Hay segunda vuelta en Ecuador: ¿el Buen Vivir en cuestión o un mal epocal?

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Hay segunda vuelta en Ecuador: ¿el Buen Vivir en cuestión o un mal epocal?

20 Febrero 2017

Por Adrian Dubinsky

Ya está, ya se votó. El pueblo ecuatoriano dio su veredicto y el mismo incluye una victoria anémica del correismo en primera vuelta, a diez años de Revolución ciudadana, una victoria pírrica y acre. Los casi diez puntos de ventaja entre Moreno y Lasso no se dan por encima de la franja del 40%, número mínimo necesario para pensar en una victoria en primera vuelta. Lenín ha llegado al 39,08% y el exbanquero Lasso a 28,29% con el 86,3% de las actas escrutadas. Es decir, que faltó 0,72 % para consolidar el triunfo (algo así como 900.000 votos).

Hagamos de cuenta que este número es el definitivo. Seguramente a la hora en que se publique esta nota los guarismos serán más contundentes y está nota será más o menos pertinente. Pero lo cierto es que hasta las 5:52 de la madrugada, esto es lo que tenemos (Ojalá que este artículo sea desechable). De todas formas, centésima más o centésima menos, es tan ajustado el certamen electoral que tanto si ganamos como si tenemos que votar en segunda vuelta la reflexión viene al caso. Por lo tanto, nos enfrentamos a una ardua campaña electoral por la segunda vuelta que, al igual que en la Argentina, se dará en el barro, en el puerta a puerta, en las acciones promovidas por la conciencia, la invectiva y los militantes inorgánicos que, si son acompañados coherentemente por el gobierno -más que por las campañas comunicacionales modernas, aunque sin prescindir de ellas (todo suma)- pueden ver coronado su accionar con la llegada a la presidencia del binomio Moreno-Glass .

La pregunta que nos hacemos, que me hago, en la soledad de la noche del 19 al 20 de febrero, saliendo de las estrellas de acuario -crédulas y leves- e ingresando en las regidas por piscis -terrenales y realistas- es qué lectura hizo el pueblo ecuatoriano de su realidad y porqué. Qué diferencias o similitudes hubo con otros procesos electorales y gubernamentales como el de Argentina o el referéndum en Bolivia o la última elección legislativa en Venezuela. ¿Por qué no alcanzó con las acciones de gobierno, que describiremos y que redundaron en una mejora constatable a través de todos los indicadores y medidores internacionales, para lograr un triunfo electoral en primera vuelta?

La historia reciente o algunos números de la Revolución Ciudadana en el haber

De nada sirve ahora la enumeración mecánica y positivista acerca de las acciones de gobierno implementadas y sus beneficiarios. Ya lo hicimos en Argentina y terminó resultando en la práctica militante una flagelación innecesaria. Pero de todas formas -¡flagelémonos!- sirve para desarrollar un análisis de la jornada electoral y sus resultados, para tratar de comprender el resultado en base a una reflexión lo más sesuda posible a pesar de lo reciente de la información.

En Ecuador la pobreza se redujo, según la INEC, del 36,7% al 23 %, emergiendo desde la ultratumba de la sociedad más de un millón de ecuatorianos (casi 7 % de la población) [1]. El índice de desigualdad, según el coeficiente Gini, se redujo de 0,54 a 0,47 [2].

En cuanto a educación se refiere, se pasó del 92 % de tasa de alfabetización a más del 99 % en diez años. Y desde 2012 a esta parte, el analfabetismo digital en Ecuador se reduce en 10 puntos, pasando del 21,4 al 11% [3]. Se han destinado más de mil millones de dólares a la Educación Superior, implementándose un sistema de becas ejemplar que tiene en cuenta más a las aptitudes que a los conocimientos positivistas y de inspiración eurocéntrica, haciendo del sistema de becas uno de los más igualitarios del mundo. También se han fundado nuevas universidades (la Universidad de las Artes, la Universidad Regional Amazónica; la Universidad Nacional de Educación, entre otras). La educación universitaria ha pegado un salto de calidad extremo y la inversión en espacios generadores de conocimiento, tal como la fundación de Yachay, la Ciudad del Conocimiento, ha sido prioridad del gobierno de un hombre, académico él, para quien la educación y la producción de conocimiento genuino, situado y aprovechable para su país, es un bien en sí mismo y con un alto valor agregado. En esa dirección formativa se observa la mano del presidente economista, quien entiende que la variable de ganancia se nutre de producir conocimiento propio en un país con limitaciones geográficas y que hasta la llegada del Correismo solo había explotado el petróleo, las rosas, el banano y los camarones.
La gran favorecida en estos diez años de revolución ha sido la clase media, que ha visto engrosadas sus filas, como ya dijimos, tanto por arriba como por abajo, y que ha redundado en la constitución de la clase mayoritaria en el Ecuador.

La economía, en términos generales, tuvo un mayor crecimiento que el resto de América Latina, promediando un incremento de su PIB del 3,9 % anual entre 2007 y 2015, contra un 2,9% para la región, aunque en 2016 toda la región tuvo una caída del 2,1% [5]. A pesar de un leve incremento en 2016, el país tiene una de las tasas de desempleo más bajas de la región y del mundo con un 5,3% [6]. No obstante, las variables macroeconómicas han tenido su incidencia tanto en la economía real como en la percepción que los ecuatorianos tienen de su día a día, y es evidente que los países dependientes son más influenciados por los vaivenes de la falacia financiera internacional que aquellos que detentan -cada vez menos- cierta autonomía.

Uno de los puntos en los que más hicieron hincapié las críticas de las oposiciones en todo el continente tiene que ver con los índices de inseguridad, y si bien el país andino no es una excepción en cuanto a la agitación de banderas contra la inseguridad desde su formato más ramplón y estigmatizante, los números que ostenta la nación andina a través de las políticas motorizadas por su exministro de interior y a partir de ayer asambleísta (José Serrano) son contundentes. La tasa de homicidios cada 100.000 habitantes es de 3,4 y 2,9 cada 100000 para Quito y Guayaquil respectivamente (Miami tiene 21 asesinatos cada 100.000 hab.) [7].

En cuanto a los tópicos que hacen a la condensación de un ser nacional ecuatoriano, son encomiables los casos en los que la soberanía del país es defendida, reivindicada y puesta en alto con altivez (Valga la redundancia), un adjetivo que se incluye en el nombre de la sigla de Alianza País (País: Patria Altiva i Soberana). Los casos en que se manifestó una fuerte defensa de la soberanía tuvieron varios episodios de conveniente resolución: la protesta y fortalecimiento de la línea de la frontera cuando el gobierno de Uribe -siendo Ministro de Defensa Santos, actual presidente colombiano y Nobel de la Paz- bombardeó un campamento de las FARC en el lado de la frontera ecuatoriana, en una zona porosa de la frontera, pero claramente en tierra del Ecuador; el desmantelamiento de la base militar estadounidense en Manta, y el cobijo a Julian Assange en la embajada en Londres entre otras acciones. Pero también es un logro el haberse constituido en un mediador eficiente (a través de su excanciller, Ricardo Patiño) al acercar posiciones entre Colombia y Venezuela durante la crisis de 2015, o en su rol actual, detentando la presidencia pro témpore del G77.

Tiro estos números y estas acciones a sabiendas que la complejidad social del Ecuador y su reflejo en las elecciones no se explica con aritméticas y estadísticas, sino con el intento de comprender la idiosincrasia de un país andino, con un importante mestizaje, pero en el que los saberes ancestrales, las culturas de sus pueblos originarios han permeado al ideario de la revolución a través del concepto del Buen Vivir.

Describir al Buen Vivir en un artículo es imposible, pero sí podemos adelantar que si bien el sintagma nace de una traducción del kichwa (Sumaj Kawsay), es un concepto que le cuadra bien al ideario previo de gran parte del misturado pueblo ecuatoriano, humanista y cristiano en su mayoría, y, en el caso de Correa y la Rev. Ciudadana, además de humanista y cristiano, también socialista. En consecuencia, una de las premisas principales del Buen Vivir pone al humano por delante del capital: la economía, siempre y en todos los casos, debe estar supeditada a las necesidades de la sociedad.
Tal vez ese aspecto no haya sido lo suficientemente fuerte como para producir una formación epistemológica positiva en la evaluación de los asuntos públicos que, tal cual lo explícita el Sumaj kawsay, indefectiblemente pongan por encima del bombardeo comunicacional (falsas denuncias, el intento de judicialización de la política, los trolls actuando con la impunidad del hombre invisible, la mayoría de los medios de comunicación repiqueteando sobre la imposible introspección del ciudadano, los poderes concentrados operando en detrimento de los intereses de todxs lxs ecuatorianxs) a la dignidad de la humanidad fundada en una economía socialmente equitativa -en términos justicialistas- o de amparo -si buceamos en las bases del Buen Vivir o del fenecido Tawantinsuyu-. No obstante, parece que el esfuerzo gubernamental no alcanzó como para revertir la cadena propagandística lacerante de la oposición, sumado esto al desgaste natural de un gobierno que se ha constituido en un ejemplo de estabilidad para un país en el cual hacía décadas ningún mandatario pudo mantener un nivel de estabilidad como el que se ha obtenido en el último decenio.

Los motivos

Hallar explicaciones plausibles tan cerca del resultado no hace más que reavivar intentos de explicaciones previas en otros contextos del mapa de Abya Yala -el caso de Argentina es paradigmático-. Pero dado que es un ensayo en el cual tenemos alguna práctica, trataremos de efectuar dichas explicaciones sin incurrir en los mismos errores en los que flaqueamos aquí y dejaremos de echarle la culpa a los demás para analizar con sinceridad los motivos que hicieron que casi el 60% de la población no haya votado por el candidato ungido por el presidente Correa; que a su vez deja la primera magistratura del país con un nivel de aceptación muy por encima de los votos obtenidos por Moreno.

El análisis de los resultados debería abarcar una mirada total, que es la que realizaremos, y una parcial, desagregada por provincia, que es la que nos debemos y la que puede ofrecerle a AP el triunfo el 2 de abril brindando políticas direccionadas y contundentes que puedan inclinar la aguja.

Por supuesto que hay intentos de encontrar motivos que expliquen el resultado y los mismos son múltiples, jamás uno solo. Pero de nada sirve entrar en ciertas ucronías que obran como palmadas en la espalda y que apelan a un pluscuamperfecto imposible de comprobar, a los “si hubiera o hubiese” que nunca ocurrieron. Los motivos para explicar el rechazo del 60% de la población deben estar dotados de una crudeza similar a la que expresa un cadáver. Ninguna apreciación es válida ni guarda en su interior una posibilidad de rectificación si no dialoga con aquellos que le han negado su favor, independientemente de que hayan sido beneficiados por el despechado partido gobernante o damnificados por el mismo.

Uno de los motivos, y no necesariamente el primero -acá no hay primeros ni segundos, solo un conjunto contundente de razones que conforman una suerte de Frente de Motivos-, tiene que ver con una expresión que ha usado el presidente Correa y que alude a la descripción de un síndrome que se pavonea por toda Nuestra América y que no se limita a estos últimos tiempos sino a una dinámica que ha imperado en el siglo XX p en nuestro bloque continental: el síndrome de Doña Florinda.

Doña Florinda es la señora de ruleros que aspira a casarse con un docente -el larguirucho profesor Jirafales- para ver consolidada cierta posición social a la que ella cree pertenecer, pero que no es del todo reconocida por sus pares, bajo ningún concepto acepta que su hijo se codee con el resto de la “chusma” que vive en condiciones muy similares a las que ella transita y muy lejos de los integrantes de la sociedad que se ubica inmediatamente por encima de ella. La clase media que se ha visto favorecida y engrosada por al menos un 10 % de una población proveniente de los estratos populares, no ve con ojos ecuánimes las ventajas percibidas como clase, sino que se enfoca en desconfiar de los “igualados” que han salido de la pobreza; esos “igualados” son vistos como mayor amenaza a sus logros individuales (jamás individuales, sino mediados por el gobierno de turno) que aquellos que prometen despegarse de ellos -la oligarquía histórica-, como si la auténtica chusma fuese esa clase media consolidada -la nueva- y no aquellos que se han visto promovidos en su escala social; el desdén manifestado por la auténtica clase alta ante la distante cercanía de los falsos “nuevos ricos” es incluso inferior que la que esos inviables “nuevos ricos” manifiestan por los “igualados” [8].

Otro motivo por el cual llegamos al balotaje, sin duda, tiene que ver con el desgaste natural de un proceso que no ha ofrecido discursivamente una opción de profundización, del cambio hacia adentro. Algo que sí ha sabido capitalizar la oposición a través de un relato pacientemente construido y de una reapropiada, resemantizada y anodina idea del concepto de “cambio; variable ofrecida principalmente por los dos candidatos que le siguen a Lenín.

Tanto Lasso como Viteri han basado su discurso presidencial en el cambio, significante vacío que caló hondo en la conciencia de cualquier sujeto invadido por el tedio imperante en la actualidad o por el mínimo impulso de superación que tenga cualquier ciudadano interpelado por los medios que señalan, arteramente, su cotidianidad rutinaria. En ese sentido, el triunfo en la disputa por la bandera semántica del cambio la ha obtenido la parcialidad opositora. A esto sumamos el odio visceral que algunas parcialidades de las élites han construido hacia Correa y que se traducen en el apoyo de algo más del 16% a Cinthia Viteri, quien ha prometido cárcel para el Mashi y, se entiende, para muchos de sus funcionarios. La venganza que se ha consolidado en aquellos países que han pegado un volantazo radical a sus direcciones políticas ideológicas -Brasil y Argentina como ejemplos paradigmáticos- no parece que vaya a ser la excepción en Ecuador. Un ánimo de revancha sopla sobre las esperanzas de los ecuatorianos, y cuando sobrevuela la revancha, solo la injusticia y la violencia parecen llevar las de ganar.

Cuando escuchamos los temas que más le interesan modificar a los electores -según TV Ecuador, del grupo El Comercio (opositor)- los mismos tienen que ver con la economía, el trabajo y la seguridad. Llama la atención que estos tres temas prioritarios para el electorado, son aquellos en los que mayor éxito ha tenido la Revolución Ciudadana. Evidentemente, la población no ha podido cotejar esos números positivos con los números del resto de América Latina y del mundo, y tampoco el partido gobernante ha sabido comunicar esos logros. Es de Perogrullo que entendemos estos guarismos como logros solo si comparamos los números alcanzados durante estos diez años con los indicadores de toda la historia del Ecuador.

A pesar de que la mayoría de los candidatos de la oposición y sus adláteres (el caso de Nebot, alcalde de Guayaquil, apoyando a Viteri e involucrado en el caso Odebrecht o el caso de Lasso y su cohorte de pelucones corresponsable del feriado bancario de 1999) estén involucrados en posibles casos de corrupción internacional, y a pesar de que a la par de la elección nacional para elegir autoridades nacionales se efectuaba un referéndum que ponía en cuestión si la población estaba de acuerdo o no en que los funcionarios públicos tuviesen activos en paraísos fiscales, la diferencia entre los números para elegir presidente no tendrían una correlación lógica, coherente, con el resultado de las votaciones para censurar a quienes tuvieren capital en cuevas ilegales internacionales: hasta ahora, el 55% habría votado a favor de la cláusula impuesta por el presidente Correa -que, insistimos, se va con una aprobación por encima del 50%, porcentaje que no ha podido trasladar por medio de un pase de magia a su candidato- pero solo casi el 39% ha dado su voto al binomio elegido con su avenencia y luego de una cónclave partidario y ¿democrático?

Otro de los motivos por el cual no se ha podido superar el 40%, tal vez -y habiendo transcurrido tan poco de los primeros resultados oficiales- estribe en los números negativos del último año. Con esto quiero decir que parece ser qué, en determinado momento de un proceso revolucionario exitoso, deja de tener en cuenta la apreciación de los números incontestables y duros de una mejora real experimentada desde el inicio del gobierno correista, para que empiece a tallar con mayor importancia solo la justipreciación de la memoria corta, de la percepción de todo un proceso político solo a partir del recorte de un acotado 10% acaecido durante el último año. A pesar de los avances incuestionables y aceptados por todos los organismos internacionales -desde Banco Mundial hasta OMS, CEPAL y UNICEF- pareciera que para los electores solo queda la percepción instalada por los medios y constatable en su cotidianidad en los últimos dos o tres años.

Acaso -y seguimos con los “acaso”, preguntándonos para entender- el constante intento de polarización de la elección por parte del correismo no posibilitó las necesidades autótrofas de una parte del electorado al cual no le alcanza con que le digan por dónde es el camino, sino que precisa, incluso estando de acuerdo, que lo consulten, más no sea por formalidad, para seguir avanzando con su venia.
Pareciera que alcanzadas algunas reivindicaciones mayoritarias, el pueblo necesita que, al menos discursivamente, sea llamado al diálogo, a la concordia, que necesita dejar de avanzas para charlar un rato -la otra opción, redoblando la apuesta, es incluir en la marcha rebelada a los dialoguistas por medio de la prepotencia del trabajo, de la coherencia y de una acción política que los beneficie aunque no quieran. Es cómo si una lógica del ultra republicanismo se inmiscuyese en el ámbito de la sociedad democrática; como si el electorado le dijese al oficialismo que sí, que podría avanzar en el sentido que marca, pero solo contando con la avenencia de las clases medias; es decir, que el orgullo de la burguesía mediatizada necesita de la formalidad del pedido de permiso para apoyar lo que le conviene; caso contrario, esa clase media engrosada y beneficiada está dispuesta a inmolarse, a pegarse un tiro en el pie si no se cumple con la formalidad de ser consultada y verse librada, a la vez, de una disputa ideológica que avanza sobre los mismos valores de unidad familiar y social que el gobierno actual estimula. Si se quiere, y permítaseme la burda analogía: la clase media y la alta burguesía necesitan de la paz social -al igual que los narcos y los empresarios- para hacer buenos negocios.

No llegó a condensar en resultados la lucha en las redes sociales, en las cuales la mayor cantidad de usuarios pertenecen a la clase media y alta -y seguimos permitiéndonos reduccionismos clasistas en tanto sean ilustrativos-, para torcer la andanada de barbaridades que pregonan desde los claustros cibernéticos. No alcanzó con validar medios alternativos. La clave parece seguir estribando no en lo comunicacional, en la que el desgaste de la gestión parece ir en detrimento de cualquier gobernante de la actualidad independientemente del sesgo político al que adscriba y más allá de las políticas concretas que implemente, sino en la concreción de avances por izquierda que revitalicen e interpelen positivamente a los electores y a los beneficiarios de esas políticas.

Algo que debemos tener en cuenta para la segunda vuelta tiene que ver con dejar de subestimar al electorado, sobre todo en tiempos en los que el acceso a la información, tanto desvirtuada como veraz, está al alcance de un clic; y si bien la información falaz, el pescado podrido, terminará empastando las posibilidades de elección, los eufemismos irritan a aquellos que bien podrían votar por Alianza País, pero que al verse subestimados se rebelan -por un orgullo vano, es cierto, pero comprensible- y terminan dando la espalda a quien más los beneficia. Perón decía que la única verdad es la realidad, y en estos tiempos ese apotegma parece ser más vital que nunca. A las una y 35 de la noche (once y treinta y cinco de la Argentina), habiendo el CNE transmitido oficialmente que se escrutaron el 67 % de las actas, todavía El Telégrafo decía que el porcentaje escrutado era solo el 51,8%. ¿Acaso creen que el pueblo votará en forma retrospectiva por el mero hecho de escatimar los datos? Este tipo de mediocridades son las que han coadyuvado a minar el caudal electoral de aquellos ciudadanos informados que, sin pertenecer estrictamente a las filas del conservadurismo, ve insultada su inteligencia y se rebela -acaso sin evaluar todas las variables y sin mensurar el daño que se autoinfringe en ese acto de rebeldía- ante quién lo toma por estúpido, amén de que las políticas públicas de su eventual victimador lo hayan beneficiado y que, ni siquiera, sea el auténtico perpetrador de la tomadura de pelo. Vaya para los obsecuentes el palo que les corresponda (aquí y allá).

De todas maneras, ante la contundencia del escrutinio -todo indicaría que entre Lasso y Viteri, quien ha manifestado entregar sus votos a Lasso, llegan al 45% de los votos (¡solo entre ellos!)-, y si bien las matemáticas lineales no son 100 % traducibles en votos en una segunda vuelta, la posibilidad de llegar a la presidencia por parte de AP guarda visos de patriada heroica.

La clave la tiene Correa

La elección de Ecuador nos esperpenta -y perdonen el neologismo nacido de un espanto metafísico- con números análogos a los obtenidos por el FPV en la Argentina. El resultado de 36,8% de los votos para Scioli, seguido de cerca por Macri, con el 34,3% de los sufragios, terminó resultando en una segunda vuelta en la obtención de la presidencia de la Argentina por parte del hijo de Franco, del candidato del establishment. A un año y monedas de esa elección está visto que el tipejo gobierna para la élite de CEOS, de la oligarquía y de acomodados que integran el mínimo porcentaje -un ínfimo porcentaje- de la población del país y del mundo.

Esa actualidad de la Argentina -y podríamos narrar la de Brasil- lejos está de beneficiar a esas parcialidades que han votado por el “cambio”. Comunicar con datos concretos y ejemplos es un desafío para las huestes de Alianza País y de sus militantes que -vaya como agregado e independientemente del resultado final del 2 de abril- deberá solidificar su accionar político, un plus que a priori sería beneficioso: el predicamento de la militancia puerta a puerta y el incremento de los militantes de base integrados al resto de la comunidad como ciudadanos comunes, como quienes han sido hasta el momento: vecinos y vecinas igual que los demás, pero que han discernido cuáles son sus intereses de clase y lo comunican a los demás con datos comprobables. No son iluminados, sino que son parte de un todo pero que mete una cuña comprensible, aceptable y lógica para el resto de sus vecinos. Para ello es necesario una formación política urgente y un aumento de las tropas del correismo en el territorio.
Pero más allá de redoblar los esfuerzos comunicacionales para revertir la ponzoña de la oposición que ahora irá nucleada como un solo hombre tras Lasso, es necesario contar con la herramienta de poder por excelencia, el poder en su fase mayúscula y que hasta el 2 de abril, al menos, puede ser la herramienta para torcer este obstáculo, un utensilio político absolutamente lícito que dimana de la voluntad popular: el ejercicio del gobierno por parte de Rafael Correa.
Más allá de las diferencias internas -que aquí en Argentina no solo existieron, sino que continúan marcando el ritmo de las alianzas y de las variables histéricas en la composición de los clivajes que subibajean a caballito de la dicotomía amigo-enemigo, según marquen los discursos de los contendientes en pugna- el quid de la cuestión para ganar las elecciones en segunda vuelta está en manos del oficialismo. Y si bien Moreno puede incidir en determinadas acciones que redundarían en una opción de voto a su favor, la llave del ditirambo está en manos del propio Correa, quién a la sazón, seguirá siendo presidente al menos hasta el 2 de abril.
Si el líder de la Revolución Ciudadana, su mentor, está capacitado para responder a la mojada de oreja que supuso esta elección -me niego a tildarla de cachetazo, sacudón, golpe o zamarreo- será algo que veremos en los próximos días. No es momento de cuentas inviables: lejos de una falsa superioridad basada en la poco decorosa derrota que hemos sufrido en la Argentina, creo que es hora de construir una nueva mayoría en Ecuador y no de pasar facturas.
Es el momento de la lucha épica y no del ensimismamiento, es momento de redoblar el esfuerzo con valentía intelectual y no del tiempo de cómodas lamidas de heridas cuando aún faltan algunos rounds. Sumergirse en el estiércol cuando aún hay esperanzas equivale a entregar el bastón antes de tiempo, equivale a renunciar, algo que en el lenguaje de un revolucionario no encuentra una acepción adecuada.
Correa, a quién los pueblos de Nuestra América siempre estarán agradecidos, quien se ha consustanciado con su binomio sucesor y que ha desistido de encabezar la lista presidenciable para estas elecciones, amén de haber sido habilitado para participar por medio de una enmienda constitucional -al gusto del republicanismo por excelencia del ideario occidental (EE. UU.)- y contar con más del 50% de aprobación, tiene en sus manos las llaves del triunfo. No queda más que gobernar con mayor énfasis e interpretando a aquellos que lo apoyan y -sobre todo- a aquellos que lo demandan.
La posibilidad del triunfo no es una locura, pero tampoco es visible en un horizonte hipotético en el que no se bajen los decibeles y se llame al diálogo [8], a la mesura, a la concordia y, sobre todo, si no se profundizan las acciones de gobierno a partir de una lectura pormenorizada de las elecciones desagregando el voto según lo dicta cada distrito, atendiendo a los reclamos implícitos en cada papeleta que sigue vociferando su descontento ante la podredumbre de la clase política en general -deducido esto de la diferencia entre los votos de Lenín y los que avalan la consulta promovida por el presidente al respecto de la posibilidad de que los funcionarios tengan activos financieros en paraísos fiscales y que a esta hora solo parece un reaseguro del gobierno ante la posibilidad de perder las elecciones (55% en la consulta y casi 39 para el candidato)-.
Es tiempo de polarizaciones obligadas hay que desplegar acciones pragmáticas, morales y políticas. Las mismas tienen que direccionarse a incluir en el programa político de AP a aquellos cuyos porcentajes obtenidos en las elecciones oscilan entre el o% y el 10%, entre aquellos que no se comen la mentira de los Lasso y las Viteri pero que no han sido seducidos por AP; acaso Paco Moncayo y hasta Pesántez sean pasibles de ser incorporados al correismo para luego transformar estructuralmente a la Revolución Ciudadana e ir, de una vez por todas, por el cambio social ansiado por Muñoz (líder de los diálogos por la equidad y candidato a asambleísta) y por la profundización de la Revolución.
En términos gramscianos nos hallamos ante un empate hegemónico, y el mismo, al igual que en el resto del continente, no estará dirimido hasta que las acciones gubernamentales -cuando aún tenemos las posibilidades- no se inclinen contundentemente hacia los sectores populares y tuerzan los avatares ideados por el aparato comunicacional de aquellos que ostentan el 90% de la riqueza mundial pero que solo constituyen menos que el 10% de la población de la Tierra que nos contiene.

1 – Son 16 millones de ecuatorianos.
http://www.ecuadorencifras.gob.ec/censo-de-poblacion-y-vivienda/
2 - http://www.bancomundial.org/es/country/ecuador/overview
3 - http://www.ecuadorencifras.gob.ec/el-analfabetismo-digital-en-ecuador-se-reduce-en-10-puntos-desde-el-2012/
4 - http://www.cepal.org/es/comunicados/cepal-la-recuperacion-crecimiento-america-latina-caribe-depende-dinamizar-la-inversion
5 - http://www.eluniverso.com/noticias/2016/07/15/nota/5691261/desempleo-ecuador-se-coloco-53-informa-inec
6 - https://agenciapacourondo.com.ar/secciones/patria-grande/22086-los-ecuatorianos-comprometidos-con-el-cambio-vamos-a-votar-por-lenin-moreno
7 – “Igualado” remite a una caracterización despectiva para con aquel que ha osado acercarse socialmente a una clase superior. Este adjetivo es un mote utilizado bastante en México por parte de la clase dominante, terrateniente prerevolucionaria, para referirse a aquellos que provenían de los sectores populares.
8 – Un compañero ecuatoriano escribe en su Facebook lo siguiente: “¡Asco! Pero ese pensamiento es el que está detrás de todo, el odio y el desprecio. Que alegría me daría que el voto de Manabí sea el que logre que sea una sola vuelta. Para que aquellos que están con "devuelvan el atún", "merecen dormir en carpas" "por qué no hubo otro terremoto hoy" y demás, reciban ese golpe moral de dignidad y entiendan de una vez por todas que el campo ya no es su latifundio”. Más allá de las razones por las que el compañero escribe las palabras precedentes, las mismas me recuerdan a las vociferaciones genuinas y respetables del piantavotos de Fito Páez luego de la elección para Jefe de Gobierno en CABA. Nadie te vota si lo insultás, y el resultado de la elección en Manabí obliga a respetar a un pueblo que dimensiona el esfuerzo y la solidaridad de un gobierno que le ama. El pregón en clave afectiva, sincera y sin manipulaciones es la clave para triunfar el 2 de abril, fecha cara a los afectos de los argentinos.