Daniel Santoro: el ocaso de un soldado del periodismo de guerra

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Daniel Santoro: el ocaso de un soldado del periodismo de guerra

20 Marzo 2019

Por Nicolás Adet Larcher

Desde que el periodista Horacio Verbitsky publicó hace un mes la nota “Extorsión”, donde denunció una red de aprietes y espionaje que involucraba al fiscal Carlos Stornelli, Marcelo D’Alessio, Pedro Etchebest y otros nombres como Alejandro Fantino, Daniel Santoro y Romina Manguel, la tensión fue escalonando en Comodoro Py, Casa Rosada y la redacción de Clarín.

Santoro, ícono del periodismo de investigación de los noventa y estrella del diario Clarín, quedó herido. Pese a que el juez Alejo Ramos Padilla fue criterioso al momento de considerar la presunción de inocencia y las imputaciones, lo cierto es que Santoro reconoció su relación con D’Alessio en público y también reconoció que presentó a D’Alessio ante varias personas. Compañeros de trabajo comentan que se lo ven bajoneado y que su acercamiento a D’Alessio dejó en juego su carrera. Se alejó de Animales Sueltos y no volvió a escribir en el diario sobre el tema. Dice que está esperando el momento, según lo que comentó en una entrevista concedida a Jorge Fontevecchia.

El domingo pasado, además de las repercusiones de la entrevista de Luis Majul a Mauricio Macri, también hubo réplicas sobre la entrevista de Fontevecchia a Santoro. Desde Perfil, Fontevecchia insistió en la relación de D’Alessio y Santoro. “¿Por qué el mejor periodista de investigación que tuvo la Argentina en el pasado pudo ser engañado por una persona como D’Alessio que no es James Bond?”, preguntó/ironizó el director de Perfil, agregando que posiblemente “la competencia diaria” entre diarios como Perfil, La Nación y Clarín podría haber impactado en la pérdida de controles de fuentes en sus notas. Las respuestas de Santoro apenas alcanzaban a cubrir las dudas de Fontevecchia, apelaba a sus épocas doradas para recordar las grandes investigaciones que había realizado en los noventa y se recriminaba errores por haber confiado excesivamente en D’Alessio. “En los 90, era un feliz redactor de Clarín, ahora todos estamos obligados, 99%, tenemos que estar en varias cosas a la vez; Clarín siempre tuvo el equipo de investigación y lo tuvo que cerrar”.

Soldado de una guerra

En los años del kirchnerismo, Santoro fue uno de los exponentes del “periodismo de guerra” tal como lo proclamó Julio Blanck, editor de Clarín hasta su muerte el año pasado. Santoro se subió a las investigaciones de la ruta del dinero, previamente realizadas por el periodita/showman Jorge Lanata, las cuales tenían imprecisiones de fuentes y datos que después se comprobaron que habían sido falseados. Hasta publicó una nota de tapa sobre supuestas cuentas en el exterior de Nilda Garré y Máximo Kirchner que nunca existieron.

El kirchnerismo perdió las elecciones contra Cambiemos y las notas sobre Cristina continuaron. Pasaron casi cuatro años y poco y nada se vio en las páginas de Clarín sobre las causas que involucraban al macrismo. En la entrevista, Fontevecchia le consultó a Santoro sobre este punto: “¿No creés que tiene mucho más valor que las investigaciones se produzcan contemporáneamente?”. El periodista estrella del grupo apenas alcanzaba a esbozar una respuesta que retornaba a sus tiempos gloriosos en los noventa.

La profundización del conflicto entre servicios luego del descabezamiento de la cúpula de inteligencia por parte de CFK, la muerte de Nisman y la vigencia de un periodismo de guerra que no necesita de un gobierno popular en el poder para legitimarse, dejó expuestas las costuras de muchas operaciones mediáticas. Ya no es necesario disimularlas, cualquier noticia desfavorable para el macrismo puede cubrirse con un nuevo procesamiento, cualquier acción represiva puede catalogarse como reacción a una provocación kirchnerista y cualquier medida de ajuste es necesaria para no caer en el populismo. Pese a eso, cuando una investigación atraviesa el cerco mediático, provoca fisuras en Balcarce 50, los pasillos de los juzgados y los escritorios de las redacciones. La nota de extorsión de Verbitsky había arrancado como una nota al margen en “un blog kirchnerista” hasta convertirse en una bola de nieve difícil de parar sin tener que llevarse puesto a un par de nombres. Pocos quieren pagar el precio y prefieren apuntar al juez Alejo Ramos Padilla, o a cualquier cosa que esté cerca de su perímetro (Nicolás Wiñazki publicó una foto falsa en una nota fantasma y Gabriel Levinas llegó a publicar una nota que destacaba el apellido Ramos Padilla, pero que era sobre el padre del juez).

Mientras, el editorialista Carlos Pagni, por otro lado, se permitió la duda. La pluma filosa de la rosca de servicios y justicia del diario de los Mitre esgrimió una suerte de defensa a Ramos Padilla frente a la posibilidad de un juicio político que parece no llegar a los votos necesarios. La jugada del juez en el congreso, en palabras de Mario Wainfeld, sirvió para visibilizar el conflicto y para adelantarse a una posible defensa oficial de parte del gobierno y los medios afines. Eso explica las vueltas confusas entre versiones y desmentidas y la necesidad de apartarlo con la intervención del ministro Germán Garavano.

Con los golpes contra Stornelli, D’Alessio, Santoro y las recalculadas del gabinete, el ariete de presión mediático-judicial quedó en offside. Hasta el propio Bonadio pegó un manotazo insostenible en un procesamiento contra CFK amparado en cimientos construidos a partir de declaraciones de D’Alessio en noviembre, cuando su figura todavía era la de un respetado abogado con influencias en la DEA. Las lagunas en la economía, pero también – como dice Pagni - la identidad del macrismo y sus herramientas exhiben un escenario complejo que necesitará mucho más que una buena estrategia comunicacional.