"Mamá y papá trabajan, y los nenes van a la escuela"

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"Mamá y papá trabajan, y los nenes van a la escuela"

07 Agosto 2014

Por Jorge Giordano

APU: ¿Cuántas personas componen la cooperativa y con qué recursos cuentan?

Graciela Ibarra: Somos 40 compañeros que cobramos un incentivo de parte del Gobierno de la Ciudad, que nos corresponde por limpiar la zona que ganamos en licitación. Y tenemos 20 compañeros más que todavía no cobran ese incentivo. Tenemos un camión para la mercadería, y un colectivo contratado para los compañeros. Los otros recursos los alquilamos nosotros: un predio para dejar los carros con el material y poder cenar a la noche, y otro predio en Guernica. Al de Guernica le faltan muchas cosas, no tenemos ni techo. Los cartones se mojan.

APU: ¿Cómo es un día de trabajo en la cooperativa?

GI: Los compañeros vienen a trabajar, recuperan el material en la zona, hacemos el traslado y lo pesan. Se llevan la plata que ganaron del material, producto del esfuerzo de estar tirando el carro, más de ocho horas a veces. Tenemos dos horas de viaje desde Guernica a Capital Federal, así que salen a las once. Arrancamos a la una de la tarde, hasta las diez de la noche. Son nueve horas todos los días, de lunes a viernes y llegan a Guernica a la medianoche. Hay gente que me dice "yo ya no veo a mis hijos”.

APU: ¿Cambió mucho su forma de trabajo desde que formaron la cooperativa?

GI: Sí, por ejemplo antes viajábamos en el tren, y si a la policía no le gustaba algo te tenías que bajar con tu carro y esperar hasta el otro día. Nos bajaban en Temperley y teníamos que caminar por la ruta, con el carro cargado hasta Guernica. Eso pasó muchas veces. Era un sufrimiento.

APU: ¿Cómo va a cambiar eso con la puesta en marcha del sistema de campanas y la nueva modalidad de trabajo?

GI: Vamos a tener que trabajar de lunes a viernes, cuatro horas por día, y nos van a pagar 4500 pesos además de un plus según la cantidad de material que recuperemos. Lo que hay que valorar es que los compañeros no van a andar tirando de un carro. En mi cooperativa hay muchas mamás solas, criando a sus hijos, que tienen que salir muy temprano y ahora ya no van a tener que pesar el material. También tenemos que tener cuidado porque de ese dinero, 2500 son como una suerte de presentismo, si faltamos nos lo descuentan. Tenemos que seguir peleando por ese derecho.

APU: ¿Cómo es la relación de la cooperativa con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires?

GI: Nosotros las veces que pedimos citas pudimos hablar. Cuando vamos todas las cooperativas yo no hablo, escucho. La otra vez decía el director del que dependemos: "todas las cooperativas tienen que opinar". A mí me parece que es una pelea desigual, yo peleo por un techo para que no se me mojen los cartones y otras cooperativas por mejores camiones. Para mí es un sueño eso, yo me conformo con el techo. Pienso que el ministerio debería fijarse más en las cooperativas chicas, que formamos parte del mismo árbol. Me gustaría que sea algo equitativo. Pero se prestan para el diálogo o el acuerdo.

APU: Su cooperativa también tiene una copa de leche en Guernica. ¿Cómo funciona ese proyecto?

GI: Tenemos un espacio que se llama "La fortaleza de los niños", donde damos de comer a 60 nenes. Hay algo muy importante que la cooperativa marcó que es defender el derecho del niño. Antes los papás traían a sus hijos a recuperar materiales. Hoy, si está dentro de la cooperativa, el hijo se queda en la escuela o en su casa. Los niños son los que menos protección tienen por parte del Estado. La cultura del trabajo también se perdió mucho con el tiempo, y es por donde encamina nuestra cooperativa. Mamá y papá trabajan, y los nenes van a la escuela. Tratamos de darles lo que se merecen.