Modos de elegir

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    Evita-Cañada de Gómez-1947
    Eva Perón en el territorio: en Cañada de Gómez, 1947.
Crónicas del abismo

Modos de elegir

16 Diciembre 2025

Pasó ya un bienio de gobierno de Javier Milei, hay otro por delante, y aún sobreviven demasiadas incógnitas. Sin contar que varias de las certezas, como una precoz fecha de vencimiento del experimento actual, han quedado al menos en suspenso. 

Si se acepta que tarde o temprano llegará, por su propio carácter y sus precedentes, el principal interrogante es cómo se estructurará un proyecto opositor que en ese momento reconstruya lo roto y se reconcilie con un conjunto ordenado de ideas y con la voluntad popular, dos divorcios que no son adjudicables a Milei. Es tan cierto que en 2017 pocos vislumbraban que hubiera 2019, como que el resultante del frentismo de apuro que lo conquistó fue el que fue

Acaso una de las claves de la reconstrucción posible se encuentre en el territorio, que no son sólo los distritos adyacentes a una Capital que poco tiene de federal: la Argentina se adeuda desde hace casi dos siglos un debate sobre el modo de organizar su extensión, puja que fue clausurada desde entonces por la beligerancia interna y una gruesa munición retórica, que condenó para siempre nombres y hechos. 

El primer artículo de la Constitución que no se cumple es el 1: el país es federal a medias, por decir lo menos. Milei oficia como continuidad macrocefálica: es el tercer presidente porteño consecutivo y el cuarto desde que Buenos Aires adquirió el estatus de Ciudad Autónoma que algunos eligen confundir con rango provincial. El cordobés Fernando de la Rúa, su primer jefe de Gobierno, inició la serie en 1999. Cuatro presidentes electos sobre siete es una mayoría que habla de un grado de centralización que también se evidencia en los otros dos poderes públicos, los medios de comunicación, el deporte, la atención de la salud y lo que suele entenderse en términos excluyentes como “cultura”. Lo más descentralizado es la educación superior, ferozmente atacada en la actualidad. 

En materia de liderazgos y representación, son varias las rondas electorales que se han clausurado sin que los principales candidatos visiten el llamado “Interior” y la acción representativa se encierra en el abrazo de la General Paz, nombre elocuente. 

En las últimas elecciones generales, de las cinco fórmulas que participaron, cuatro estaban encabezadas por emergentes del área metropolitana de Buenos Aires. El caso más extraño fue el del hoy Presidente, que llegó al poder sin una mínima construcción territorial: no gobernaba, ni llegó a gobernar en ese turno, ninguna provincia ni municipio del país. Las condiciones y factores que contribuyeron a su victoria aún resultan objeto de estudio, y probablemente conformen un conjunto inabarcable. Pero es un hecho que se trata del primero en llegar sin anclaje territorial, sólo con asistencia mediatizada. 

Quedará por ver cómo resuelve el oficialismo nacional esa tara de base y dónde encuentra un límite el arrastre de la escudería nacional en las boletas locales, o qué tan fuertes son las referencias que obtenga en cada distrito. Una llave podrá hallarla en el manejo de los recursos nacionales, contra los efectos que produce la motosierra sobre áreas del Estado nacional con presencia en los territorios. El gran ejemplo, aunque no el único, son las universidades. En lo discursivo, su gran desafío será representar a todas las jurisdicciones, sin abusar de tópicos metropolitanos que poco tienen que ver con las disímiles identidades y urgencias de cada región. 

El campo popular no está exento de varios de esos interrogantes y taras, porque viene de un prolongado encierro porteño, tras la disolución de su impronta pingüina. La actualidad parece empujarlo a optar entre competir por la llegada mediatizada, con altas probabilidades de perder en cancha ajena e inclinada, o enhebrar nuevamente una confluencia de identidades locales múltiples. Pese a la tendencia centrípeta de décadas, en ciudades y pueblos de menos de cincuenta mil habitantes aguardan ser tomadas como sujeto de la historia doce millones de personas

Sin embargo, hasta el momento no se deja ver que logren filtrar un debate dentro de la agenda de los espacios populares. Esa ausencia es, como siempre, también un modo de elegir.