Un Dionisio anarcoperonista

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Un Dionisio anarcoperonista

21 Octubre 2018

Por Jorge Hardmeier

Eduardo Silveyra es escritor y periodista. Publicó, entre otros, los libros Poemas del Pez Amarillo (2004), Esta puta memoria (2009) y El baile de la Yegua (2017) novela que remite a ciertos textos narrativos referidos al Peronismo, entre ellos “Esa mujer”, de Rodolfo Walsh y “Evita vive”, de Néstor Perlongher. Si uno de los grandes temas de la literatura peronista fue Eva, esa puta, Eduardo noveliza la figura de Cristina Kirchner, esa yegua. “El agua ardiente” es una suerte de continuación de esa novela y, en ambas, el relato gira en torno a la figura de Cristina Kirchner y de ese mito conocido con el nombre de Jorge Pistocchi. Recordemos: Pistocchi, Pisto en la novela de Silveyra, fue el creador de publicaciones míticas como Expreso Imaginario y Pan caliente y parte importantísima de ese movimiento mal llamado rock nacional. El agua ardiente, segunda parte de esta saga no programada, es un entramado en el cual confluyen el Peronismo, la marihuana, el erotismo, mitos porteños revisitados –como un puto Gardel protoperonista– chicas gorilas calientes con Cristina, un editor inescrupuloso y la búsqueda de compañeros/as anarcoperonistas orgiásticos.

Costumbres argentinas

¿Qué generó en vos la idea de juntar en una novela ciertos mitos argentinos, y por qué la elección de cada uno de ellos tanto en esta novela como en su predecesora, El baile de la yegua?

En realidad nunca visualicé a los personajes como figuras míticas, tal vez Pistocchi tenga algo de esa áurea, sí es posible, que al ser escritos, novelados, uno construya y expanda cierta mitología, en todo mito hay una cuota importante de ficción. Siempre se trata de un juego, en el que por un lado está esa historicidad de Pistocchi ligada al rock y a los movimientos culturales de los márgenes y por el otro, el relato político de Cristina, puesto en acción con actitudes transgresoras. Tanto El Baile de la yegua como El Agua Ardiente son provocaciones, una de ellas a repensar lo hecho, las otras, tiene que descubrirlas quien lee.

 La novela resulta, además de la narración de unos hechos digamos, ficcionales, una suerte de propuesta de acción, ¿es así?

No, creo que una de las propuestas es el repensar y reformular a ciertas acciones políticas creadas en la llamada Década Ganada, expuestas desde el absurdo o el sarcasmo, donde a veces los personajes operan desde situaciones mágicas que pasan por las conversiones sexuales y también las políticas. El Agua Ardiente es un libro paradojal por encima de la exuberancia sexual de muchos de sus pasajes, es un libro político, pero desde otro lugar, que pasa también por el de la felicidad, como lo es el acto de coger y amar.

Perón, Dionisios, Faso

¿Cómo ubicarías tu novela dentro del linaje de narrativa referida al peronismo?

Yo no la ubico en ningún lado, eso debe hacerlo el que lee, si puedo decir que se aparta de los textos trágicos que han reflejado la historia del peronismo o de los acusatorios producidos por Borges, Bioy Casares y otros, Tanto El Baile… como El Agua Ardiente son libros dionisiacos. Lo orgia y la embriaguez sucedían en ese culto, después de las cosechas, del trabajo en la tierra y el fin de todo lo cosechado es el alimento y la muerte. Aunque algunos han dicho que estas novelas pertenecen al género de la literatura cannábica, no sé si porque los personajes se fumen unos porros, se tiene que ubicar a un libro en ese lugar que lo aleja de otras intenciones. En estos momentos, lo mejor que se puede escribir sobre la marihuana es una ley que la legalice. Los otros días, alguien me preguntó cómo ordenaba Borges su biblioteca, la verdad que no me importa mucho, pero sí puedo imaginar varios órdenes para un libro o un autor, uno muy ocurrente sería por ejemplo autores alcohólicos, heroinómanos, opiómanos, suicidas, hay una gran variedad en ese sentido, hasta se podrían hacer estadísticas, lo que quiero decir es, por más que uno trate de ubicarse un lugar, la gente te ubica en otro, mejor o peor, nunca se sabe.

¿Por qué esa unión entre Pistocchi y el peronismo y particularmente Cristina?

Ninguno de los dos escapa, del hecho cultural que es el peronismo. Son argentinos.

En ambas novelas sobrevuela el erotismo, ¿a la política argentina le falta ese condimento?

No, no le falta. La barricada, el enfrentamiento en las calles con la policía, tiene una fuerza erótica muy grande, están los cuerpos sudados, con torsos desnudos, el descamisado está ahí, es una expresión muy bella que incluye a la sangre derrama, frente a tipos uniformados y monstruosos. Tal vez eso se desdibuja cuando se pinta al descamisado como a un trabajador, cuando en realidad es otro sujeto. El piquetero es un sujeto erótico opuesto a lo tanático del aparato represivo. De todos modos hay diferentes políticas, la parlamentaria, debe tener sus puntos interesantes, como tener una cita con Victoria Donda en el Salón de los Pasos Perdidos, cuando se ha cerrado el recinto. Todo tiene sus escenarios y su lenguaje.

¿Te imaginás una tercera parte de esta saga no programada?

No creo que haga falta. Estoy en un trabajo más duro, que también tiene que ver con la sexualidad familiar, en estos tiempos donde veladamente sobrevuela el puritanismo.

Sin embargo, una tercera parte podrían ser Los cuadernos eróticos de Cristina. Eduardo esboza una sonrisa, realiza un movimiento de cabeza que supongo de duda y aplasta su cigarrillo sobre el cenicero.

Acabamos.