La causa Lucas Cabello y los años del bambú

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La causa Lucas Cabello y los años del bambú

20 Agosto 2019

Por Gabriela Carpineti*

I.

1.382 días viviremos desde el 12 de Noviembre de 2015 al 22 de Agosto de este año.

1.382 días de aquel lunes de calor, en el que un tal Macri, que esperaba el ballotage para convertirse en presidente y Vidal ya electa gobernadora, defendían la actuación del agente de la Policía Metropolitana que había fusilado a Lucas Cabello en la puerta del Complejo Habitacional transitorio del IVC en el barrio de La Boca.

Macri era aún jefe de gobierno, Vidal su vice, y Montenegro- actual candidato a intendente en Mar del Plata- su ministro de Seguridad. Lucas agonizaba en el Hospital Argerich, y por más de 72hs, la tele, las radios, algunos grupos y políticos de la ciudad y del barrio, se debatían qué había pasado. Si Lucas era culpable o inocente, si había sido un "problema de género" o si al policía se le había ido la mano. A contrarreloj, como casi siempre, la familia de Lucas, los vecinos y vecinas, la Campaña contra la Violencia Institucional, la UTE, Agencia Paco Urondo, La Garganta Poderosa, La Boca Resiste y Propone, Boca es Pueblo, entre muchos otros compañeros fundamentales, logramos montar un super aparato jurídico y comunicacional con capacidad de ocupar las calles de la Boca durante varios días seguidos, los pasillos del Argerich, del Juzgado, y de algún que otro canal de televisión y logramos desarmar la versión policial, que casi siempre es la oficial.

Lucas era inocente. El Policía, un procesado y con prisión preventiva. A fin de ese año Lucas ya empezaba a despertar. Macri ya era presidente. Lucas no movía sus extremidades. Pero entendía todo. Todo. Tanto, que nos tranquilizó a los demás. La marcha seria larga.

II.

Quisiera que alguien me escuche, nos grabe, nos abrace, y escriba un libro sobre esta historia. Resoluciones judiciales, excarcelaciones, victorias en Cámaras de Apelaciones y Casación, internaciones, recaídas, más internaciones, detenciones, mudanzas, la casa propia, amparos, sillas de ruedas, paternidad. Maternidad. Pobreza, juventud. Exclusión. Solidaridad. Organización Popular. Cuadriplejia. Una hija.

La madre y la hermana. El padre que volvió. El botón de pánico que nunca existió. Trapito. Cancha de Boca. Cuidar el coche de otro. Un pan. Y el vaso de agua con mil pastillas. Calmar el dolor. River. San Lorenzo. Sufrir por amor. Todos los cupos Todos: joven, excluido y género. Jefa de Hogar. Sobrevivir del pánico.

III.

No se si el macrismo, los traumas, las desgracias, la yuta y el Poder Judicial o qué mierda, nos graduó en ser "resilentes" estos 1.382 días, casi cuatro años. Pero así hermanados quedamos con Lucas Cabello y Carolina Vila a pocos días de empezar el juicio oral y público. Yo prefiero mirarnos como el Bambu. La profundidad espiritual para atravesar las derrotas, las adversidades, te regalan lo más preciado: mística y sabiduría. Flexibilidad para sopesar los vaivenes, y firmeza de raíz para sostenerse y elevarse. La sabiduría del Bambú. Se prepara años para convertirse en la planta de más rápido crecimiento del reino vegetal. En siete años acondiciona sus raíces, crece internamente y, cuando se siente listo, emana, se eleva y nada puede detenerlo. Nunca se quiebra. Porque es humilde y agradecido. No escatima cualidades, ofrece a todos, a cambio de nada, apoyo material y espiritual. No lo hace solo. Se apoya en el grupo. En los bosques del Bambu, cada planta cuida a la otra.

IV.

Dos veces nos suspendieron el Juicio oral. La tercera es la vencida. Este jueves, el mismo día que se cumplen 47 años de la Masacre de Trelew, Lucas Cabello, el fusilado que sobrevivió se sentará en la silla de la querella. Como Horacio Mayorga, el militar que declaró en la misma base Almirante Zar hace más de cuatro décadas que “No es necesario explicar nada. Debemos dejar de lado estúpidas discusiones que la Armada no tiene que esforzarse en explicar. Lo hecho bien hecho está. Se hizo lo que se tenía que hacer. No hay que disculparse porque no hay culpa. La muerte está en el plan de Dios no para castigo sino para la reflexión de muchos”, lo que siguió en la Argentina a ese fatídico noviembre de 2015, es conocido y no hace falta ya tanta explicación militante. Tuvimos mucho miedo estos años. Algunos pusimos el cuerpo fuerte y estamos más cansados que otros en tiempos de campaña. Pero también, hoy, más contentos.

Porque el pueblo, como Lucas y el Bambu, nos ayudan a resituar la esperanza. A ponerla en su lugar. A encontrarla. A estar menos especulativos o cagados de que si uno hace tal cosa o rompe el silencio o grita verdades incómodas: “se van a enojar los mercados, el juez, el jefe". Para reducir los daños, hay que reformular el futuro.

De Lucas y Carolina, aprendí a no regocijarse en el chantaje victimologico. Ni de víctimas ni de victimarios. Porque es esa en definitiva la trampa del capital. En esa cajita infeliz nos prefiere. Anularte el deseo, al mismo tiempo que todo el día te lo estimula. Con la sabiduría amarrada a las convicciones de siempre, vamos suturando una etapa. Abriendo otra. Con la fe en que Lucas y Dios, siempre poderosos, van a volver a caminar el sendero de la justicia perdida en nuestra Patria. Nos vemos este jueves en Tribunales.

*Abogada familia de Lucas Cabello.