Denuncia de Nisman: van a decir que mentimos

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Denuncia de Nisman: van a decir que mentimos

21 Enero 2015

Por Santiago Gómez

La acusación del Fiscal Nisman a la Presidenta de la República, el canciller, un diputado nacional y dos dirigentes sociales por encubrimiento, no tiene prueba alguna en la que pueda sustentarse. El encubrimiento supuesto sería el plan de la Presidenta de dar de baja los pedidos de captura de Interpol a cinco ciudadanos iraníes acusados por el atentado a la AMIA, lo que ha sido refutado con pruebas por parte del gobierno nacional. El comunicado del ex secretario de Interpol dejó sin fundamentos las acusaciones del fallecido fiscal, antes de su muerte. En el mismo se sostiene que Argentina nunca intentó dar de baja las alertas rojas, lo mismos que se desprende de las escuchas que Nisman desgrabó, al leerse el malestar de los supuestos representantes iraníes porque las alertas de Interpol no fueron dadas de baja.

Pero lo más importante de la denuncia es la marca de los servicios de inteligencia en la misma. Nisman acusa al gobierno de involucrar al primer fiscal de la causa AMIA, para inventar una versión diferente a la que él sostiene, basándose en elementos de la causa, lo que le daría credibilidad a la nueva hipótesis. Es decir, lo acusa de hacer lo que Nisman hizo.

El CD está rayado, repite siempre lo mismo

A la acusación que el fiscal Nisman presentó en la justicia le sobran 200 páginas, por lo menos. Los supuestos 300 Cds con escuchas no se vieron reflejados en las desgrabaciones del teléfono pinchado al líder de la comunidad islámica Jorge Khalil, que se repiten una y otra vez. Cabe destacar que en la misma acusación se lee que tanto D'Elia como Khalil manifiestan saber que tienen los teléfonos intervenidos. Las únicos participantes de conversaciones telefónicas con Khalil, según las desgrabaciones de Nisman, son: Ramón “Allan” Héctor Bogado, desmentido supuesto agente de inteligencia, Luis D'Elia, militante social de históricos y públicos lazos con el gobierno iraní, y Fernando Esteche, líder de Quebracho, que en ningún momento manifestó haber sido el autor del memorandum, ni conocer a Allan Bogado, como publicó hoy Clarín, y que sí ha hecho públicas sus diferencias con el gobierno argentino por no garantizar un proceso judicial transparente a los acusados iraníes. En la documentación presentada por Nisman no hay desgrabación alguna de una conversación de la que haya participado el diputado nacional Andŕes Larroque.

La rápida identificación que hizo Nisman de “Allan”, como Ramón Allan Héctor Bogado, a partir del mail "allanbogad@yahoo.com.ar" y su cuenta en la red social Sónico, y su afirmación de que que no había hecho prueba alguna para confirmar dicha identidad, es una de las claras marcas de los servicios de inteligencia en toda la presentación, y particularmente del despedido Jaime Situsso.

Según informó el Secretario de Inteligencia de la Nación, Oscar Parrilli, en el año 2013 la SI presentó una denuncia contra Bogado por presentarse como agente de inteligencia, cuando no lo era. En el día de hoy, el Secretario de la Presidencia, Aníbal Fernández, informó que fue Francisco “Paco” Larcher, ex subsecretario de inteligencia, el que presentó la denuncia a justicia tras la denuncia que le acercó Stiusso, informándole de lo que Bogado estaba haciendo.

Van a decir que mentimos

Todos los que han investigado el atentado a la AMIA y la causa judicial, coinciden en que no hay prueba alguna que pueda involucrar a Irán en el atentado y que la causa padeció la plantación y desaparición de pruebas. Prueba de esto es el enjuiciamiento al ex juez Galeano a partir de las denuncias de su propio secretario Claudio Lifschit. Que no hay pruebas para involucrar a Irán lo afirman periodistas de derecha a izquierda, de Juan Salinas a Jorge Lanata, y los cables de Wikileaks en los que Nisman es mencionado permiten observar el interés de los Estados Unidos porque no se cambie la dirección de la acusación.

En su acusación Nisman sostiene que el gobierno intenta dirigir la investigación en otra dirección y para ello se basó en los dos supuestos agentes de inteligencia, Allan y Héctor Yrimia. Este último, fue el primer fiscal en la causa AMIA. Según Nisman, el hecho de haber tenido acceso al expediente le habría permitido a Yrimia “contribuir con información para inventar una hipótesis con apoyo en elementos que ya se encuentran incorporados a la causa, lo que conllevaría un mayor grado de credibilidad para la versión inventada”. Según Nisman, la intensión del gobierno sería desactivar la hipótesis de la Trafic porque “si se cae la Trafic, olvidate, se cayó todo... no solamente se cayó, sino que se da vuelta”, habría afirmado Allan. Este tipo de razonamiento es el mismo que sostienen todos los que investigaron la causa AMIA. La acusación a Irán se sostiene sobre la Trafic y la tesis de la Trafic no se sostiene por ningún lado. Si Nisman hubiera ido al Congreso y hubiera sido cuestionado al respecto, habría pedaleado un buen rato.

La acusación de Nisman es una clara proyección: el fiscal acusa de lo que hace o hizo. La misma acusación presentada a la justicia contra la Presidenta, muestra cómo se puede inventar una hipótesis con elementos que se encuentran incorporados a la causa, lo que llevaría a un grado de credibilidad a la versión inventada. Las muestras del invento son la repetición incansable de las mismas citas una y otra vez. Nisman acusó al gobierno de lo mismo que él hizo y lo dejó documentado en su presentación.

La salud de la Presidenta como secreto de Estado

Un detalle que no debe pasarse por alto, al sospechar que fue Stiusso quien le dio a Nisman la identidad del supuesto agente de inteligencia Allan Bogado, es cuando hace referencia a la salud de la Presidenta. Nisman afirma la cercanía de Allan a la Presidenta de la Nación por su conocimiento sobre la salud de la mandataria, sosteniendo implícitamente que la salud de la misma es un secreto de Estado. No se puede dejar pasar por alto dicha mención, sin considerarla como un acto de extorsión. La vergonzosa acusación de Nisman a la mandataria, sostenida por informes de los servicios de inteligencia, debe considerarse teniendo en cuenta la destitución de Stiusso de sus funciones.

El ex agente decidió tirar con munición pesada. Retroceder ante la adversidad no es una característica de la Presidenta.