Durán Barba, un diciembre convulsionado y el hit del verano

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Durán Barba, un diciembre convulsionado y el hit del verano

30 Diciembre 2017

Por Lucas Zalduendo

La época veraniega no solo se asocia con el calor y el clima agobiante que permanece desde diciembre hasta marzo. El verano cae en el momento justo del cierre de un año y de la apertura del otro. Es decir, cae en la instancia de cambios, de replanteos, de nuevos desafíos y de empezar de nuevo. Esta época puede describirse a través de varios elementos que la componen y que atraviesan nuestra cotidianeidad, como el hit musical del verano, que es uno de los hechos más particulares y más significativos, ya que logra constituirse como un elemento identitario de este nuevo periodo. Ya conocemos como funciona: la canción, inflada por las grandes cadenas musicales, es reproducida constantemente por los medios y su tonada pegadiza nos termina quedando en la memoria, para que una y otra vez la tarareemos y la cantemos. El hit tiene esa capacidad de servir como un elemento aglutinador de una época. Así como el tema “Despacito” de Luis Fonsi al escucharlo nos va a rememorar el 2017, en este verano una nueva melodía va a cumplir la misma función. Pero no sólo la música tiene sus hits, la política también tiene su sonoridad que hegemoniza un periodo en particular.

Durante estos dos años de gobierno, Cambiemos instaló un hit muy fuerte que se reprodujo constantemente en todos los medios. La famosa “pesada herencia” fue la gran canción que engendró Durán Barba en la primera etapa de Mauricio Macri para justificar las políticas ejecutadas. El hit fue reproducido por funcionarios del gobierno y por los periodistas oficialistas, con el objetivo de que la melodía quedase impregnada en el imaginario colectivo. Tal como ocurre en el mundo musical, este hit político también contó con la potencia y la estructura para que el tema no pare de reproducirse. Es el famoso parlante mediático. El conocido clarinete que suena cada vez más estridente, debido a que las políticas de comunicación del macrismo robustecieron su estructura y su capacidad de influencia.

El hit sonó y hasta tuvo sus propias reversiones que buscaron estigmatizar al kirchnerismo para ocultar las políticas que llevó adelante el gobierno: “se robaron todo”, “el desastre que hicieron en el Estado”, “desidia de estos 12 años”, etc. Sin embargo, todo hit tiene su momento y eso quedó evidenciado en este diciembre veraniego durante la votación de la reforma previsional. Las palabras de los diputados oficialistas que defendieron la reforma dejaron en evidencia que el hit de la pesada herencia ya estaría pasando de moda y que no alcanzaría para explicar lo que iban a hacer con los jubilados. Los dichos de Nicolás Massot fueron el claro ejemplo de que no siempre el marketing y el preparado comunicacional que les arma Duran Barba puede tapar la política y los problemas de un país. La frase “Si quieren buscar la guita de los jubilados vamos a Ezeiza y Marcos Paz” por parte del funcionario, haciendo referencia a que el anterior gobierno se “robó todo”, sonó a manotazo de ahogado, y a una nota a destiempo, que quedó evidenciado ante una sociedad que se manifestó en las calles y que se cansó ya de este hit que siempre le echa la culpa a otro.

Este mes fue un punto de quiebre en varios aspectos. Sin embargo, fue en el armado comunicacional en donde el gobierno sufrio un contratiempo inesperado. Más allá de que se hizo todo lo posible para tapar el descontento popular que hubo en las calles con manifestaciones y cacerolazos, el tema se le escurrió de las manos y hubo hasta periodistas afines al gobierno que se vieron obligados a tener que realizar alguna crítica al gobierno por lo ocurrido. Además, las distintas estadísticas que realizaron las variadas consultoras reflejaron el rechazo masivo de una reforma, que igualmente fue aprobada más allá del que dirán.

Este diciembre convulsionado, además de balas y gases lacrimógenos, tuvo aprendizajes y enseñanzas. Una de ellas es que a veces la posverdad y todo el armado marketinero y comunicacional que se adora (más de la cuenta) de Durán Barba tiene sus flaquezas. Otra es que el maquillaje comunicacional y el manual de zonceras para tapar la realidad no pueden ser sustitutos del juego político. Por último, las marchas y los cacerolazos, la organización de los trabajadores y la unidad de distintos espacios políticos son fuertes hechos comunicacionales, capaces de derribar hasta la más sofisticada estructura mediática.

La pregunta que queda es si el gobierno se hizo eco de lo ocurrido, o si redoblara esfuerzos para potenciar su caballito de batalla y elaborar un nuevo hit musical que justifique las políticas de ajuste que están en carpeta. Haga lo que haga, como dice una canción que no fue un hit comercial, a partir de este diciembre el canto del pueblo trabajador “ya tiene otras bocas y ya nadie lo puede callar”.