El macrismo metafísico

  • Imagen

El macrismo metafísico

10 Junio 2016

“Este momento es el más oscuro. Es como un túnel, elegimos el túnel, decimos esto no, no, no. Este sí. Nos metimos y empezamos a caminar, de repente negro, negro, claustrofobia, iremos bien o no. Hasta que ves la luz. Allá lejos. Pequeñas luces. Pero en la vida no vamos a sentir alivio. Para eso hay que esperar el año que viene.”
Gabriela Michetti

Una de las apuestas políticas del macrismo, desde su desarrollo electoral en la CABA, fue la construcción de un aparato de marketing lo suficientemente complejo como para que la carencia de políticas de salud y educación de su gestión fuera invisibilizada detrás de campañas de comunicación que desbordaban optimismo. Con el lema de gestión “En todo estás vos”, el PRO avanzó y postuló una política fundamentalmente posmoderna. Una política, que lejos de apuntar a lo social en un sentido moderno, apuntaba a las experiencias individuales desconectadas de la experiencia colectiva y social. La saturación de lo individual, expresada en esa frase, era la negación de lo social. Una política que postula como valor una lectura desideologizada de las experiencias individuales, es decir una postura a priori anti política y a-histórica.

El mismo Mauricio Macri, entonces candidato a Jefe de Gobierno, lo definió así en el 2006: “El Pro es una propuesta de gente posmoderna, de gente común que se hartó de los guitarreos y quiere ‘al pan, pan, y al vino, vino’, y que no se casa con una corriente ideológica. Es un partido posmoderno, por lo tanto no se puede definir ideológicamente.”

No seremos los primeros en remarcar que una de las trampas fundamentales de la posmodernidad y el multiculturalismo, como uno de sus valores culturales por excelencia, es justamente licuar la idea de la conflictividad social. Fueron Slajov Zizek y Fredric Jameson quienes pensaron la definición de la posmodernidad intrínseca a una violencia social invisibilizada que no encontraba lugar en el capitalismo tardío o multinacional. El multiculturalismo era la fachada de la dominante cultural.

Por eso uno de los énfasis de las líneas comunicacionales pre triunfo electoral del macrismo era la idea de la política no como un lugar de conflicto, sino de una política que sostenga la multiplicidad de voces, la de una democracia multicultural sin conflictos. No hay conflicto porque todo lo que hay es gente “común” es decir personas desconectadas de su clase social, que conviven en “armonía.”

Detrás de la apariencia de todas las voces en armonía, lo que se expulsa es la voz que expresa una tensión, porque esa voz es expulsada en la representación de lo social. Esto no es una operación meramente discursiva sino una expulsión concreta que se resume en violencia social sobre estos sectores.

La “armonía posmoderna” del Pro en el distrito negaba la violencia social latente sobre los sectores populares. Durante un periodo de tiempo los sectores sociales más castigados y los sectores populares no encontraban lugar en la representación plural del macrismo. Eso fue uno de los motivos que generó durante la campaña electoral presidencial la ampliación de la línea comunicacional de Cambiemos para entablar un dialogó con los sectores populares e impulsar un acercamiento que posibilitó el triunfo. Fue el momento más “moderno” de Macri, donde se negaba la futura devaluación y la eliminación de las asignaciones universales por hijo, entre otra promesas en esa misma dirección.

El Pro y su nueva línea comunicacional

El triunfo electoral, y su expansión a nivel nacional en su fase de alianza Cambiemos, empujó al macrismo a reformular sus postulados comunicacionales. El primer partido posmoderno de la historia política argentina se encontró ante una difícil situación que era la de tener que enfrentar realidades para nada relativas. Las consecuencias de las medidas económicas tomadas por Macri despertaron un antagonismo social irreductible y generaron un viraje en su aparato de comunicación adaptado al nuevo contexto.

Ante la realidad del ajuste económico desencadenado sobre las clases trabajadoras desde el gobierno nacional, la idea de una democracia sin conflictos se volvió inverosímil. No hay relativismo que valga para los trabajadores ante el efecto concreto y real de los tarifazos en los servicios, la devaluación y los despidos masivos en el sector privado y público, el avance represivo de las fuerzas de seguridad en los barrios populares y el congelamiento de la economía debido a la caída estrepitosa del consumo.

Ante esta realidad Duran Barba puede declarar como “verdad” que él es un teólogo de la liberación y Macri un presidente de izquierda, pero los efectos desatados sobre el Pueblo se encuentran ya operativos. El aumento de la conflictividad social expresado en las protestas cotidianas de sindicatos de todo el país apuntan en esa dirección. Al igual que las centrales marchando juntas por primera vez dando señales del proceso de unificación del movimiento obrero organizado.

Metáforas metafísicas

En este nuevo contexto el macrismo ha variado entonces su discurso en dos enfoques, uno que podríamos interpretar como ligeramente moderno. Donde se apunta a una aparente historización que señala la “pesada herencia” del kirchnerismo para explicar la raíz de los problemas sociales actuales.

Pero existe otro enfoque que podríamos denominar como el macrismo metafísico. Una versión ultra radicalizada de discurso posmoderno, completamente desligado ya no de un pensamiento social, sino de un pensamiento racional empírico.

En esa fase los dirigentes de Cambiemos sostienen ideas como la esbozada por la Gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal: “en estos meses hemos tenidos que tomar decisiones difíciles diciéndoles a los argentinos que era mentira que podían tener calefacción, que podían tener electricidad, que podían tener servicios, si no había tarifas reales". Aquello que los sectores populares percibieron era una mentira, era una ilusión nos dice la gobernadora, forzando una visión cuasi budista de la realidad y de la historia.

Pero sin duda el exponente más claro del macrismo metafísico nos lo otorgó la vicepresidenta, Gabriela Michetti. En una declaración magistral de teología esotérica explicó con una metáfora abstracta el proceso social actual: “Este momento es el más oscuro. Es como un túnel, elegimos el túnel, decimos esto no, no, no. Este sí. Nos metimos y empezamos a caminar, de repente negro, negro, claustrofobia, iremos bien o no. Hasta que ves la luz. Allá lejos. Pequeñas luces. Pero en la vida no vamos a sentir alivio. Para eso hay que esperar el año que viene”.

La altura del recurso literario de la vicepresidenta está forzada por la imposibilidad de explicar lo inexplicable de la cruda realidad económica y social. Pero no es ese el eje de la cuestión, sino el nivel de abstracción y distancia discursiva que existe entre la poética de Michetti y la realidad de nuestro Pueblo. La distancia insondable entre la frase de Michetti y el sufrimiento de los sectores populares marca un espacio abierto a un nuevo acontecimiento. A la posibilidad de que el hilo que sostiene la cohesión social, desde sus dirigentes hasta las bases sociales, se corte por la misma fuerza que este tipo declaraciones convocan.

RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs)