"Diario de menopausia": volver al cuerpo

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    FOTO: Ezequiel Zaidenwerg
INFORME DE UN DÍA

"Diario de menopausia": volver al cuerpo

17 Agosto 2025

Diario de menopausia es el flamante libro de Laura Wittner, editado por Bosque energético. Una editorial hermosa que se dedica a la publicación de diarios.

Esta semana cumplo 46. Ya casi no hay lugares donde no me digan señora.

Ayer tenía treinta y pico pero me di vuelta y es tan simple como dice Idea, debo asumir mi tránsito, mi tiempo.

Hace poco fui al ginecólogo,” bueno” le dije, “te escucho, estoy preparada para saber los cambios que están por venir”. Me hizo un par de preguntas y me dijo: “ahora cuídate de no quedar embarazada. Después hablamos de lo otro”. Me ilusionó la idea de otro bebé, pero ahí donde debe estar ubicado hoy, en la retórica fantástica.

Tengo en mis manos Diario de menopausia, ¿Cuántas mujeres se animaron a hablar de esto?

Laura Wittner, sí. Y yo insisto, quiero estar alerta, conocer el mundo que tengo en ciernes. 

Luciana De Luca en la contratapa dice:

“Es este un diario sobre el fin de la era fértil en un cuerpo femenino. Sobre la revolución arrasadora de las hormonas. Pero es, al fin de cuentas, un diario sobre el tiempo”.

En una parte del diario Laura menciona la conjugación de estas palabras sensatez y sentimientos, (como la obra de Jane Austen) con las que parecieran sintetizarse el libro.

Una vez Saer, en una entrevista, dijo que la escritura es el acto más público de lo privado, o algo así. Pensar en el género diario ya te predispone a ingresar a una especie de intimidad, sin embargo, Laura remarca la diferencia. Ella tiene este diario público y un diario privado, aquel cuaderno que la acompaña desde siempre. Esta observación interpela mi lectura de otros diarios ¿Serían públicos o privados?

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Leer el diario de Laura es encontrarse con un artefacto poético

La sensorialidad, el uso de las palabras, la imagen armando paisajes perfectos, la voz moldeando cada escena, con matices, inflexiones y colores diferentes.

El entrenamiento de la mirada, la búsqueda de los detalles, la sintaxis, el ritmo, el encabalgamiento, la cadencia, la composición.

“Soy yo, que siempre me agarro de los detalles”.

En el encadenamiento de sucesos, la tensión del diario es sin duda el asombro, la materia prima del poema.

En una etapa de reconocimiento del cuerpo, Laura pone en palabras el descubrimiento a medida que lo transita. 

Y no utiliza palabras al azar, las piensa, las elige, las hace “cuajar” en el sistema del texto.

“Este tipo de coincidencias parecen ser el esqueleto de la mayoría de mis días. De ínfimas a gigantescas, se encadenan en una trama poética que gusto de llamar la vida”.

En una etapa de reconocimiento del cuerpo, Laura pone en palabras el descubrimiento a medida que lo transita.

El libro de Laura es intertextual, un enunciado polifónico donde habla ella pero  dialoga con sus poetas preferidas, con la música que escucha, con las amigas que conversa, con quienes de algún modo formaron parte de este proceso creativo, aún sin saberlo. 

Además de la reminiscencia de la voz ajena, este libro también construye un puente con su propia voz de otros momentos.

Aparece la tomadora de café, la que capta los movimientos de la casa, la que viaja en transporte público, la nadadora, la que recorre lugares nuevos caminando o mirando las ópticas desde ventanas diversas, la que reviste de sonidos cotidianos el poema, la que está en alerta y sabe convertir las sensaciones en percepción, el olor del pan, el ruido de la lluvia, el chirrido de las aves, el aroma de las flores y del café del desayuno. 

“Lunes, martes: mal de la panza, dolor de cuerpo, energía astillada. Las noches son una alternancia de mucho calor y mucho frio. Tapo, sudo, destapo, tapo, sudo, destapo.

No nado.

Igual tomo café”.

El zeide, la bobe, las mujeres de la familia, el padre, Dino y Ame son los vínculos que conforman la constelación de Laura; la casa, el taller, las alumnas, los amigos, las lecturas son los espacios que habitan los textos de Laura. 

Fiel a su estilo el Diario tiene pequeños destellos de humor.

“Fibromialgia es mi segundo nombre, menopausia mi tercero. El primero espero que siga siendo Laura”.

Zelarayán decía que la prosa es poesía o nada, cuando Laura escribe prosa subyace el movimiento poético. Al estilo y la voz que mencioné antes se suma la poesía como testigo de una vida, pero no como relato histórico sino como presente. Cada libro de Laura representa una etapa, un período de vida, una estación del año, un acontecimiento, que en Diario de menopausia parecieran unirse. Como un arco narrativo el diario marca una etapa, un ciclo que termina para dar lugar a otro que comienza. 

“pensé mucho en el asombro: en el tipo de conciencia vibrante de ser una y estar en el presente; en el presente de una, con todos los botoncitos encendidos”.

Laura acude a la transformación y la socializa, comparte los tips, las inquietudes, los soportes y las lecturas que la acompañan. Algunos de los nombres y recomendaciones son Diario de Mudanza, de Inés Garland; Clavícula, de Marta Sanz; Deborah Levy, Doris Lessing; poemas de Emma Barrandéguy, Sonia Scarabelli, Circe Maia.

La menopausia es un periodo de transición donde las mujeres asistimos a un cambio que impacta en todas los aspectos de nuestra vida. En algún punto es volver a conocer. Repaso Se vive y se traduce, pienso en la conexión entre este proceso y la traducción, tengo una admiración profunda por las traductoras, no sé por qué siempre pensé que les resulta todo más fácil porque  son las que se sumergen a lo desconocido y salen a la superficie, airosas con aprendizajes nuevos. La traducción me parece una profesión sublime.

“Traducir es autoanalizarse” “Volver a traducir es volver a pensar cómo se dice todo” “Traducir es aprender a esquivar” “una manera de percibir el lenguaje que por algún motivo se vinculaba con una manera de percibir el cuerpo”.

Me pregunto si esa habilidad funciona para esta batalla. Si en este volver a conocerse hay algo de acceder a un lenguaje nuevo, de incorporar un idioma desconocido.

Escribe en el Diario:

“Es así como el lenguaje nos deshace y nos vuelve a hacer”.

Un día hablando de estos temas con Elsa Drucaroff me recomendó y me mandó un libro que se llama Yo, tu, nosotras, de Luce Irigaray. “El capítulo se llama ¿Qué edad tienes?, empieza en la página 109” me dijo.

La filosofa francesa, Luce Irigaray hace una analogía entre las estaciones del año y la multiplicidad de la experiencia del cuerpo femenino. Una gran metáfora sobre los cambios que transitamos. “Un año de mi vida representa una primavera, un verano, un otoño  y un invierno. Durante las estaciones pasan muchas cosas que no pueden reducirse a uno(a). Ni los días ni las estaciones ni los años se parecen. Su progresión no puede confundirse con una simple suma”, un cuerpo que acompaña los cambios de la naturaleza, que tiene su propio ritmo, que no es estático ni previsible sino que vive en continuo movimiento, con la sabiduría de que cada mujer tiene su singularidad.

Termino Diario de menopausia y vuelvo a los poemas de Laura, siempre vuelvo a los poemas de Laura, en realidad. Ella abre puertas, deja las llaves a disposición, traduce el silencio, el amor, el tiempo. Trae lo inasible y le da corporeidad. Pide una vida “imposiblemente simple”. Como toda su obra nos muestra lo subrepticio detrás de las cosas, nos da los secretos para aprender a percibir. Hay caos, hay revelación, hay revolución pero hay extrañamiento, una mirada que ve lúdicamente la vida y nos recuerda: “¿Les dije o no les dije que la salida estaba/ en la vida cotidiana?”

Escribe en el Diario: “Una buena lluvia, una buena luna, los básicos del bienestar”.