La impunidad de los vencedores: ofensiva para cerrar la causa Noble Herrera

La impunidad de los vencedores: ofensiva para cerrar la causa Noble Herrera

04 Enero 2016

Por Juan Carlos Martínez (*)

El siguiente artículo fue publicado en el sitio Lumbredigital el 27 de noviembre de 2014. El sobreseimiento de Ernestina Herrera de Noble que la jueza Sandra Arroyo Salgado acaba dictar no sólo reactualiza el caso sino que viene a confirmar el cúmulo de sospechas que pesaban sobre la desidia con la que la magistrada manejó la causa desde que el juez Conrado Bergesio fue apartado por la Cámara Federal de San Martín el 9 de abril de 2010, precisamente por su indolencia. “Los jueces no pueden dejar de juzgar”, sostuvo la Cámara. En los cinco años siguientes, Arroyo Salgado siguió los pasos de Bergesio: no activó la causa a pesar de los sólidos planteos del fiscal Federico Domínguez quien, incluso, había solicitado la indagatoria de la viuda de Noble. Es más que evidente que Arroyo Salgado aprovechó el cambio político para proteger judicialmente la impunidad de la poderosa empresaria.

En medio de la escalada revisionista emprendida por los sectores comprometidos con el terrorismo de Estado, vuelve a estar en el tapete el caso de los hijos apropiados por Ernestina Herrera de Noble.

Los abogados de la apropiadora no están solos en la campaña dirigida a sostener el ocultamiento del origen biológico de Marcela y Felipe y la defensa de la poderosa empresaria que adoptó a aquellos dos niños cometiendo una serie de delitos probados judicialmente por el entonces juez Roberto Marquevich a finales de 2002 cuando ordenó la detención de la viuda de Noble.

En un comentario editorial publicado el 18 de agosto, el diario La Nación reiteró la defensa de la impunidad que mantiene la directora del diario Clarín, insistió en defender la inocencia de Ernestina y reclamó el cierre de la causa.

El diario de los Mitre habló del “injusto trato de apropiadora de hijos de desaparecidos” como bien se califica a la viuda de Noble y sostuvo que “el caso permanece arbitrariamente abierto cuando, en un auténtico estado de derecho, ya debiera haberse dictado sentencia definitiva para cerrarlo”.

Es increíble la liviandad que empleó el editorialista para asumir la defensa de una persona que se valió de su inmenso poder económico y su complicidad con la dictadura para apropiarse de dos niños violando leyes y tratados internacionales que aún están vigentes.

Violación de derechos

Independientemente del origen biológico de Marcela y Felipe, es decir, si son o no son hijos de desaparecidos, lo cierto es que ambas criaturas llegaron a manos de Ernestina Herrera en el marco de gravísimas irregularidades. Cometidas (valga el dato) en pleno desarrollo del plan sistemático del robo de bebés.

No se trata de presunciones sino de hechos probados judicialmente y que son los que justifican que la causa permanezca abierta por tratarse de delitos que violan lo establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño.

Ernestina pidió anotar a dos bebés de origen sospechoso con el apellido Noble a sabiendas de que estaba mintiendo en el expediente. De esa manera sustituyó el estado civil y falsificó ideológicamente las partidas de nacimiento, sabiendo que la identidad de las personas es un derecho de rango constitucional. Además, los registró con el apellido de Roberto Noble, fallecido siete años antes de las apropiaciones.

Los artículos 8 y 9  de la Convención de los Derechos del Niño dicen que todo niño tiene derecho a su identidad biológica, a ser inscripto inmediatamente luego de su nacimiento y a vivir junto a su familia legítima.

Uno de los argumentos esgrimidos por los abogados de la apropiadora hace hincapié en que los ADN practicados a Marcela y Felipe dieron resultados negativos con las muestras existentes  en el Banco Nacional de Datos Genéticos (246) de familiares de desaparecidos durante la dictadura militar.

Una verdadera falacia por cuanto todavía se calcula que hay alrededor de cuatrocientos de aquellos niños (hoy hombres y mujeres que tienen entre 30 y 38 años) en calidad de rehenes de quienes se apropiaron de ellos. Una cifra que podría ser superior si no se pierde de vista que entre los treinta mil desaparecidos se incluyen numerosas mujeres que podrían haber estado embarazadas sin que sus familiares lo supieran.

Las sospechas de que Marcela y Felipe pueden ser hijos de desaparecidos se originan por las múltiples y hasta burdas irregularidades que cometió la viuda de Noble en los trámites de adopción.

Pero la sospecha mayor la dio la propia Ernestina Herrera en una carta publicada en el diario Clarín en su edición del 12 de enero de 2003 al admitir que Marcela y Felipe podrían ser hijos de personas desaparecidas, un dato que bien puede ser interpretado como una confesión. “Muchas veces he hablado con mis hijos sobre la posibilidad de que sus padres pudieron haber sido víctimas de la represión ilegal”.

Si la viuda de Noble había apelado a tantas mentiras a la hora de anotar a Marcela y Felipe, ¿por qué se arriesgó a revelar un dato que fortalecía las sospechas sobre el origen biológico de aquellas dos criaturas? Lo hizo, seguramente, porque en aquellos años la Argentina vivía inmersa en un clima de impunidad como producto de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y el indulto y no eran pocos los que creían que los delitos de lesa humanidad –incluido el robo de niños- jamás serían juzgados.

Es oportuno recordar que la jueza que intervino en los trámites de adopción de Marcela y Felipe fue Olga Hejt (fallecida), una magistrada que participó en la entrega de Andrés La Blunda,  hijo de desaparecidos, quien recién conoció su verdadera historia en 1999 y recuperó su identidad en el año 2012.

Siempre se sospechó que la jueza Hejt pudo haber participado en otros casos de igual naturaleza. Sospecha que se convirtió en certeza cuando la hija de aquella magistrada -María Elena Trentini- reveló públicamente que su padre, el comisario ya fallecido Rodolfo Trentini, le dijo que su madre había entregado durante la dictadura niños hijos de montoneros desaparecidos.

La ofensiva a favor del cierre de la causa no es sólo de la apropiadora, de sus abogados y de medios de comunicación y periodistas comprometidos con la impunidad de Ernestina Herrera de Noble. También aparecen algunos dirigentes políticos como Elisa Carrió agregando datos y comentarios lanzados como palos de ciego, con una audacia e irresponsabilidad increíbles.

Hace un tiempo había dicho que Marcela y Felipe no eran hijos de desaparecidos y que ella sabía quiénes eran sus padres. El abogado y periodista Pablo Llonto,  investigador y querellante en la causa,  hizo comparecer a Carrió  judicialmente para que aportara lo que sabía, pero la anunciadora de apocalipsis que nunca llegan se fue por las ramas y dejó en evidencia que se trataba de uno de los juegos de distracción dirigidos a desviar la atención para que la apropiadora mantenga su impunidad.

La señora Carrió acaba de lanzar otro globo de ensayo al atribuirle a Juan Cabandié, uno de los nietos recuperados, haber reconocido que Marcela y Felipe Noble no son hijos de desaparecidos.

Poco le importó a Carrió que la versión que atribuyó a Cabandié no figura en la grabación extraída del programa televisivo del cual ambos participaron. Lo que Cabandié dijo es que por los análisis realizados hasta ahora con las muestras disponibles no son hijos de desaparecidos, pero eso no quiere decir que no lo sean si no se pierde de vista la cantidad de niños que fueron entregados y que todavía viven con sus apropiadores sin saber su origen biológico.

La audacia y la irresponsabilidad de Carrió no tienen límites. En el mismo programa televisivo llegó a decir que desde 2003 el gobierno reflotó la denuncia contra la apropiadora como si no supiera que fue en 2002 cuando el entonces juez Roberto Marquevich probó las múltiples y graves irregularidades cometidas por la viuda de Noble para apropiarse de dos niños y por eso ordenó su detención.

Omitió decir (y no porque lo ignore) que la búsqueda de los chicos robados durante la dictadura comenzó el mismo día que sus abuelas y abuelos se enteraron de la desaparición de aquellas criaturas junto con sus padres biológicos. Que no eran delincuentes como los califica Carrió siguiendo el perverso calificativo utilizado por los genocidas y por quienes –como ella-  mantienen su nostalgia por el terrorismo de Estado aunque se presenten con indumentaria republicana.

En su descarriada ambición servilista, Elisa Carrió agregó otro de sus clásicos golpes bajos para sobarle la piel a sus amos de Clarín. Apelando a su presunta fe religiosa, dijo con tono de comediante trágica: “De por vida voy a agradecer a Dios haber tenido la valentía de defender a los hermanos Noble de la ignominia de un gobierno que para eliminar a Clarín quería destrozar a esos dos chicos”.

A Carrió le faltó agradecer a Videla por haberle ayudado a Ernestina Herrera de Noble y a centenares de militares, policías y otros desalmados a apropiarse de niños después de haber eliminado a sus padres y destrozado a sus abuelos.

Mientras no se revele el origen biológico de Marcela y Felipe, la viuda de Noble seguirá siendo la apropiadora y las sospechas de que pueden ser hijos de desaparecidos se mantendrá latente.

Razones más que suficientes para que la causa permanezca abierta. 

(*) Periodista y escritor. Autor de La apropiadora (2011), investigación periodística sobre el caso.