Libros: “La leyenda del muñeco de nieve”, de Francisco Bitar

  • Imagen

Libros: “La leyenda del muñeco de nieve”, de Francisco Bitar

15 Mayo 2022

Por Inés Busquets

El libro de Francisco Bitar con características de leyenda (hechos reales o fabulosos con elementos fantásticos) es un relato que, hablando de muñecos, bien podría relacionarse con las mamushkas: una historia que contiene a otras, una capa que se descubre para encontrase en la siguiente.

Un objeto legendario, dos cuentos tradicionales y un hecho real. De esta manera, el lenguaje también se va adaptando conforme a la narración, por momentos un tono de ensayo le da el paso a un registro decimonónico, que se convierte en la voz autobiográfica del escritor, que finalmente vuelve a ser el narrador.

Dicho esto me permito desglosar cada parte cual paciente anestesiado en una mesa de disección, diría TS Eliot.

La leyenda del muñeco de nieve, es un libro profuso en cuanto a la calidad y a la profundidad de la escritura. Está conformado por dos grandes capítulos: La preparación y La leyenda.

La preparación o el origen de la escritura

La preparación funciona como prefacio a la leyenda, según mi percepción, es un ensayo sobre la escritura, el origen y los procesos creativos. Lo cual me llevó a pensar cuando lo leí por segunda vez (al terminar el libro) que el verdadero muñeco de nieve era el procedimiento al que asistimos en la lectura. Quizá, pienso, las 116 páginas son el Muñeco de nieve que Francisco Bitar planificó y ejecutó con maestría.

La preparación también es una sumatoria de conceptos y de impresiones, algunas de las cuales me parece imprescindible señalar: “Se le llama infancia a lo que está en el pasado pero no le pertenece por completo a ese pasado.” “Lo que busca un alma en pena es un significado, no para ratificar su existencia, sino para, al fin, desaparecer.” “

En La preparación se vislumbra la importancia de la infancia y de cómo salimos indemnes de ese pasado inevitable, con sus fortalezas y sus declinaciones. Tal vez, en el acto de escribir esté la respuesta. Y ese pasado bien podría tratarse de “esa autentica bola de nieve que se lleva puesto a cada uno.” “¿Por qué el Muñeco de nieve?” “¿En qué momento se dispersó la familia?” “¿Cuál es el hecho central de mis días de invierno, aquel del que se desprenden los demás?”

Esta introducción alude a la preparación del libro, y marca con énfasis que no es lo mismo que la fabricación. Como en el cine, explica, hay un momento donde se definen las locaciones y otro en el que se filma. Pues entonces, allí en la preparación está lo previo, la elección de la locación, la infancia, la materia prima de la historia, el hecho puntual que toma el escritor como referencia para afirmar su sentir actual.

Ese origen dará lugar a la fabricación de este Muñeco de nieve, que mira desde el exterior, que se pierde en la noche de los tiempos y le otorgará sentido a la leyenda que sigue.

La leyenda o la fabricación de la historia

Pablo Katchadjian en la contratapa dice: “Bitar toma de “Wakefield”, el cuento de Hawthorne, algunos elementos. Sobre todo uno, que es eje del cuento y de este libro: irse misteriosamente y volver misteriosamente.”

Wakefield es el personaje que da comienzo a esta leyenda, situado en el siglo XIX en Norteamérica, tiene una familia y una tos persistente que lo obliga a aislarse cada vez más, hasta desaparecer. Al igual que en el cuento de Hawthorne, pero con un destino distinto que lo llevará a atravesar la vida después de la muerte. O la posibilidad de trasladarse livianamente por todas las vidas y tiempos de su historia, como si su ser fantasma le ofreciera la oportunidad de reconciliarse o reparar cuestiones del pasado. 

El pasaje de la vida hacia la muerte de Wakefield se describe con ciertos aspectos esotéricos, una presencia “el mago indio” y la figura del perro, en este caso Doly, como maestra, guía, protectora que lo acompañará en este viaje; la que le cuida el sueño como en las tribus primitivas: “Se diría que esta perra lo despierta del sueño de la enfermedad.

O es la muerte que acaba de despertarlo del largo sueño de la vida.”

En este relato subyace una idea sobre la muerte, pero también sobre la vida y los sueños. ¿Los fantasmas sueñan? ¿La ausencia es la muerte? ¿Cuál es la diferencia entre la ausencia sin muerte y con ella?

“La respiración funciona como una máquina interna de medir el tiempo. Sin ella, las horas y los minutos se pierden a lo largo del día.” “Y si yo no podía estar de cuerpo presente para mi familia, no quedaba otra opción que llevarme mi cuerpo de allí.” “Un fantasma no tiene posibilidades de marcharse, solo puede desaparecer, dice Doly.”

Las andanzas del fantasma nos aportará una versión argentina del cuento original, como también nos complementará en lo que viene, un acontecimiento real, autobiográfico y disparador para todo el relato: un noviazgo que derivará en matrimonio. Una separación que remite a la historia anterior. Una realidad que pareciera basada en una ficción precedente.

En la ficción de Hawthorne, Wakefield desaparece de su casa familiar, veinte años después, cuando la mujer ya se establece como viuda, vuelve tranquilamente a su casa y su esposa lo recibe hasta la muerte.

En la realidad Francisco Bitar toma la voz narrativa y cuenta la historia de sus padres. Hay palabras, pero el relato pereciera cubrirse por un manto de silencio. Una suerte de vacío que se va llenando de detalles, de imágenes, de hechos puntuales. Una digresión separada por décadas, donde emerge el sentido más importante del libro y sin interrupción alguna se une naturalmente a la leyenda, a la fragilidad, a la mirada de ese muñeco que observa desde afuera y teme entrar a la casa y desaparecer.  

Una primera separación y un regreso sin mayores inconvenientes que durará diez años, luego una segunda separación; finalmente un nuevo y definitivo regreso hasta la muerte del padre, como Wakefield. En el medio la ruptura, la soledad de la esposa, los síntomas de los hijos.

“Nunca entendí de qué parte de mi historia personal salieron mis libros; incluso si cuando los escribía pasa tal o cual cosa, era posible que yo estuviera demorado como siempre en un antiguo capítulo de mi vida que ahora regresaba.”

“El escritor pone la obra en lugar del porqué del síntoma, pero sin responder nunca a su pregunta.”

Cito a Hawthorne, del cuento en cuestión: “Es peligroso abrir grietas en los afectos humanos. No porque rompan mucho a lo largo y ancho, sino porque se cierran con mucha rapidez.” 

La memoria irrumpe, desprevenida. Viene a concluir o a despertar, dice Bitar. Llega y toma forma: de muñeco de nieve, de fantasma, de cama de hojas; a veces de libro para permanecer.