Libros: “Carne, una historia de amor”, de Tamara Rutinelli

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Libros: “Carne, una historia de amor”, de Tamara Rutinelli

09 Octubre 2022

Carne, una historia de amor es la primera novela de la escritora argentina Tamara Rutinelli, editada por Paradiso.

Carne es la historia de Clara, el pasaje a la adolescencia y luego a la adultez bajo la hegemonía de una sociedad patriarcal, no muy lejana en el tiempo. Clara, Lidia (la madre) y Coca (la abuela) constituyen un relato y una época. Un período representado por un cúmulo de experiencias donde el “amor” es un deber y un objetivo de vida.

Carne es una novela necesaria y por momentos incómoda. Tamara se apropia del lenguaje y lo vincula al cuerpo, a la piel, a las entrañas. Exprime las palabras y también se exorciza de ellas. Emergen de lo profundo, una suerte de cruce entre intimidad y expulsión involuntaria. Un pensamiento en voz alta que se une a una lucha colectiva. Una voz que representa muchas voces.

La voz que construye pasa por distintos estadios, es niña, es joven, es adulta. Presente y pasado se confabulan para dar idea de lo que la protagonista relata: “soy futuro”. “Me he vuelto el futuro. Soy el futuro, se dice”.

Más allá de lo temporal, la importancia está en el punto de vista: Clara-niña, Clara-mujer. Una época determinada, un sistema replicado en muchas generaciones.

Leo Carne y pienso: “esta novela habla sobre el discurso” y ¿qué es un discurso? ¿qué implicancia tiene en un relato literario? 

El discurso y sus dispositivos como un sistema creado por la sociedad y otorgándole sentido. Tamara Rutinelli logra transmitir el conjunto de valores pertenecientes a una competencia lingüística determinada, a un tiempo específico. Carne revela el sentido de un discurso dominante que, gracias a la fuerza colectiva, se empezó a visibilizar y muy lentamente a deconstruir. Esta obra es una demostración de ello. Carne cristaliza el cuerpo del poder.

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Carne

Tamara traduce un sistema de crianza, un discurso único replicado en millones de niñas, reúne frases cotidianas, programas de televisión, gestos, acciones, quehaceres y posturas hegemónicas ante la presencia del hombre.

En Carne imperan sentimientos encontrados. Es una historia de amor porque, según este modelo amar, es sinónimo de entrega. Sin embargo la atmósfera es de miedo, respeto, reverencia, sumisión.

Durante toda la novela una se pregunta: ¿Qué idea supimos construir del amor? ¿Qué ejemplos recibimos durante tantos años? No solamente por nuestras madres, abuelas, tías sino también por la industria cultural y sus contenidos, por las instituciones. ¿Quién maneja la maquinaria del amor? ¿Es cuerpo, es deseo, es sentimiento, es mandato?

Por un lado, la escritora toma del discurso el cuerpo femenino como objeto de ese amor masculino, que llegará para completarnos. Un cuerpo femenino con sus tabúes y su desconcierto. Clara, la protagonista, se formará escuchando la voz de Lidia (su madre): “Clara se pregunta si siempre tiene que oler así, se lo pregunta a su mamá. Sabe que una vez al mes se tiene que pudrir. Para que puedas tener hijitos, le dice Lidia”. “Pero la menstruación es una cosa privada, de eso no se habla. Eso también lo sabe”.

Por otro, el mandato de ser preparadas para el amor: “Las mujeres nacimos para el amor”. “Las nenas buenas no hacen berrinche, las nenas buenas no gritan, las nenas buenas no molestan. Lidia, la mamá dice que hay que poner la otra mejilla…” “Una chica puede conseguir un buen muchacho de más grande y hacer otras cosas, pero igual, una no puede dormirse en los laureles, porque cuando sos vieja, chau querida, no te mira ni Dios y andá a llorar a la iglesia”.

La voz que construye pasa por distintos estadios, es niña, es joven, es adulta. Presente y pasado se confabulan para dar idea de lo que la protagonista relata: “soy futuro”. “Me he vuelto el futuro. Soy el futuro, se dice”.

Tamara juega con el lenguaje, lo lleva al extremo y desmitifica las sombras en las que fuimos criadas: el estigma de la solterona, el amor para siempre, el miedo a la soledad, la pulcritud de la mujer.

Carne no es una obra ideológica, es una ficción literaria basada en la realidad. Son hechos, experiencias, descripciones, personajes bien conformados, escenas perfectas, conflictos, trama. Pero sí es una obra política porque la lengua lo es, como señala Harwicz.

Ariana Harwicz, en la contratapa, dice que Clara es un campo de reeducación femenino, además recrea una pregunta del personaje: “¿Cuántas de ustedes pueden asegurar fehacientemente no haber sido abusadas en la infancia, chicas?” y  escribe: “Ellas escuchan, todas nosotras escuchamos, y no sabemos qué responder, al parecer las mujeres nacimos para el amor. Pero Tamara no lo acepta y esta novela es la prueba de ello”.