El nieto 140, Bahía Blanca y la verdad

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    Nieto 140-Foto Abuelas de Plaza de Mayo
    Familia Metz Romero, un rostro de la Verdad. Foto: Abuelas de Plaza de Mayo
Crónicas del abismo

El nieto 140, Bahía Blanca y la verdad

08 Julio 2025

Siempre cabe, vaya si lo han demostrado las Abuelas protagonistas, emperrarse en sostener una esperanza. Acaso ahora sea esta: que un hecho de la magnitud histórica de que un bahiense haya recuperado su identidad, negada por los criminales que secuestraron a su madre y a su padre, tenga la suficiente onda expansiva como para conmover la tendencia de buena parte de sus coterráneos a relatos ilusorios que no se limitan a aquella época.

En el abril de 1977 en que un niño nacía en la noche del centro clandestino “La Escuelita”, en las afueras de Bahía Blanca, el diario La Nueva Provincia se conmovía por el nacimiento de una docena de perritos y anunciaba abatimientos de subversivos o publicaba avisos fúnebres en que sobrevolaba el misterio de las tempranas edades de esas muertes. Seguían promocionándose las carteleras de cine, las fiestas sociales, los desfiles de modas y los fixtures deportivos. Total normalidad.

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La Nueva Provincia-recorte abril de 1977
Sensibilidad maternal en La Nueva Provincia, 30 de abril de 1977.

Pero la del parto en cautiverio no era la única realidad inadvertida por una porción de la sociedad. También existían, entre invitaciones a la delación de vecinos y maestras, artículos que podrían republicarse hoy: recortes en el presupuesto nacional, aumento de naftas y transportes, la misión imposible de alquilar. La desocupación en alza se adjudicaba a una campaña propagandística subversiva.

Con su relato estigmatizante de las víctimas, la represión no sólo se cubría a sí misma. También diluía los efectos de su programa económico y, sembrando el odio o el terror, rompía las posibilidades de que la comunidad buscara respuestas colectivas a sus problemas más urgentes e inmediatos. Como habían hecho las generaciones previas.

Desde entonces, Bahía Blanca no ha crecido más que territorialmente, por la carencia de planificación urbana y el exceso especulativo de sus burbujas inmobiliarias. Sin embargo, y pese a absorber migración interna de las pequeñas localidades aledañas, el área metropolitana que el distrito bahiense conforma con el de Coronel Rosales encontró una evolución demográfica ilustrativa:

  • en 1980 tenía 294 mil habitantes;
  • en 2022 se censaron 404 mil; y
  • entre ambas fechas, el país pasó de 28 a 46 millones.

En otras palabras, mientras a nivel nacional el crecimiento poblacional fue de 64%, en el área metropolitana bahiense y rosaleña quedó en 37%. Aquí sí aplica el “por algo será”.

Es el resultado de medio siglo de constantes bicicletas financieras, mientras se destruía el entramado económico que le reservaba identidad portuaria, reemplazada en el mejor de los casos por transnacionales que buscaron dónde producir sin llamados de atención por el impacto ecológico. En el inicio mismo de ese cambio estuvo la cobertura de la represión clandestina.

Con su electorado como frecuente validador de los programas neoliberales, buena parte de la dirigencia política y el principal grupo de comunicación local reemplazaron la esquiva realidad con ilusiones tan faraónicas como fugaces, para compensar la distancia entre la grandeza enunciada y la decepción palpable.

Esa singularidad se hizo patente desde 2016, cuando se cerró el paréntesis puesto por los gobiernos kirchneristas a los programas de endeudamiento y expoliación. Como debían buscarse imágenes que solaparan las de 2001, surgieron a repetición anuncios y trascendidos de grandes obras e inversiones. La tasa de concreción tiende a 0, y la lista suena a humorada: una pista de canotaje, un río artificial a Córdoba, una ruta de cruceros de lujo, un estadio como el del Atlético de Madrid. En el comienzo mismo de esa década política, la realidad fue más antipática y la ciudad entera se quedó tres días sin agua por lo vetusto de su sistema de cañerías.

El mayor quiebre, la grieta por la que la realidad logró colarse y transformar, llegó -no casualmente- de la mano de los organismos de derechos humanos, que durante un cuarto de siglo habían sido el mejor ejemplo local de resistencia. La celebración de los juicios por delitos de lesa humanidad, desde 2011, puso en movimiento un efecto dominó que resultó en los cambios más nítidos dentro de la estantería local. Como consecuencia de esos procesos judiciales, hubo novedades institucionales y empresariales, que llegaron al cambio de nombre, formato y frecuencia del diario La Nueva Provincia.

Gran parte de lo demás sigue igual. A la espera de que el abierto desprecio del oficialismo por la región, que lo respaldó en abrumadora mayoría, produzca alguna reflexión. O que el hallazgo del nieto 140, que berreó su primer llanto en el aire bahiense que espesaba la tortura, alcance para conmover la vida ilusoria de entonces y de ahora.