"La jerarquía eclesiástica de la época suspiró aliviada cuando Angelelli fue asesinado"

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"La jerarquía eclesiástica de la época suspiró aliviada cuando Angelelli fue asesinado"

05 Agosto 2020

Por Mariano Nieva

El 4 de agosto de 1976 fue asesinado en La Rioja el obispo Enrique Angelelli a manos de la dictadura militar. AGENCIA PACO URONDO dialogó con el periodista y escritor Fabián Kovacik, autor de “Así en la tierra. Una biografía de Enrique Angelelli”, para que cuente detalles de su compromiso con los más humildes, su lucha en contra de los sectores poderosos riojanos y el papel importante que cumplió el diario local “El Independiente” para su tarea pastoral.

AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué lo llevó a escribir un libro sobre Monseñor Enrique Angelelli?

Fabián Kovacic: Lo que me motivó a escribir un libro sobre el obispo Angelelli fue el hecho de tener una cierta militancia de iglesia ecuménica donde unos veníamos del catolicismo, otros de iglesias pentecostales y también evangélicas como por ejemplo la IERP (Iglesia evangélica del Río de la Plata) que fue de las pocas que se opuso a la guerra de Malvinas, denunciando al propio Leopoldo Fortunato Galtieri. En el año 1985, en ese momento tenía 18 años y trabajábamos junto a un grupo de compañeros/as en los barrios UTA y Libertador. Que se encuentran en el límite de las localidades de San Martin y Tres de Febrero, en la provincia de Buenos Aires. Recuerdo que allí se contaban historias de los curas del tercer mundo como parte de una iglesia comprometida. Por entonces también leía el diario “La Voz” que editaban sectores del peronismo revolucionario, la izquierda y grupos cristianos. En ese periódico estaba Alipio Paoletti que previamente, entre los años 1959 y 1976, trabajaba en otra publicación que se llamaba “El Independiente” en la provincia de La Rioja. Y fue allí que leí algunas notas de su autoría vinculadas con el crimen de Angelelli. Pensemos además, que en esos años la democracia recién había retornado y estaba muy a flor de piel en la sociedad argentina el tema del genocidio y la violación de los Derechos Humanos (DDHH) producidos por la dictadura militar. En 1984 se acababa de publicar el libro de CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) “Nunca Más”. Estaba la revista “El Periodista de Buenos Aires” que también había sacado varias notas sobre el Obispo riojano y la militancia cristiana y así descubrí a Angelelli, como un personaje emblemático de la curia. Y como me considero un tipo que mira siempre los outsiders me parecía que el prelado rompía un poco el molde de la iglesia llamémosle peronista. Ya que no era lo mismo que el padre Carlos Mugica por ejemplo. Previamente, los crímenes de los dos curas tan cercanos a él como Gabriel Longeville y Carlos de Dios Murias y del laico Wenceslao Pedernera también me movilizaron. Y comprendí que todos estos hechos eran dignos de contar.

APU: ¿Cómo comenzó la tarea de investigación y de recopilación de datos?

FK: Lo primero que hice fue ponerme en contacto con la gente del MED (Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos). Por ellos/as me fui enterando que en la provincia de Córdoba estaba Luis “Vitin” Baronetto que también se interesó con que se podía hacer con el tema Angelelli. Si se volvía a abrir la causa judicial o no y justo en ese momento aparece la denuncia que hace Monseñor Don Jaime De Nevares ante la justicia federal de La Rioja y de este modo se vuelve a activar el expediente. Fueron pasando los años me recibí de periodista en TEA (Taller Escuela Agencia) y se dió la oportunidad de contactarme con Washington Uranga que era editor en el diario Página/12 con vínculos con sectores de la Iglesia Católica. Entonces, me recomendó una editorial que era histórica en términos de compromiso social. Propiedad de Francisco “Pancho” Lohlé, que se había quedado con parte del fondo editorial de su padre Carlos asociándose con otra editora llamada Lumen. De esta manera, y luego de presentar un par de capítulos, me adelantaron un poco de dinero para poder viajar a La Rioja y a Córdoba y se me abrió la posibilidad de escribir el libro “Así en la tierra. Una biografía de Enrique Angelelli” (1996) que se editó por Lohlé-Lumen.

APU: ¿Qué se propuso contar en su trabajo?

FK: Con “Así en la tierra” me propuse contar la actitud de Angelelli. Cómo este hombre de fé realmente se la jugó. Recordemos que le habían ofrecido irse del país cuando aparecen muertos sus colaboradores más cercanos. A lo que él responde que no tenía miedo de morir y que se quería quedar con su gente. Esta toma de posición más humana que religiosa o política me pareció algo muy interesante y entonces me volqué a contar su vida. Como habían sido sus pasos primeros como sacerdote. Su rebeldía en la época del seminario. Como había llegado a ser obispo de manera absolutamente curiosa en el año 1965 cuando él no daba el perfil para serlo porque siendo cura en Córdoba había tenido problemas por ser contestatario con la jerarquía local y por su compromiso social y su trabajo con los obreros de sectores peronistas y de la izquierda. Cuando Angelelli es ungido como obispo en respuesta Monseñor Raúl Primatesta comienza a mostrar las garras de cómo iba a ser su política de tejer relaciones con el poder económico y las familias tradicionales cordobesas. Por eso es que decide mandarlo a La Rioja, porque pensó que allí pasaría inadvertido y para evitar que los vínculos que Angelelli tenía con los grupos obreros, juveniles y estudiantiles de la Universidad en la provincia generen algún tipo de resistencia a su autoridad.

APU: ¿Qué fue lo que más le llamó la atención de todo lo que se iba enterando en torno a la figura y la acción evangélica de Angelelli?

FK: A medida que avanzaba con la investigación me acordaba de esa nota que había leído en “La Voz” en 1984 y me di cuenta que Enrique Angelelli no estuvo sólo en La Rioja desde su llegada en 1968. “El Independiente”, que hay que destacar fue el primer diario cooperativo de América Latina, con los hermanos Mario y Alipio Paoletti, Daniel Moyano, Ricardo Mercado Luna, Guillermo “Yiyi” Alfieri y Plutarco Schaller, desde un primer momento estaban denunciando las atrocidades que estaba haciendo en aquellos años la dictadura de Juan Carlos Onganía. Entonces la vinculación de esas dos historias, por un lado ese proyecto periodístico revolucionario para el interior del país y la acción evangelizadora y pastoral del obispo por el otro, fue de fuerte impacto para mi trabajo. En el libro sostengo en un capítulo completo que sin “El Independiente” no hubiera habido un Angelelli con el compromiso religioso y social que pudo llevar a cabo. Cómo fue la vida de un hombre de pueblo que estuvo siempre cerca del pueblo. Una persona sencilla que llegó a organizar un sindicato de empleadas domésticas y que no tenía problemas en denunciar desde el púlpito al poder político. Alguien que vivía en una austeridad rayana con la pobreza siendo obispo. Y eso también atrajo poderosamente mi atención para encarar este trabajo.

APU: ¿Cómo fue el contexto político en donde el obispo riojano llevo adelante su tarea pastoral?

FK: El contexto político en el que se llevó a cabo su tarea pastoral estuvo atravesada fuertemente por la dictadura de Onganía. El Cordobazo iba a estallar en 1969. Al año siguiente de la llegada al obispado riojano de Angelelli. La provincia estaba convulsionada como todo el país y América Latina. En el caso de La Rioja, el clima efervescente estaba dado porque se estaban conformando sindicatos nuevos. La Confederación General del Trabajo (CGT de Los Argentinos) liderada a nivel nacional por Raimundo Ongaro también se hacía sentir en suelo riojano de la mano de Plutarco Schaller. También, se estaban creando organizaciones sindicales mineras como algo también novedoso. Y se trabajaba fuertemente en la expropiación de fincas improductivas porque los dueños no querían ponerse a producir. Por su parte, la gente se organizaba en cooperativas y trabajaba para llevar agua para las zonas donde no llegaba y así poder cultivar aceitunas, vid y nogales.

Todas estas acciones fueron apoyadas por Angelelli lo que generó no pocos problemas con el poder político. Sobre todo con el interventor del general Onganía en la provincia. Por esos días también estaba empezando a figurar dentro de la escena política local un muy joven Carlos Saúl Menem que todavía no estaba preparado ni podía aspirar a la gobernación porque la dictadura estaba todavía sólida. En este escenario, el obispo Angelelli junto a “El Independiente” generaron juntos una fuerte resistencia al poder que no podían generar otras organizaciones como los partidos políticos porque obviamente estaban prohibidos por el Onganiato. Por lo tanto, aquel era un momento político álgido y de muchas reivindicaciones del movimiento obrero en todos sus frentes, tanto en términos de sindicatos fuertes como los cooperativos. A nivel cultural había una fuerte movida vinculada a lo político motorizado por el obispado y por el diario de los hermanos Paoletti y compañía. La movilización social iba en ascenso para intentar llegar a la apertura democrática de 1973 con mucho vigor. Existían a causa de ello enormes desafíos de promoción social con los pobres y desamparados de toda la provincia. No solo de la capital sino de los barrios y pueblos del interior muy profundos. Una movida muy grande con todos los decanatos donde cada cura tenía una presencia pastoral de mucho compromiso.

APU: ¿Cuál fue el vínculo si es que lo hubo del obispo con el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo?

FK: Angelelli no adhirió explícitamente a la actividad orgánica del MSTM (Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo) pero si coincidió con su línea ideológica. Creo que su negativa tuvo que ver con que Monseñor no era partidario de sumarse a una línea política llevada a cabo por parte de hombres de la iglesia. El consideraba que su trabajo era otro. Llano, popular y con sus fieles en su diócesis. Si hay que decir que les dio absoluta libertad de acción a sus sacerdotes para que participaran si así lo deseaban. De hecho hubo varios que fueron parte de los Curas del Tercer Mundo. Esta apertura tenía que ver con pensar que había que luchar con otros/as por una liberación integral del hombre y esa idea traspasó los movimientos políticos. El planteaba algo más asambleario dentro de la iglesia católica porque no categorizaba ni encuadraba con ningún sector del clero vinculado políticamente que era mayoritariamente peronista. Recuerdo que cuando fui a presentar el libro en la ciudad entrerriana de Paraná donde vivía Guillermo “Yiyi” Alfieri, conocí a un jóven que estaba haciendo un trabajo sobre los ‘70 en Entre Ríos y allí me planteó una idea que me pareció curiosamente plausible. Por un lado, pensar el peronismo con Rodolfo Walsh y con el padre Carlos Mugica y por el otro los sectores más de izquierda con Haroldo Conti y Enrique Angelelli. Es decir, como dos binomios que tenían tanto en común al mismo tiempo podían tener también diferencias. Así que me parece que por ese lado hay que pensar también su no adhesión al MSTM. Algo más, creo que esa negativa iba de la mano con pensar más en lo local. El obispo pensaba que había que dejar que la gente se organizara espontáneamente y el solamente acompañar o estar detrás. En ese sentido me parece muy importante lo actuado por el obispado riojano con Angelelli a la cabeza y el diario “El Independiente” donde ni uno ni otros encabezaron, fomentaron ni fueron “patrullas perdidas” como diría Walsh de ningún movimiento ni partido político. Eso sí, los dos apoyaron la conformación de grupos de trabajo social, llámense cooperativas, sindicatos como AOMA (Asociación Obrera Minera de la República Argentina) y la idea de sindicalizar a las empleadas domésticas que en La Rioja las clases dominantes de manera despectiva les decían “Las Martas”. Además, Angelelli impulsó y apoyó a las monjas que se metían a trabajar en casas de familia para entender cómo vivían las mucamas con la gente acomodada local que venían de décadas y siglos atrás detentando el poder.

APU: ¿Qué nos puede decir de la experiencia de CODETRAL?

FK: CODETRAL (Cooperativa de Trabajo Limitada) fue un proyecto planteado por un grupo de vecinos/as riojanos/as que pedían poder trabajar la tierra de una finca abandonada que pertenecía a la familia Azzalini que en aquel entonces estaba en manos de dos ancianas hermanas que ya no tenían ni fuerzas ni dinero para ponerla en funcionamiento y tampoco les interesaba demasiado. De esta manera, comenzó a sobrevolar la idea de la expropiación que se planteó incluso en el parlamento local. Por otra parte, el protagonismo de nuestras clases populares fue central en esos años lo que hizo que Angelelli apoyara esas iniciativas como la de la mencionada CODETRAL. Cuando escribí el libro, algunos sobrevivientes me contaron que esta experiencia tenía que ver con cómo una provincia muy pobre económicamente, con la mayor parte de su pueblo desocupado y en la miseria, tenía deseos de progresar. En las jornadas en que se debatió sobre la posibilidad de la toma de las tierras de los Azzalini en la Legislatura riojana que se llevó a cabo entre los años 1973 y 1974 hubo mucha presencia de trabajadores/as y campesinos/as junto con los curas y los periodistas de “El Independiente” que hicieron una gran cobertura del evento. Buscando además que se haga realidad este proyecto que podía significar trabajo para la gente, pero también conciencia social. Y eso era lo que primero los poderosos locales y la dictadura que vino después intentaron frenar.

APU: ¿Cuál fue el protagonismo que tuvo en esos momentos el gobernador Carlos Menem?

FK: Carlos Menem no estuvo de acuerdo con el tema CODETRAL porque sentía que se jugaba su imagen frente a los sectores más poderosos del pueblo riojano. Fue realmente muy tibio en este tema, no quiso intervenir. Más pelea, sin dudas, dieron los diputados provinciales peronistas que fueron quienes pusieron el cuerpo hasta llegar a costarles la vida. Algunos de ellos fueron secuestrados y desaparecidos en tiempos de la dictadura. Menem hizo como Poncio Pilatos, prefirió lavarse las manos. Ver que rédito podía sacar de todo eso y dejar que los/as trabajadores/as, periodistas locales, legisladores peronista más combativos y el obispado encabezado por Angelelli fueran al frente de la lucha con las consecuencias que podían sufrir.

APU: Una vez producido el asesinato de Monseñor Angelelli. ¿Cuál fue la postura de la jerarquía eclesiástica argentina?

FK: Hay que decir que la jerarquía eclesiástica suspiró aliviada cuando Angeleli fue asesinado. Recuerdo que el sacerdote Henry Praolini, fallecido hace pocos años, fue el encargado de ser el secretario mientras estuvo esos días en La Rioja el Nuncio papal Pio Laghi, quien arribó al aeropuerto de la provincia en un avión de la Fuerza Aérea Argentina (FAA). Praolini contó que Laghi, antes de acudir al velatorio del obispo y de reunirse con el pueblo y sus sacerdotes, tuvo un encuentro con la intervención militar en la casa de gobierno. Donde con un golpe en la mesa el Nuncio le dijo a los interventores militares, haciendo un verdadero acting: “Esta es la última muerte que les permito”. De esta cúpula de la Iglesia Católica que como dije antes suspiró aliviada, el que más lo hizo fue Primatesta porque fue el prelado que vió que Angelellli podía ser una piedra en el zapato por su compromiso con los más débiles y empobrecidos. Por eso es que prefirió mirar para otro lado y cuando lo mataron se dió cuenta que a partir de ese momento tenia vía libre y que ya no tendría ningún otro obispo que molestara. Recordemos también que en 1977, otro prelado progresista Carlos Ponce de León, fue asesinado en la localidad bonaerense de San Nicolás.

APU: Una cúpula eclesiástica que también tuvo hombres muy comprometidos con su pueblo.

FK: Claramente. En esa jerarquía que tenía estrechos vínculos con la dictadura había excepciones como Don Jaime de Nevares, Monseñor Esteban Hesayne y Jorge Novak por ejemplo quienes fueron los únicos tres religiosos que días antes de la asunción de Raúl Alfonsín a la presidencia de la nación, solicitaron que se reabra la causa Angelelli que había sido cerrada por los militares en 1976 caratulada como accidente. Esta colaboración de los obispos hizo que la justicia de Córdoba encabezada por Miguel Baronetto pudiera llevar adelante los trámites judiciales que terminarían aclarando que el obispo había sido asesinado y que la institución Iglesia había sido cómplice del mismo. Acusación que sostuvieron desde un primer momento los curas y el pueblo llano riojano. Para ilustrar esto que digo recomiendo ver el documental “Con un oído en el pueblo y otro en el Evangelio” (1985) de Mario Bomheker donde hay entrevistas a gente muy humilde donde dicen claramente que Angelelli había asesinado.