Este muchacho, Juan Gelman

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DOSSIER PARA GELMANEAR

Este muchacho, Juan Gelman

30 Abril 2023

¡Cómo decir las cosas más simples de la vida!

Este pan, ese pájaro, la noche.

¡Cómo decir un hombre claramente!

Algo que fue creciendo bajo el aire,

una ternura, sí, con apellido,

un gran pañuelo de llorar, tal vez,

una camisa a la que llega un barco,

un zapato mordiendo los caminos.  (Juan Gelman)

 

Difícil, por no decir imposible, elegir un Juan Gelman entre todos los Gelman, para poder iniciar un diálogo o una semblanza.

Mejor digámoslo con sus propias exclamaciones:

“Qué asunto raro!”

“Qué cuestión”

“!Qué cosa seria!”.

 

Entre aquel Caballo de la calesita, que giraba “galopando una música de tango”, de su primer Violín y otras cuestiones; hasta “ese alguien que enjuga lágrimas que le crecieron en la mano”, de su último Hoy, arden innumerables experiencias de vida, registros, épocas, viajes, amores y obsesiones que nos amarran tan dulcemente a su existencia.

Este gran conversador de nuestros ensueños y misterios, seguramente tocó el corazón de nuestros viejos, tan muchachos y muchachas por aquel tiempo, cuando grabó junto al Tata Cedrón en 1964 el disco Madrugada, piedra basal de una obra maravillosa, que como bien define Ignacio Varchausky es “una nueva manera de pensar la identidad a través del tango”. Madrugada, ese disco de vinilo con su propia voz, recitando:

 

¿a quién debería encontrar yo en el país del vino?

¿a quién encontraría qué rostros o qué rostro?

¿el ingeniero que se perdió en el mar hace cuarenta máquinas?

¿la burra de dylan thomas?

¿tu cuerpo deseado amado inesperado?

 

Y ese valsecito que solemos cantar en la calle:

 

Cuando te fuiste negra se me acabó la voz, y no soy yo el canta, el que canta es mi dolor. Aromas de tu pelo, sombras de tu pasión, los sauces de tu llanto se inclinarán, y temblarán, buscándome la voz.

 

Este imprevisible gallo cantor, que sin duda alguna movilizó a los pibes y pibas de toda hora, con su “Tío Juan”, que al morir cantaba como un pajarito (“el tío estuvo cantando pío-pío todo el viaje hasta el crematorio municipal”);  su “Hiranyaka” (“el mejor de los albañiles, autor de paredes famosas”) y el desocupado en su oración (“Padre, desde los cielos bájate, he olvidado las oraciones que me enseñó la abuela”), acercando por momentos una narrativa perturbadora en “María, la sirvienta”:

 

Se llamaba María todo el tiempo de sus 17 años,

era capaz de tener alma y sonreír con pajaritos,

pero lo importante fue que en la valija le encontraron

un niño muerto de tres días envuelto en diarios de la casa.

Arden innumerables experiencias de vida, registros, épocas, viajes, amores y obsesiones que nos amarran tan dulcemente a su existencia.

Este recitador milonguero,  que nació un 3 de Mayo de 1930, en Villa Crespo, barrio de Osvaldo Pugliese, Paquita Bernardo (la primera bandoneonista que se dio a conocer) y el pintor Antonio Elice.

Tercer hijo de un matrimonio de inmigrantes judíos ucranianos, que escuchó a Pushkin en la voz de su hermano Boris y escribió sus primeros versos a los 8 años, dedicados a una vecinita, que luego (cuenta él) lo dejó pagando.

Este joven, hincha de Atlanta, estudiante del Nacional Buenos Aires, militante del Partido Comunista, y luego expulsado del mismo. Fundador del grupo literario Pan duro, junto a Alberto Szpunberg, Juana Bignozzi y otros, que deslumbró al país con su primer libro prologado por Raúl González Tuñón.

Este muchacho, que con su poesía, se metió en la realidad, como bien sostiene Daniel Freidemberg  y “la miró con un lenguaje no solemne, con la gracia de lo popular y una altísima calidad”.

Este luchador que escribió “Pensamientos” tras la muerte del Che; que comenzó a ejercer el periodismo en la revista Confirmado y se fue sumando a las filas de FAR y Montoneros:

 

con la victoria sobre el dolor y la amargura sueñan

combaten caen vuelven a combatir

por una valerosa verdad

 

esto pasa todos los días

 

Este señor, y sus heterónimos: José Galván, John Wendell, Dom Pero,  Yamanokuchi Ando, Julio Grecco, y otros. Todos guardados en la valija del exilio.

Este libertador desterrado que recorre el camino de los místicos cristianos, San Juan de la Cruz y Santa Teresa donde, como señala María Rosa Lojo, “el castellano del siglo XVI resucita `gelmaneando`, es decir, revolucionando la lengua, mezclada con nuestro actual dialecto rioplatense”. Poemas que fueron incluidos en Interrupciones 1.

Este Juancito Caminador que supo escribir en ladino, la lengua de los judíos sefaradíes en su Dibaxu:

 

amarte es esto:

una palabra que está por decir/

un arbolito sin hojas

que da sombra/

 

amarti es istu:

un aula qui va a dizer/

un arvulicu sin folyas

qui da solombra/

“El castellano del siglo XVI resucita ‘gelmaneando’, revolucionando la lengua, mezclada con nuestro actual dialecto rioplatense”.

Jorge Boccanera, autor de Confiar en el misterio. Viaje por la poesía de Juan Gelman, ha desplegado innumerables y hondas impresiones acerca de su amigo:

“Hablo de un poeta grande que nos daba retazos de vida en pulidas joyas diminutas que ahondaban en el amor, el exilio, la revolución, la memoria, la espesura del vacío; hablo de un hombre que miraba la vida de frente, hablo del compinche con quien anudamos la amistad con abrazos que dicen ‘hasta luego’ ”.

Este Juan, el sobreviviente, el “compañero abrazable”, como lo llamó la agrupación H.I.J.O.S. El que escribió junto a su querida Mara Lamadrid Ni el flaco perdón de dios a través de las voces de esos hijos de desaparecidos, y fue capaz de apadrinarlos, junto con León Gieco, para que concretaran su primer encuentro en Cabalango, Córdoba, y fundaran su organización, allá por 1995.

Este incansable buceador,  desesperado en la búsqueda de su nieta Macarena, apropiada por los genocidas y restituida en el año 2000.

A este amigo tan merecidamente premiado en el mundo y por su pueblo, fallecido un 14 de enero de 2014, en su más “entrañable sensatez poética” como escribió el ya mencionado Alberto Szpunberg; quisiera yo cantarle con sus propias verdades.

Mis amigos de la Agencia me han invitado a escribir sobre él, y aquí estoy, lo hemos intentado, pero en verdad…no sé.

 

¡Qué asunto raro!

 

Tal vez por su obra poética, su total plenitud, su coraje y esa mismísima y pura verdad (que antes supo relucir y defender su amigo Paco Urondo).

Tal vez por esa perplejidad que se multiplica en cada una de sus lecturas, es que he podido  recordarlo, a este Juan Gelman, sólo con algunos hechos y palabras que nos harán más grata la vida para todo el resto de la madrugada.

 

¡Qué cosa seria!