Teresa es una flor extraña: primer poemario de Mariana Quaglia
Mariana Quaglia nació en 1998 en la Ciudad de Neuquén. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación Social, recibida en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Acaba de lanzar “Teresa es una flor extraña”, su primer poemario, gracias a la editorial Halley. “La idea del libro siempre estuvo ahí como un sueño latente de querer escribir y publicar”, explica la autora, en diálogo con AGENCIA PACO URONDO.
Tras una preventa durante junio, para poder financiar los primeros ejemplares, la casa editora ofrece envío gratis a todo el país, con moto-mensajería al conurbano bonaerense y a la Ciudad de Buenos Aires, y a sucursal de Correo Argentina en el resto de las provincias, y además con una publicación extra de regalo a su propia elección. “Gracias por confiar, apoyar esta forma de publicar y seguir leyendo poesía”, destaca Halley en cada libro.
“Teresa es una flor extraña” es un poemario entendido de manera integral. No sólo desde la selección y la ubicación de textos y capítulos hasta las citas a otras autoras, sino también los agradecimientos, la tapa y hasta la textura del papel. Hay una división estructural pensada desde el inicio del proceso de escritura que acompaña las diversas temáticas que van apareciendo, como la infancia y el crecimiento, su relación con los tipos de hogar y el ambiente en general, y el rol estereotipado de la abuela, una figura principal de esta historia.
En diálogo con AGENCIA PACO URONDO, Mariana Quaglia presenta su primer poemario, describiendo en su conjunto el proceso de realización, los elementos más destacados de la obra, sus influencias como lectora y escritora, y sus próximas ideas de trabajo en mente.
Agencia Paco Urondo: ¿Cuándo surgió la idea del libro y poemario?
Mariana Quaglia: Creo que la idea del libro siempre estuvo ahí como un sueño latente de querer escribir y publicar. En el último tiempo siento que se fue moldeando para el lado de la poesía porque descubrí el taller de Natalia Litvinova, en el que ya hace tres años que estoy. Ella es poeta y dueña de una editorial -Llantén- donde publican más que nada poesía de diversos autores y autoras de distintas partes del mundo. Ella es de origen bielorruso, pero es nacionalizada argentina y tiene bastantes libros de poesía y una novela publicada por Lumen -“Luciérnaga”-. Muy inspirador todo su perfil y muy conocedora del mundo de la poesía. Cada clase trae autores o autoras y nos despierta consignas.
A partir de eso se fue formando un libro, un poemario. Con las distintas unidades de poemas se iban repitiendo ciertas temáticas e imágenes. Estoy hablando de mi infancia, o de mi abuela, me sale bien y natural, me gusta. Fue un trabajo bastante arduo. Si bien hace tres años que estoy ahí, los primeros poemas del libro los escribí el año pasado y se fue armando. Fui corrigiendo bastante, así que están todos más que nada curados. Son una gran construcción de lo que armé con ese grupo hermoso que tengo de taller. Creo que la idea fue surgiendo con el trabajo mismo y dándome cuenta que había una voz y unas imágenes con las que me sentía cómoda y fui por ese lado.
APU: De la selección de editorial, pasando por la escritura, a la tapa y empaquetado ¿cómo fue el proceso de realización en su conjunto?
MQ: Halley es una editorial independiente que recibe manuscritos. En febrero ya sentía que tenía más o menos cocinado mi proyecto, es decir, me sentía cómoda con la cantidad de poemas que había armado y con los capítulos que había creado. Sentía que estaba dejando ahí poemas muy buenos y lindos, y que también necesitaba escribir otra cosa. Necesitaba darle un cierre a la temática que signa el poemario, que es sobre todo infancia, mi abuela, Neuquén, y la Patagonia, y escribir otras cosas quizás más desde un lado personal más abstracto y un poco místico.
Había hecho una lista de editoriales que recibían manuscritos, pero me enamoré de Halley y su propuesta, y fue a la primera que le mandé. En pocos días me respondieron y fue un gran sueño. Tienen algo espectacular, que es poder elegir la ilustración de tapa. Sugirieron que la haga o que le pida a alguien, así que le pedí a mi amiga Titi, que hace bastante ilustra varios de mis escritos y poemas porque tenemos esa forma sensible de trabajar, más allá de ser amigas de la vida. Tenemos ese nexo creativo y fuimos trabajando la ilustración. Me enamoré de lo que iba haciendo ella y la editorial es muy abierta a todas las sugerencias con respecto al estilo del libro y cómo se va a ver, así que fue un viaje muy simple.
APU: Fue una experiencia positiva.
MQ: Toda la cuestión editorial fue muy cuidada, con mucho cariño, respetando un montón mi obra, con devoluciones del todo hermosas y haciéndome sentir no como una más sino especial, entonces eso me hizo sentir muy cómoda. Con el empaquetado sentí que tenía que devolver todo el amor que la gente me estaba dando a través de la preventa, porque el libro se vendió con un sistema para que se puedan mandar a imprimir. Ya que la gente hizo ese esfuerzo para lograr financiar mi mayor sueño, que es tener el libro publicado, tengo que devolver un poco de eso, entonces me encantó la idea de que sea un paquete, un detallito, y una cartita con una postal. Siento que va todo de la mano.
APU: Parece una obra pensada de forma muy integral. ¿Cómo fue, en particular, la relación entre los textos que iba escribiendo y su ubicación en la obra?
MQ: Fue una obra pensada de manera muy integral en el momento que me di cuenta que estaba constantemente yendo por los mismos lugares, incluso notando que tenía cierta desenvoltura en hablar de cosas de mi infancia y mi abuela. No lo vamos a dejar pasar, vamos a hacer que sea el centro de la obra. Mi abuela se llama Teresa, por eso el título es “Teresa es una flor extraña”. Dije que no iba a abandonar esta temática que me hace sentir cómoda y cierto cariño, por así decirlo, en lo que estaba haciendo.
Cuando tenía ya cierto número de poemas los empecé a organizar. Quizás me faltaba ahondar en ciertas temáticas que me gustaba incluir en el libro, así que escribí esos poemas también. Los últimos son todos los que empiezan con “Teresa”. Cuando ciertos textos iban por el mismo lado sentí que estaba bueno juntarlos y los epígrafes fue lo último que elegí.
APU: ¿Cómo fue ese proceso de selección?
MQ: Fue difícil, hay un montón de autoras que siento que me representan. Los cambié ochenta veces. El primero que elegí fue el de Dolores Etchecopar, de su libro “No hables tan rápido delante de la noche”. Es un librazo y ella me encantó, incluso su forma de escribir me disparó al personaje de Teresa. Los otros vinieron quizás con ayuda de la gente del taller, que me decían "tu escritura se parece un poco a Marosa Di Giorgio” o “esto me hace acordar a Aurora Luque". Fui ahondando en las sugerencias y así lo fui creando. Tiene ochenta mil borradores el libro, hasta que un día dije que me cerraba y me parecía que estaba hermoso. Se lo pasé a un par de amigas para que lo lean por mí. Les cerraba y parecía coherente, entendían bien el hilo y lo que quería mostrar en cada capítulo.
APU: ¿Y con respecto a las citas?
MQ: Creo que hay sólo dos poemas que tienen citas, son dos canciones. Uno es el de “Teresa es una flor extraña”, que titula después el libro y está citando el himno de Neuquén, que dice "y en la Pehuenia madre nació su flor extraña". Era para cerrar esa idea de que el título y lo que estoy mostrando está muy ligado a la provincia de donde soy, más allá de que ahora mi vida en general esté en Buenos Aires. Me parecía lindo hacer un homenaje a través de mi abuela y este personaje de Teresa.
Después hay otra cita que es de Juana Molina porque quería darle ese espacio en mi libro, dado que realmente ese poema me salió escuchando esa canción. Creo que es del álbum “Halo” y se llama “Cálculos y oráculos”. Nació a partir de eso, entonces dije que le tenía que rendir tributo a esta mujer porque sin su canción no se me hubiese ocurrido mi poema.
APU: Los distintos poemas, a medida que avanza la escritura, parecen representar ciertos pasajes desde la infancia y la relación con distintos tipos de hogares y familiares. ¿Coincide con esa lectura?
MQ: Sí, es totalmente así. Pensé los tres capítulos con el primero como la vida de mi abuela y todo aquello que no conozco, previo quizás a mi nacimiento y ella más siendo madre, mujer, compañera, y sobre todo previo a su venida a Neuquén. Ella es de Buenos Aires, vivía en Wilde y cuando falleció mi abuelo se tuvo que mudar. Le dicen que va a ser por un par de días, hasta que se estabilice y esté mejor, y nunca pudo volver a su casa. Es una reflexión en torno a eso, a todo lo que ella tuvo que sacrificar, no desde la perspectiva de un niño, como quizás en el segundo capítulo y la infancia de mi abuela en relación a la mía en Neuquén, sino más bien por fuera de mí como narradora omnipresente quizás. Algunas cosas obviamente son ficción, pero me sentí cómoda romantizando, idealizando, incluso pensando en porqué mi abuela fue como fue.
El segundo es más de la infancia, de cosas que me transcurrieron, anécdotas que recuerdo de esa manera y otras que, por supuesto, exagero para que sea más potente el poema y la idea de construir a partir de las pequeñas cosas. Siento que, en este libro, y me lo han dicho mucho en el taller, agarro un bicho, hablo sobre él y veo pequeñas imágenes en una gran imagen.
El tercero es más una reflexión siendo en mi vida de ahora, reconociendo las cosas que sucedieron y justificando un poco porqué el yo poético es como es. Esa dualidad entre la Ciudad de Buenos Aires y la de Neuquén, que no tienen nada que ver. Son, sobre todo, dos provincias, paisajes y vivencias completamente distintas, así que me parecía lindo cerrar con eso y dar aire o espacio a que entre una voz más madura. Tiene esos tres momentos: una voz reflexiva omnipresente, una de infancia, y un yo poético más potente, nostálgico, reflexivo y adulto.
APU: ¿Por qué la decisión, en términos de voz poética, de alternancia entre Teresa y una voz, si se quiere, más “propia”?
MQ: Como decía antes, un día agarré el libro “No hables tan rápido delante de la noche”, de Etchecopar. Ella crea el personaje del bufón para contar ciertas anécdotas, vivencias y sensaciones que tiene el yo poético, pero para despegarse un poco de eso habla del bufón. Yo lo que quería hacer con esta alternancia y dualidad de voces es que Teresa no sea mi abuela sino un personaje totalmente idealizado y romantizado como lo que hubiese querido que sea, reflexionando de forma constante u obsesionándome con la idea de cómo fue mi abuela de joven, antes de que la conozca, su vida, sus amores y sus odios.
Una vez que tenés esa relación de nieto, sobre todo muy joven, y abuela, quizás muchísimo más grande de lo que se acostumbra, tenés cierta distancia y entendés muy poco de la vida del otro. Creé el personaje de Teresa en nombre de mi abuela, por supuesto, pero también para romantizar sobre su vida y estar constantemente pensando en lo que yo querría que ella haya sentido y vivido, que me parece muy lindo.
La figura de mi abuela en el poemario en particular no es esa típica nona que me cuidó y amó, que era buena y me hacía fideos y un postre, sino con un montón de defectos. Teresa viene a romper el rol de abuela: es una figura completamente deschavetada e histriónica, que come cáscara y deja las semillas de girasol; es un poco salvaje, se mete al Río Limay y habla con un pez, después cruza un bosque prendido fuego. Es ese lado del salvajismo y feminidad para reflexionar en torno a la vida de alguien más allá de cómo orbitó la mía.
Esa alternancia con mi voz es un poco darle las gracias. Siento que es ser amable con esa figura de abuela, que fue poco típica o idealizada, por así decirlo, pero que también es interesante de explorar, más allá de tener que inventar un personaje para romantizar su vida e idealizarla a ella.
APU: ¿Qué influencias diría que hay en la obra?
MQ: Para hacer el libro creo que me armé de una buena biblioteca, muy variada y con lecturas de diversos países, sobre todo mujeres. Diría que las principales influencias, lo que más me inspiró a escribir, fueron Dolores Etchecopar, Rosario Bléfari y Cristina Peri Rossi. Natalia Litvinova, que es mi profesora, tiene poemas muy hermosos, naturales y ecológicos que me llevaron a explorar esa sensibilidad. Marosa de Giorgio también. Aurora Luque, obviamente, porque la cito y creo que hay bastantes cosas de ella que me gustaron y me llevaron a escribir.
De Inger Christensen hay un poema en particular que se llama “El valle de las mariposas”, que me pareció precioso y reflexioné un montón en mi libro sobre las mismas y observar ese bicho tan fascinante y hermoso. Raúl Zurita, como lectura complementaria para ver la sensibilidad, que escribe desde una pata muy política y sensible que, quizás, en este libro no se encuentra, pero sí siento que me abrió la cabeza y me permitió hacerme de otros recursos para escribir. Por supuesto, siempre María Elena Walsh y sus poemas preciosos.
Por otro lado, Mariana Enríquez y su gran obra. Cualquiera de las cosas que ella escriba a mí me da ganas de escribir, sobre todo en su estilo tan oscuro, cruel y crudo. Me gusta mucho seguir ese estilo de crudeza, de hablar de carne y sangre si se tiene que hacerlo. Un poco terrorífico, pero real, así que también hay que agradecerle por un montón de cosas y porque, más allá de que es mi escritora favorita, leer mucho te hace dar cuenta que hay muchos recursos para escribir. Mientras más variado he leído, de todo tipo de género, extensión, autor y país, algo me llevo, ya sea para hacer, para no repetir o que no me gustan tanto. Creo que soy un poco una composición de un montón de mundos.
APU: ¿Tiene otras ideas de trabajo en mente?
MQ: Ahora estoy haciendo otro poemario, cuando cerré éste era porque quería empezar a escribir sobre otras cosas. Siento que me desvié un poco de la temática de la familia y estoy más inspirada por la corporalidad, los órganos y qué espacio ocupa un cuerpo, cómo nos sentimos en la rutina diaria, repitiendo siempre las mismas tareas, o qué observamos cuando estamos en el subte. Ese tipo de imágenes, con las que convivo día a día. Creo que puede ser muy rica la exploración.
Todavía no está del todo armado, recién lo estoy empezando. Me gustaría que sea un género mixto, que no sólo sea un poemario duro, sino que también quizás tenga fragmentos de diario, o alguna ilustración o representación gráfica de un poema. Lo estoy pensando aún. Creo que haber terminado este primer poemario, y que me haya dejado decir todo lo que quería y explorar con respecto a mi infancia, mi familia y etcétera, me permite quizás una escritura más madura y mística, por así decirlo, y no tan lineal, pero está pendiente aún.
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