Julián López: "Me interesaba el enorme misterio que es el vínculo entre varones"

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Julián López: "Me interesaba el enorme misterio que es el vínculo entre varones"

15 Julio 2018

Es martes a las 9 de la mañana y Julián López nos cita en El hipopótamo, bar santelmiano por excelencia. Luego de Una muchacha muy bella, su primera novela publicada en Eterna cadencia y un prolongado silencio desde entonces, La ilusión de los mamíferos (Random House 2018) vuelve a traernos ese lenguaje poético que añora tanto el siglo XX como el XIX. Dos hombres llevan adelante una relación a puertas cerradas y sólo los domingos. Rituales de desayunos y lecturas de diarios, en una “Buenos Aires que resiste arañando las paredes” el vínculo entre hombres y el amor como núcleo de nuestra historia.

Por Boris Katunaric y Claudia Sobico

APU: Acomodás a estos personajes en un quehacer diario, cotidiano y lo hacés con música.

JL: Es como construir una red de consumos culturales de la clase media porteña que hace que dos se puedan encontrar, que sea fácil el acceso al afecto y para la construcción de qué tipo de personajes estamos hablando, quiénes son. En la selección de los gustos compartidos, la música, el cine, la comida. Son dos personajes de clase media, con gustos burgueses que a la vez cuentan una estrategia política. El narrador cuenta que comía fideos Favorita con aceite y queso toda la semana para poder darse esos lujos. Ahora no porque no puedo comer harina, pero los Favorita fueron la base de mi alimentación durante años, pero además porque me encantan, me invitan a comer y me dicen compré fideos italianos, a mí me gustan más los Favorita, aceite y queso (risas).

APU: Encuentro cierto placer en la dilación desde un primer momento.

JL: Tiene que ver con la estrategia de escritura, me propuse escribir una novela, para hacérmelo más sencillo, que en la primera página tuviera toda la información. Es una pareja que no existe más. No tenía que construir ningún misterio a develar. Todo lo que yo pensaba que me podía facilitar la escritura fue lo que más me complejizó la escritura porque vos podés escribir diez páginas muy bonitas sobre eso, pero después ¿cómo lo sostenés? Fue complejo. Entonces la idea de lo amoroso –que venía perfecto para la idea de una pareja que puede verse un día a la semana– es la idea de una deconstrucción, para usar una palabra que está de moda, del tiempo. Es lo que dice el personaje al principio, uno no puede tener un padre que envejece y además una vida. El tipo está defendiendo su posibilidad del amor con un costo altísimo.  

APU: También habla de lo oculto. Uno de los personajes tiene una vida heterosexual, completamente aceptada, tiene hijos.

JL: A mí no me interesó meterme ahí. Trabajé para que no se comprendiera cuál era el contrato entre esa gente. De hecho, en la escena en donde están los tres, laburé mucho para que fuera súper incómoda, súper tensa… la idea de “somos modernos y naturales y podemos estar todos juntos…” claro, cuando llegás a la modernidad te das cuenta que sos tu tía Beba (risas). Pero, la verdad, tenía que laburar con mucha precisión para que ninguno de los personajes tirara más información de la que la escena resistía. Yo no sé si la mujer sabe, si no sabe, si hay mentiras. De haber querido meterme con la temática de lo gay no me hubiese metido con personajes de esas características, que tienen asegurado que pueden tener una historia de amor sin que sus vidas corran un riesgo exagerado.

APU: Pensaba en el mundo que describía Perlongher para los gays y qué es lo que todavía no está construido.

Julián López: El personaje está enajenado por una historia de amor y todo el tiempo está pendiente de eso. Es todo el tiempo la mirada y el reconocimiento… y el amor como mirada de reconocimiento. En la escena del padre, le está diciendo “vos estás vivo, estás en el mundo, existís”.

APU: Hay dos momentos en donde se entrecruzan esta pareja de domingo y el padre a través del personaje. En estas dos escenas en la primera es muy intensa con el padre y remata con la pareja, y en la otra a la inversa, el padre se había muerto.

JL: Me interesaba el vínculo entre varones. No solo el vínculo sexual, amoroso. El enorme misterio que es el vínculo entre varones. El padre es fundamental, llena de misterio y un amor un poco insuperable, muy mediado por una idea de la diferencia en el tiempo. Justo ayer probaba una cosa que hice de comer y pensaba “si hubiera sabido hacer esto antes mi viejo hubiese sido re feliz”. Yo no sé cómo son las relaciones entre mujeres con la madre, para mí la relación es, entre varones, siempre un misterio. Escatima mucho sus reglas. En el mundo de varones, sobre todo si no vas de lleno con el fútbol, es muy misterioso. Tiene reglas que nadie te dice y que te dejan muy claro cuando no pertenecés.   

APU: Acá con dos varones antifútbol les debe pasar todo el tiempo.

JL: El fútbol, si estás adentro, es genial porque te resuelve la vida. Podés ser un bobo, podés ser el que tiene menos onda pero no hay manera de que no pertenezcas. Si no entrás ahí se te complica.

APU: Se te complica también porque no podés escapar.

Resultado de imagen para julian lopez la ilusion de los mamiferosJL: No, porque es varones y fútbol. Porque vos podés no tener ningún tema de conversación pero hablás del 9 de boca y se te terminó la soledad.  Yo nunca supe quién era el 9 de boca, no me interesó, no me resultó atractivo. Además, siempre supe que iba a fracasar, nunca le puse onda para enterarme (risas).

APU: Desde la primera página está la idea de qué hacemos con el cuerpo hasta la muerte.

JL: Exacto, como transporto mi cuerpo hasta que la quede, en el sentido de que es un amor que se considera insuperable, el tipo termina diciendo que va a envejecer con ese hombre, se supone, que en ausencia. Es todo el tiempo el duelo del dolor absoluto y la celebración de la maravilla absoluta. Me interesaba la idea del personaje diciendo “no soy”. Al principio pensaba en “no puedo empezar con un personaje diciendo no soy”, es mala onda con el lector, no puedo hacer eso. Pero sí, quería que dijese “no soy”, es decir, estoy acá y tengo que administrar esto hasta que deje de estar. Me parece una buena lectura la idea del reconocimiento cuando habla de la muerte y desde el no soy, otra vez la idea de que no estuviera hablando de lo gay. Es que la poesía es el alimento, si querés, del perfil más filosófico que tiene la novela. Por eso puedo estar diciendo no soy, es que hay algo que está palpitando debajo de ese personaje, no es una estrategia narrativa.

APU: El lenguaje poético que hay en la novela funciona muy bien sobre todo en lo espacial y particularmente en el afuera, en el afuera de la intimidad y soledad de esta pareja. La Buenos Aires que describís con frases como Donde no llega el Estado llega el palán-palán. Porque también es una definición política.

JL: Hace mucho quería escribir una novela de amor a Buenos Aires y ésta era perfecta para eso porque necesitaba contar un afuera. Un afuera en soledad del personaje, sobre todo también para despegarse de esa noche de sexo que cuenta, que él necesitara estar solo y se fuera a comprar pan y caminara muchas cuadras en el frío porteño. Creo que Buenos Aires aparece como un actor político ahí, como una espora política en la que hay una mirada sobre la Buenos Aires que fue y sobre la devastación neoliberal. Bastiones como el bar El balón, que muestra una Buenos Aires barrial y modesta que todavía existe arañando las paredes. El otro bar que hay en la novela, un bar de gallegos extraordinario, bello, de azulejos blancos. Un bar muy parecido a éste sin la onda. Un bar que hoy no tiene sentido porque no se podría mantener con el café que toman los baqueanos. Entonces hoy es una cervecería con toda la onda, con el exceso de onda que está teniendo todo el tiempo Buenos Aires. Eso muestra el arrasamiento de costumbres, esa es la mirada más política.

APU: La novela pertenece a un mundo que añoramos un poco, finales del siglo XX, principios del XXI, todavía sin internet, sin Whatsapp.

JL: El personaje añora el siglo XX y añora el siglo XIX. Es una novela anacrónica y medio antigua.

APU: Lo relaciono con tu novela anterior, Una muchacha muy bella, que habla de cierta actitud aristocrática en el papel de la madre. Se me complementan el personaje de la madre y los escenarios que estos chicos proponen.  

JL: Yo extraño el siglo XX y materialidades que ya no existen más, porque fueron copadas por cosas extraordinarias. De verdad hay algo que está cada vez más dificultado que es el encuentro con el otro… no sé si dificultado, cambió mucho. Antes de verdad estabas tres horas con un café, hablando. Con esto que descubrís en La muchacha... yo también me di cuenta de que las dos novelas son en pequeños departamentos alquilados de Buenos Aires, escribo sobre departamentos alquilados de dos ambientes, podría laburar para una inmobiliaria (risas). Habla de una capa de la clase media.

APU: Hablaste en alguna entrevista que te costó mucho salir de Una muchacha muy bella. Como que había quedado una vara muy alta.

JL: Yo no tenía previsto escribir una novela. Me apareció, la escribí en cinco meses, la presenté. Imagínate para mí, que estoy un año con un texto, fue todo muy veloz y me fue muy bien, recibí mucha atención. Y me pasó que me crucé con una señora que me dice “qué linda, ¿cuándo sale la próxima?”, señora, yo no voy a escribir más. A mí me van a pedir que labure, ni en pedo (risas). Me costó mucho reponerme de eso.

APU: Para hablar de actualidad ¿Cuáles ves que son las principales características, defectos, virtudes de la literatura de hoy? ¿Dónde estamos?

JL: Hace algunos años que es un momento de híper productividad, eso es genial, incluso en un contexto como este donde las editoriales están al borde de la desaparición. Cada vez hay más gente que quiere escribir y hay cada vez más talleres. Eso es muy interesante. Después está que la narrativa argentina contemporánea no escapa a la realidad de la Argentina que es súper concentrada en las ciudades, pero después no nos enteramos qué pasa, salvo en algún caso que termina teniendo repercusión y llegando a Buenos Aires. Últimamente me estoy acordando de Loucha, que trajo algo poderoso y muy propio y siempre se quedó en el lugar del margen, no es que llegó al mainstream, vino a traer eso con mucha generosidad, hermoso ese tipo. Es un momento en donde la literatura de las mujeres de verdad lleva la delantera, hay editoriales divinas, Entropía, Eterna, Mar dulce, estoy nombrando las medianas. Hay nombres muy interesantes. Es un momento muy pródigo.

APU: ¿Te sentís en conversación con escritores y escritoras de ahora?

JL: Te podría nombrar. Me deslumbra mucho Gabriela Cabezón Cámara.

APU: A todes.

JL: Bueno, imagínate. Una literatura que tiene a Gabriela Cabezón Cámara, de verdad está pasando algo groso. Tiene esa joya de registro que puede mezclar poesía, Helena, los clásicos de los clásicos con el argot más barriobajero. Tenemos un espacio compartido, no hago lo mismo, pero en mis textos está la tensión poética todo el tiempo. Una preocupación por el lenguaje. Y hay mucha gente, incluso uno no se entera de con quién está dialogando. La que dialoga es la escritura. Trazar una perspectiva de cómo es la literatura de hoy es medio incierto, siempre se mira y se lee hacia atrás.

APU: ¿Qué se está disputando en la literatura, en lo político, en lo estético, en el lenguaje, en el registro de época?

JL: Hay una poderosa aparición que es ultra política. Lo que se está disputando es esto, es Buenos Aires, esto es Argentina. No da igual la historia, acá hay una tradición literaria, literaria en el sentido de traductores, de libreros, de mercado arrasada. Hay un sentido de puesta en valor y un anhelo de recuperación de algo de la historia. Acá hay históricamente buena literatura. El neoliberalismo te quiere convencer de que todo es igual y que todos tenemos las mismas oportunidades y que todo es igual en cualquier parte del mundo. No. Acá hay tradición, acá hay presencia, hay una batalla cultural y política extraordinaria e indetenible. Que las ciudades sigan teniendo este nivel de productividad literaria me parece fabuloso.