el tutelaje de Trump contribuyó a esa narrativa de estabilidad. Su intervención apunta a imponer una percepción de solvencia que no existe como tal en este momento, ni en abril de este año y mucho menos en 2018 a pesar de los préstamos del FMI. 

En esa línea, muchos analistas trabajan sobre la hipótesis de que, polarización mediante, la parte mayoritaria del electorado tolera el tremendo programa de ajuste. Según Marcos Novaro y Vicente Palermo, el “consenso de fuga hacia adelante” implica que la sociedad lo ve menos costoso que retroceder a una crisis previa. Sin embargo, así como la posibilidad de perder esta nueva estabilidad les permitió mejorar el desempeño en octubre, un nuevo descalabro económico puede terminar de sacarlos de la cancha por completo en 2027.

¿Qué pasó con el peronismo?

La principal virtud del peronismo fue siempre ser la única clara oposición al gobierno de Javier Milei, pero, como contraparte, no coordinó nacionalmente. Le alcanzó para retener un caudal digno, no para liderar. Con sus distintos nombres recuperó algunas provincias que había perdido en el ballotage, pero salvó Tucumán ninguna con peso electoral. Esa fue la clave para no poder emparejar, proyección que con el desenlace ajustado en territorio bonaerense terminó por desinflarse. No se recupera del 2021, menos del Frente de Todos.

En términos legislativos, ponía en juego 46 bancas y obtuvo la misma cantidad. Si bien perdió diputados en Córdoba, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Neuquén, Salta y San Juan, compensó sumando en PBA, CABA, La Pampa, Río Negro, Santa Cruz y Santa Fe. Eso sí, le fue pésimo en Jujuy y Salta, intervenidas por el Partido Justicialista nacional, y hubiera sumado 52 puntos en Tierra del Fuego, pero fue dividido y los dos senadores fueron a LLA. Por lo tanto, más allá de los desdoblamientos, falló la estrategia a nivel país.

En ese camino, con la lupa sobre la madre de todas las batallas, lo que más salta a la vista no es tanto el resultado sino el pasaje de votos absolutos entre septiembre y octubre. Sí, Fuerza Patria hizo una elección casi idéntica, descontando extranjeros y algunas fugas a las listas de Fernando Burlando, Santiago Cúneo, Fernando Gray -especialmente- y Alberto Samid. En contraposición, LLA sumó casi un millón de votos, entre quienes asistieron por primera vez y absorbiendo de otras fuerzas políticas. Pese a que aumentó la participación, el peronismo perdió votos, una tendencia peligrosa si comparamos octubre 2023 y 2025
  
Con un énfasis mayor en el análisis, el problema radica no sólo en los once municipios del conurbano donde se pasó de victoria a derrota sino también en la merma general en el caudal electoral, sobre todo en la Primera y en la Tercera Sección, dado que, en simultáneo, son los distritos que explican gran parte de la recuperación libertaria. Si bien Quilmes y José C. Paz fueron al revés de la tendencia, también es cierto que el territorio liderado por Mayra Mendoza fue el tercero en crecimiento absoluto de LLA en la sección, detrás de La Matanza y Lomas de Zamora. El desempeño tuvo ambivalencias lo que permite diversas lecturas.

Quizás vale la mención de algunos casos puntuales. Por un lado, aquellos que en septiembre encabezaron localmente y perdieron votos: Avellaneda, Berazategui, Ensenada, Florencio Varela, La Matanza y Malvinas Argentinas -Berisso y Pehuajó la excepción-. Por otra parte, el crecimiento exponencial en La Plata, donde se dio vuelta la elección y del triunfo por seis puntos se pasó a una derrota homónima. En el mismo sentido sorprendió también Morón, donde además PU sacó por encima del promedio que tuvo Randazzo.

Más que del accionar de algunos intendentes, como la no inclusión de Gray o apostar a dos canastas al estilo Ariel Sujarchuk, el peronismo debe focalizar en quienes no se presentaron en octubre. La Segunda y la Cuarta habían protagonizado un escenario de tercios, que ahora no fue tal, y, entre otros municipios, San Miguel y Tigre -con fuerza local y seccional respectivamente- sin hacer campaña abrieron paso al crecimiento oficialista. Otra de las discusiones es entonces: ¿Son ideas novedosas o nombres nuevos lo que hace falta? ¿Ambas? En el corredor norte las caras de la primera propuesta parecen dar la respuesta. 

De cara al futuro 

El triunfo le sirve al oficialismo no sólo para validar su relato sino también para consolidar minorías -su tercio propio- y mayorías compartidas para encarar reformas, con algunos reacomodamientos que ya comenzaron y seguirán post diciembre. Ante una situación de empate hegemónico legislativo, crecerá el precio de “los del medio” y deberá ser mayor el músculo articulador del gobierno para conformar interbloques o avanzar con sus iniciativas. 

Un elemento a tener en cuenta por todo el arco político es que la suma del voto blanco y el voto nulo fue la fuerza más votada en casi todo el país. En cinco territorios rondó el 10%, en varios superó el 5% y a nivel nacional no cayó del 4%. En seis de las ocho provincias que votaban senadores al menos duplicó en diputados, por lo que quedó claro que la Boleta Única de Papel, así como está, favorece dicha tendencia en la categoría que va debajo y que los diseños inciden en el resultado. El descontento social también es marcado, pero, descontando el ausentismo, la agenda asimétrica estará en manos libertarias. 

Milei consiguió la victoria que necesitaba. Lo deja mejor parado de cara a la segunda mitad de su mandato y disputa en el imaginario la calificación de anomalía. Ser una fuerza con respaldo social le permite, en su razonamiento, presentarse como aliado estratégico, o al menos como socio político, de Estados Unidos. El dilema es que le exigen moderación y diálogo, un exotismo para LLA, aún más cuando el triunfo enceguece y exacerba disputas alrededor de conflictos internos y externos como motor del éxito. 

Su problema es que ahora será la variable independiente del sistema, por lo que la suerte opositora dependerá del desempeño oficialista, y eso se mantuvo inalterable. Para peor, parte de un techo más bajo, ya que consiguió un respaldo menor que Juntos por el Cambio en 2017 y 2021. Sin embargo, el peronismo todavía no parece conseguir salir de la mera resistencia. Le hacen falta ideas, está pensando, pero no se le ocurre nada. ¿Es posible un nuevo sujeto social a representar sin una implosión previa? El primer paso, después de convencerse a sí mismo, será salir a buscar a aquellos desencantados e indecisos.