Big Mouth: ¿Cómo sacarnos de la cabeza los Stiflers que todos los hetero cis llevamos dentro?

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Big Mouth: ¿Cómo sacarnos de la cabeza los Stiflers que todos los hetero cis llevamos dentro?

11 Noviembre 2018

Por Franco Dall'Oste*

¿Cómo hacer una serie que intente decir algo nuevo en un género cooptado por el machismo más pelotudo y banal que conozcamos? ¿Cómo sacarnos de la cabeza los Stiflers que todos los hetero cis llevamos dentro? American Pie nos marcó como adolescentes: nos veíamos reflejados en esa idea de masculinidad, donde el sueño de todo hombre se convertía en la consumación de su deseo. De SU deseo, las mujeres estaban ahí, como decía Kerouac, “en su calidad de pozos”. Cuando se habla hoy de la importancia de la educación sexual y dudan de su necesidad, no se olviden: nosotros nos educamos sexualmente con American Pie y Porn Hub. Pocas cosas más terribles que eso.  

Big Mouth en ese sentido es vanguardia: se mete de lleno en el tema y lo trata con humor y mucho respeto. Esos pre-adolescentes animados no sólo nos interpelan desde esa primera pubertad tan poco tratada en la ficción, sino que lo hacen educándonos. Y esta segunda temporada vino a profundizar la transformación, a indagar en personajes más definidos y a meterse de lleno de los debates actuales.

La serie creada por Nick Kroll, Andrew Goldberg, Jennifer Flackett y Mark Levin para Netflix tuvo una primer temporada muy interesante: la personificación de la pubertad como un monstruo hormonal y la utilización de caricaturas animadas fue un recurso interesantísimo para poder hablar de un tema tabú incluso hoy en día. En esta segunda entrega, los creadores introducen otro personaje crucial: The Shame Wizard (el hechicero de la vergüenza).

Este personaje indaga sobre otro aspecto fundamental: la vergüenza y la humillación. Y es interesante que, a diferencia del monstruo hormonal que si bien se comparte, tienen asignadas personas específicas, The Shame Wizard es uno solo para todos. Y esto tiene un sentido: no sólo representa la vergüenza, sino también las estructuras inhibitorias que se nos impone desde afuera, desde lo social. Así, en el mejor capítulo de todos, les personajes se dan cuenta que el mismo hechicero es quien lxs ha cohibido y torturado a todes.

Esta nueva etapa comienza con la aparición de Gina, una compañera de curso cuyo cuerpo se ha desarrollado, “irrumpiendo” en la realidad de las y los personajes. A través de ella (a quien la mayoría asumen como “la nueva en la escuela”, siendo que siempre fue a esa escuela) se ponen en juego cuestiones como la objetivización de la mujer, las formas de acercarse a ese otro u otra y de relacionarse tanto afectiva como sexualemente. También sirve para explicitar las desigualdades: los actos que marcan y condenan a la mujer, serán los actos que realcen y confirmen socialmente la virilidad del hombre.

A lo largo de la temporada, también se destaca la profundización de los personajes: Nick, sigue luchando contra el desarrollo tardío, y se convierte en un gran chamuyador acomplejado; Andrew se hunde en su propia “perversidad”, en esa nueva pulsión incontrolable que una y otra vez lo expone primero ante sus padres y luego ante la sociedad; Jessi acentúa su lado rebelde, peléandose una y otra vez consigo misma y con su entorno, confundida y enojada por el divorcio de sus padres y lo que ahora ellos representan; y Missy descubre y aprende a aceptar su cuerpo y su sexualidad.

Jay es uno de los personajes más interesantes: a pesar de que su personalidad está volcada hacia la exageración, termina siendo quien “mejor” o menos traumáticamente, puede atravesar el “cambio” hormonal (acá me parece genial cuando el monstruo de Andrew dice que Jay es su propio monstruo hormonal). Sin embargo, todo el tiempo uno siente que su estabilidad mental pende de un hilo: es el marginal, el que tiene una vida más dura y el que demuestra mayor ignorancia de las violencias familiares que sufre.

Todas las series en general están hoy en día tratando los mismos temas, pero Big Mouth, me parece que lo hace de la manera más acertada y transformadora. El capítulo sobre los anticonceptivos es increíble y super educativo (para pasar en escuelas), el arco argumental de la vergüenza y el clímax musical en el capítulo del gimnasio son estupendos, al igual que el tratamiento del feminismo, el acoso, la identidad sexual y las inhibiciones sociales.

*Para leer más sobre Franco Dall'Oste visita su blog: francodalloste.blogspot.com