Un decálogo del caso Milagro Sala: faros para la resistencia

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Un decálogo del caso Milagro Sala: faros para la resistencia

02 Octubre 2017

Por Esteban Rodríguez Alzueta*

“Presa. Un decálogo del caso Milagro Sala” es un libro editado recientemente por EME con prólogo de Verónica Luna, una de sus editoras. En el libro se compilan diez ensayos a partir de diez palabras claves que interrogan el caso Milagro Sala desde el reverso o los bordes del entramado mediático-político-judicial: mujer, bolsos, amenaza, democracia, género, justicia, utopía, cantri, acampe, organización. Diez palabras difíciles, porque son lugares comunes. En algunos casos, se trata de palabras que, de tanto repetirlas, fueron perdiendo su sentido más crítico y esperanzador. Palabras que hay que volverlas a llenar, reponiendo el horizonte y la potencia que alguna vez prometieron. Otras veces son palabras vacías, que buscan vaciar la política de política, encerrarnos con fantasías que se han sedimentado en el imaginario de los argentinos. Y finalmente, están las palabras cuyos sentidos profundos fuimos olvidando o dejando de lado en el trajín de otras prioridades o tareas militantes; palabras que, en este contexto, merecen desempolvarse y puestas a rodar otra vez. Palabras –todas ellas- que pueden ser faros, orientarnos, y ayudar a juntar los pedazos en esta etapa de fragmentación.   

Milagro Sala “presa” quiere decir muchas cosas, ahora mismo se me ocurren estas tres: 

Uno: Milagro Sala es la expresión del “cambio”, la metáfora mayor que eligió Cambiemos para contar los planes que tiene para la protesta social. Hacen políticas con las prisiones de Milagro. Es una manera de economizar el encarcelamiento: En vez de perseguir a cada uno de los referentes sociales ponen presa a una gran referente que, desde hace tiempo, permanecía cautiva en el imaginario gorila de la vecinocracia. Esta vez le tocó a Milagro, pero podía haber sido Hebe o Cristina. Una manera de certificar la grieta y profundizarla a la vez. A través de las prisiones de Milagro el gobierno manda un mensaje al resto de la militancia, busca ponerle un límite a la protesta. Y de paso revalidar las adhesiones que supo reclutar muy astutamente; consentimientos autoritarios que fueron macerando al interior de los prejuicios que cultivaron todo este tiempo frente al televisor.  

En segundo lugar: Milagro es la expresión del revanchismo de clase, pero también la expresión del racismo disimulado con los buenos modales y del patriarcado cuestionado por el movimiento de mujeres. Porque el mensaje que manda Cambiemos lo escribe sobre el cuerpo de Milagro. Milagro está presa porque es mujer, porque es india, y porque es una militante plebeya, comprometida con los pobres.  

Y tercero: Milagro presa es la expresión de la judicialización de la política: Cambiemos busca transformar los conflictos sociales en litigios judiciales, para continuar despolitizando la política y clausurar los debates, para deshistorizar la política y de paso poner a la verdad más allá de la realidad. Si Milagro, como Hebe o Cristina, son “criminales”, entonces sus palabras estarán desacreditadas, impugnadas, excluidas. Hay que sacarlas de circulación, y si no se la puede borrar del mapa, por lo menos hay sacarlas del juego. Otra forma, sutil, de practicar la desaparición y la proscripción política. Por eso decimos que la prisión de Milagro hay que leerla al lado de la desaparición de Santiago Maldonado. No hay hechos fortuitos, sino lucha de clases; no es el azar sino la historia, tampoco la ley sino los pactos secretos que buscan, una vez más, amparados por la mentira, dar impulso a nuevas doctrinas de seguridad nacional para actualizar los procesos de reorganización nacional.   

Se sabe que la prisión es el mejor estigma, su capacidad de descalificación está muy probada. Un estigma, entonces, que habrá que resistir entre todos y todas, para volverlo emblema, hasta transformarlo en el estandarte de una resistencia que recién comienza. 


*Docente e investigador de la UNQ. Director del Laboratorio de Estudios Sociales y Culturales sobre violencias urbanas de la UNQ (LESyC). Autor de Temor y control  y La máquina de la inseguridad. Coautor de Presa. Miembro del CIAJ e integrante de la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional.