Venezuela: el PSUV rumbo a las elecciones

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Venezuela: el PSUV rumbo a las elecciones

20 Marzo 2018

Por Geraldina Colotti, desde Caracas

Para apreciar la calidad de la democracia participativa y protagónica en Venezuela, solo mire a los países del  continente donde aún no ha llegado el mensaje de la Patria Grande: como en Colombia. Diosdado Cabello, primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), resumió así su análisis durante la rueda de prensa en La Rinconada, junto a la dirigencia partidaria. Trampas y fraudes fueron una constante en las elecciones en Colombia: tarjetas fotocopiadas por “falta de presupuesto”, compra de votos con billetes falsos, imposibilidad de verificar los resultados... Sin contar lo que pasó durante la campaña electoral, con atentados a candidatos de izquierda, amenazas y falta de seguridad general...

Al fin y al cabo –dijo en una rueda de prensa posterior el ministro de Comunicación Jorge Rodríguez– en las elecciones colombianas son más los que se abstienen que lo que expresan preferencias de votos, y además sorprende la cantidad de votos en blanco, que superan los votos válidos. “Que vengan a hacer un curso en Venezuela sobre cómo se hacen elecciones, porque eso vulnera la democracia y afecta al elector. No hay sistema electoral más seguro en el mundo entero que el sistema electoral venezolano”, dijo Rodríguez.

Sin embargo, el discurso del imperio, desde Estados Unidos hasta Europa, difunde otra realidad, pretendiendo “elecciones democráticas”, como si todo lo que se hizo en Venezuela hasta ahora, después de la victoria de Chávez, hubiera sido un fraude, salvo por las victoria de la oposición. Y ahora que los sectores de derecha, divididos y desacreditados, se pelean por el dinero entregado por su dueño norteamericano, la “garantías democráticas” que le gustaría, serían evidentemente las de Colombia... No por casualidad, cuando el dueño de Smarmatic decidió “suicidarse” económicamente anunciando que su empresa electoral informática aún no era segura en Venezuela, resultó que, poco tempo después, gestionó en Italia las elecciones “autonomistas” del partido xenófobo La Lega: evidentemente presentando allá su sistema Smarmatic como el mejor del mundo (como de verdad es). La única manera para que la derecha considere “democráticas” las elecciones es la de ponerla como ganadora desde el inicio. Como en Colombia, en Honduras, en México... Las “democracias” que le gustan a la OEA de Almagro. Estamos seguros que de ninguna manera el señor Almagro y la “comunidad internacional” examinarán el régimen colombiano para imponer sanciones, como hicieron con Venezuela. Al contrario, piden desconocer las elecciones del 20 de mayo a las cuales el PSUV se prepara con un gran proceso de carnetización popular, confirmándose como el mayor partido del continente. Un partido de masa y también de cuadros: el desafío continúa, a pesar de todos los traidores y las traidoras que pretenden impartir lecciones desde los hoteles del imperio.

Contra la guerra económica que quiere desestabilizar y desarmar al pueblo, el PSUV reacciona con más organización popular, más poder popular. De los más de 2.100.000 de registrados y carnetizados por el PSUV a su militancia, el 59 por ciento son mujeres. La ministra del Poder Popular para la Igualdad de Género, Blanca Eekhout -que el presidente Nicolás Maduro nombró a la cabeza del Comando de campaña de la Patria de la Mujeres, de cara a las elecciones presidenciales– llevó a la ONU los avances del proceso bolivariano en tema de género. Recientemente, desde las asambleas de mujeres, llegaron a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) dos propuestas de ley entregadas a su presidenta por Maduro el 8 de marzo: la ley por la Democracia Paritaria, que plantea una participación política igualitaria de las mujeres en las elecciones, y la ley por un parto humanizado. La presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, hizo referencia a la Democracia Paritaria, una deuda pendiente desde la llegada de la derecha al Parlamento, que bloqueó la aprobación de la ley.

Para combatir la guerra económica, la especulación y el acaparamiento de alimentos básicos, Nicolás Maduro creó el 12 de marzo de 2016 los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). No solamente un instrumento para proteger al pueblo, sino una herramienta de empoderamiento, consciencia y organización popular: “un gran movimiento comunicacional de la catacumba del pueblo, desde su creatividad hasta todos los niveles de la organización política”, dijo Maduro. Como los Soviet en la Unión Soviética revolucionaria, los CLAP constituyen una de las herramientas estratégicas del Estado venezolano para enfrentar la guerra no convencional contra Venezuela. Hace dos años, los CLAP distribuían 1.500 toneladas de alimentos cada mes, hasta alcanzar 60.000 toneladas mensuales, entregadas a 6 millones de familias venezolanas. Hoy –dijo el ministro para la Agricultura Urbana, Freddy Bernal-  de los 32.600 CLAP que se han conformado hasta la fecha, 11 mil producen alimentos de ciclo corto, como legumbres, tubérculos, raíces y cría de especies menores (conejos, ovejas, gallinas), así como artículos de higiene personal, limpieza del hogar y uniformes escolares. Con su revista, los CLAP son también una trinchera en la batalla de las ideas, cada vez más necesaria contra la guerra mediática internacional que cada día quiere presentar un país en quiebra, que necesita “ayuda humanitaria”.

En la conclusión de las jornadas internacionales de solidaridad “Todos Somos Venezuela”, realizadas por los cinco años de la partida del comandante Hugo Chávez, se hizo evidente la necesidad de difundir por el mundo la  verdad de venezolana: empezando –como dijo Adán Chávez– una fase nueva en la solidaridad internacional. Entonces, se podría carnetizar también a los internacionales. No por casualidad, el Comandante ya puso este tema en el tapete en 2009, cuando lanzó la idea de una Quinta Internacional: la Internacional de los pueblos contra la internacional de los poderosos que tiraron a la basura la palabra “socialista”.