Volvimos a los '90, volvimos a los escraches

  • Imagen
  • Imagen
  • Imagen
  • Imagen

Volvimos a los '90, volvimos a los escraches

24 Marzo 2018

Por Miguel Martínez Naón. Fotos: Esteban “Tula” Santamaría

Cada 24 de marzo la memoria nos recuerda

que al mirar a los ojos a una compañera, a un compañero

muchas canciones vuelven a sonar y la alquimia de lo imposible

abre la jaula del futuro

(Salvador “Lole” Garcia)

Pibes y pibas que al calor de las luchas de los 90 comenzaron a reconocerse, a organizarse, a darle un cauce colectivo al dolor, a las pérdidas.

Hijos de militantes desparecidos, hijos de asesinados, hijos de presos y de exiliados

Hijos de padres y madres peronistas, montoneros, del PRT- ERP, del PC, de Vanguardia Comunista, de FAl. Hijos e hijas de delegados gremiales, artistas, periodistas, estudiantes, laburantes, amas de casa, deportistas, almaceneros, choferes, poetas.

Hijos-nietos de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo

Desperdigados por el mundo, carne y hueso de los ausentes.

Mi viejo me dijo una vez: “Los miro a los ojos y todos son mis hijos, los miro y son todos iguales a mis compañeros”.

Mi vieja los vio llegar en columnas una tarde, un 24 de marzo por una ancha calle de Córdoba y se le estremeció la vida.

Los vieron llegar los fogoneros de Cutral Có (aquel año en que nacían los piquetes).

Y se abrieron paso en la ruta: “¡Compañeros, llegaron los hijos de los desaparecidos! ¡Abran paso!”, decían los encapuchados, los verdaderos luchadores de aquellos días.

Al calor de la resistencia, en tiempos de inolvidable impunidad se organizaron los primeros campamentos y fueron llegando hijos de todas partes del país. Le pusieron siglas a su nombre:

Hijos por la

Identidad y la

Justicia contra el

Olvido y el

Silencio

Así quedó conformada la red nacional de H.I.J.O.S.

Los escraches

Quien escribe esta nota también formó parte de esta organización. Se sumó en el año '95 (pocos meses después de su fundación) y comenzó a militar en la regional Alto Valle, que comprendía a las provincias de Río Negro y Neuquén. Donde se habían desatado profundos conflictos sociales como el antes mencionado en Cutral Có, donde asesinaron a Teresa Rodriguez. En otras ciudades se profundizaba la lucha de los docentes quienes sufrían casi a diario la visita de la gendarmería con balas, palos, gases. Siempre terminaba en una feroz represión.

H.I.J.O.S estuvo presente en esas luchas.

Una vez instalado en Capital Federal en el año 97 participé de muchos escraches. Los genocidas estaban libres, te los cruzabas en la calle. No queríamos juntarnos simplemente para dar testimonio de nuestras vidas y las de nuestros viejos. Uno de los puntos fundamentales era reivindicar la lucha de nuestros viejos, y no concebíamos eso sin pasar a la acción.

Los genocidas estaban libres. Habían quedado en libertad gracias a las leyes de impunidad; el Punto Final, Obediencia Debida e Indulto, durante los gobiernos de Alfonsín y Menem. Había que ir a buscarlos. Había que condenarlos públicamente. Debía hacerse efectiva la condena social. Así nacieron los escraches.

Por aquel entonces ya se habían creado 14 regionales de H.I.J.O.S. en todo el país, y en el resto del mundo también se estaba generando algo. En H.I.J.O.S Capital se armó la “comisión escrache”, y al poco tiempo los compañeros y compañeras que la integraban comenzaron a recorrer el barrio donde vivía el represor (en algunos casos se lo identificaba caminando por la calle, se le tomaba fotos), se constataba su domicilio y conversaba con los vecinos. Se fijaba el día para realizar la actividad y en los días previos se repartía un volante donde figuraba la foto del genocida, su dirección y la razón por la cual se lo estaba escrachando, su responsabilidad durante la dictadura, si por aquel entonces había sido teniente, comisario, médico o formaba parte de algún grupo de tareas. También se hacían pintadas.

Algunos de estos criminales eran funcionarios del gobierno. Aldo Rico, por ejemplo, era intendente de San Miguel. El caso más paradigmático en aquellos tiempos de desmemoria colectiva fue el de Domingo Antonio Bussi, quien había sido uno de los máximos responsables de las masacres en Tucumán y en ese momento era gobernador.

El torturador Miguel Etchecolatz tuvo el privilegio de presentar su libro “la otra campana del Nunca Más” en la Feria Nacional del Libro (Sí, esa que vos visitás todos los años en la Rural, la misma).

Astiz se paseaba impunemente por las calles de Bariloche (Un día, un compañero de apellido Chávez se lo cruzó y le calzó una piña que lo sentó de culo).

Llegaba el día del escrache y nos concentrábamos todos (junto a organizaciones políticas y organismos de derechos humanos) en la entrada de nuestro local o alguna esquina, para marchar hasta la casa del genocida. Mientras marchábamos se iba sumando gente, participaban murgas, los vecinos comenzaban a asomarse, salían a la calle.

Llegábamos a la casa del genocida, leíamos un documento que expresaba nuestro repudio y las razones por las cuales estábamos allí. Arrojábamos pintura contra las paredes y escribíamos su nombre. Muchas veces participaban grupos de teatro, realizando una breve intervención con disfraces y máscaras a modo de sátira, narrando sucesos de tortura, apropiaciones de niños y fusilamientos. Siempre estábamos rodeados de policías y muchas veces fuimos reprimidos y detenidos.

Asi fueron escrachados, entre otros, el partero de la ESMA Jorge Luis Magnacco; Miguel Etchecolatz, Antonio del Cerro (Colores), Albano Harguindeguy, Fernando Enrique Peyón, Leopoldo Fortunato Galtieri, Santiago Omar Riveros, Jorge Rádice, y el mismísimo Jorge Rafael Videla.

El macricidio

Pasaron los años, terminó la década menemista, llegó De La Rúa, estalló el país, y los H.I.J.O.S también estuvieron presentes en la calle poniendo el pecho a las balas. Una sucesión de muchos presidentes en pocos días, el mandato de Duhalde y la masacre del Puente Pueyrredón.

Y entonces llegó Néstor. Esto merece un capítulo aparte, otra u otras notas, seguir sumando y sumando aportes en relación a la etapa política más gratificante de nuestras vidas (tal vez no para todos los HIJOS, pero sí para una gran mayoría). Resulta imprescindible seguir dialogando con quienes continuaron en la organización, ya que muchos (incluido yo) tomamos otro rumbo y comenzamos a militar en otros espacios.

H.I.J.O.S, al igual que el resto de los organismos de derechos humanos, fueron protagonistas del proyecto nacional y popular que iniciaron Néstor y Cristina. Abrieron espacios dentro de la Ex Esma, trabajaron en la señalización de todos los ex centros clandestinos de detención, crearon pequeños medios de comunicación, y por sobre todas las cosas acompañaron el proceso de memoria, verdad y justicia que se inició a partir de la anulación de las leyes de impunidad, lo que permitió el procesamiento y las condenas a una gran parte de los responsables militares del genocidio, aquellos a quienes habíamos escrachado años antes.

A la organización se sumaron muchos jóvenes sin ser precisamente familiares directos de las víctimas de la dictadura.

Pasaron 12 años, Macri asumió la presidencia hace dos años y aquí estamos. Mauricio es Macri, Macri es el brazo civil de la dictadura, Macri es una empresa familiar que creció durante la dictadura. La familia Macri en 1975 poseía siete empresas. Al concluir la dictadura cívico-militar-eclesiástica tenían bajo su poder cuarenta y seis empresas. Ahora tienen bajo su poder a todo el país.

Miles y miles de trabajadores despedidos, presos políticos, un feroz despliegue de las fuerzas represivas durante todas las marchas, una desorbitante baja de salarios, tarifazos y un tristísimo plan de desindustrialización y endeudamiento. En simultáneo se persigue y se censura a los medios opositores, a los periodistas, a los artistas. Se desfinancian las instituciones educativas y culturales. Promueven el gatillo fácil e invaden brutalmente a las comunidades indígenas, asesinando pibes como Nahuel y muchos otros en las villas, a los niños les meten bala, a los ancianos los atacan con gases lacrimógenos en las marchas.

H.I.J.O.S está volviendo a ser aquella organización de los 90 que nos convocaba por la indignación que llevábamos. Pero no nos engañemos, los sueños quedan intactos para siempre, son nuestra propia casa, como la alegría de reencontrarnos siempre, y el orgullo de ser hijos e hijas de militantes revolucionarios.

Por eso muchos estamos regresando a nuestra querida organización, y por eso también vuelven los escraches. La semana pasada marchamos hasta el edificio donde vive Jorge Luis Magnacco, médico de la ESMA, partero, apropiador de bebés, quien goza de prisión domiciliaria en la Recoleta. Allí nos reencontramos, allí nos reconocimos nuevamente, en esa manada y nos abrazamos y nos multiplicamos, porque además, ya no somos solo HIJOS. También somos padres. Como diría un poeta amigo: “vamos grandes ya”. El tiempo no para.

Frente a las provocaciones de este gobierno infame, que predica la “reconciliación” (que no es otra cosa que la desvergonzada intención de liberar a todos los milicos y devolver favores) que estudia de forma solapada liberar a genocidas como Astiz y el Tigre Acosta, que puso en marcha la restauración de la Plaza de Mayo con el único fin de impedir la llegada del pueblo a la misma para este sábado 24 de marzo, frente a todas estas aberraciones es que convocamos a marchar, a manifestarnos, a gritar bien fuerte:

30.000 veces, ¡VOLVEREMOS!