Mujeres con pechos al aire: Villa Manuelita no se rinde

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    Pintada en Villa Manuelita en 1955
    Heorica resistencia peronista
Militancia peronista

Mujeres con pechos al aire: Villa Manuelita no se rinde

26 Septiembre 2022

En un artículo anterior, empecé un recorrido por las páginas olvidadas de la resistencia peronista, ahora vamos con el capítulo II.  Así como a Córdoba de 1955 le quedó el titulo de “la Heroica” por ser el centro de la mal llamada Revolución “Libertadora”, a Rosario le quedó el titulo de la “Capital del Peronismo” . ¿Por qué?

Al sur de la ciudad cerca del frigorífico Swith Villa Manuelita, ostenta el titulo de “Capital de la Resistencia Peronista”. Allí en los primeros días de la sublevación septembrina un grupo de mujeres valientes improvisó con delantales blancos de obreras de la carne, un lienzo donde pintaron “Todos los países reconocen a Lonardi. Villa Manuelita no”.

Rosario lucha en las calles

Uno de los pocos registros de resistencia al golpe de 1955, es el de Rosario. El primero en reconstruir su lucha fue el resistente Juan Vigo en su libro “Crónicas de la Resistencia” de 1973. Más cercano en el tiempo la Fundación Villa Manuelita que preside mi amigo “Toto” Monserrat se ocupó de recoger testimonios de viejos resistentes, y Berta Temporelli escribió “Una piba peronista” con sus recuerdos de época.

No quiero afirmar que fue la única ciudad donde hubo resistencia desde el primer día. Diré que es donde existen más testimonios. El punto más álgido de las movilizaciones en Rosario se produce durante las jornadas del 23 y el 24 de setiembre de 1955. El diario La Capital de aquellos días no menciona los sucesos, y repite con insistencia titulares tranquilizadores (“Recobrase el orden paulatinamente”, “La situación en nuestra ciudad tiende a hacerse normal”), como quien intenta conjurar los días y las noches sin calma.

En cambio en la ciudad de Santa Fe, el diario El Litoral hace mención a que el Ateneo Universitario que orientaba el sacerdote Ernesto Leyendecker “pasó a la clandestinidad” para combatir al gobierno peronista y que los jóvenes del Colegio Santa Inmaculada salieron a las calles en “muestras de algarabía por el triunfo de la revolución”. Las vueltas de la historia hará que Leyendecker en 1967, participe del los sacerdotes del Tercer Mundo; en 1969/70 el Ateneo se convierta en el grupo originario de Montoneros de Santa Fe y el Colegio Inmaculada sea considerado “cuna de montoneros”. Pero en 1955, el estudiantado secundario y universitario de Santa Fe y Rosario era cabeza de lanza del antiperonismo.

El “colorado” Felipe Di Marco, rosarino y resistente, encuentra las claves del odio revanchista que asoló a la Argentina luego del golpe: “Había una clase que se había resentido mucho. Antes el pobre no entraba a una confitería del centro”.

Después del golpe la vendetta clasista no se hizo esperar: “Eran resentidos. Enseguida salieron los ‘chicos bien’ gritando por el centro: ‘¡Sirvienta 20 pesos!’. Los muchachos nos pusimos locos y fuimos a ver”. Y agrega cómplice: “¿Sabés la de biabas que dimos?. Claro, estos hijos de puta se identificaban con escarapelas, como queriendo demostrar que eran los únicos argentinos. A nosotros nos envenenaron, empezamos a salir a la calle”.

El “colorado” recuerda: “Venían las columnas, íbamos para el centro. En una de las manifestaciones que venía de zona norte, venía el flaco Coraza adelante, cuando llegan al túnel por Junín aparece el ejército y pone dos ametralladoras y el flaco Coraza, y dos muchachos más, se envolvieron con la bandera y le dijeron ‘tiren, van a matar a sus hermanos’. Y avanzamos, tiraron al aire, se levantaron y se fueron”. “Invadimos el centro”, rememora con emoción. “El pueblo se volcó a la calle. Fue extraordinario, salimos todos, hasta con los pibes chiquitos. En el centro nos tiraban con sifones desde algunos edificios. Había también francotiradores apostados, eran los comandos civiles”.

Francotiradores

Sobre francotiradores y estudiantes gorilas cuenta Berta Temporelli: “Una noche oí por primera vez la expresión “Comandos Civiles”. Recordaba mi padre que marchaban por calle San Martín hacia avenida Pellegrini, habían traspuesto 27 de Febrero cuando fueron atacados con armas de fuego desde un edificio. Estos ataques se repitieron en distintas zonas, ya que las manifestaciones de apoyo al general Perón surgían en toda la ciudad”.

“De regreso de una de sus salidas en bicicleta, escuché a mi papá contar, que junto a unos compañeros de trabajo, habían esperado agazapados a estudiantes universitarios que iban con cadenas, dispuestos a arrastrar el busto de Evita que estaba a la entrada de la Administración General de Puertos. Y ellos, armados con barras de hierro “los corrieron a fierrazos por el lomo”, haciéndolos desistir del intento.

Adelina Cardoso, hija de quien había sido presidente de la Unión Ferroviaria, contó la misma anécdota, nuestros padres habían estado juntos enfrentando a los comandos. (…) En Saladillo, Leonor de Tomé, una mujer pequeñita, muy peronista, logró retirar y guardar en su casa con la ayuda de algunas vecinas el busto de Evita que estaba, en avenida Lucero y Diana, antes que los gorilas lograran a cometer sus tropelías.”

“Mi mamá tenía un cuaderno de tapa negra en el que anotaba algo en compañía de alguna vecina, una clienta, que venían con una hojita de papel mientras cuchicheaban y se reían. Una tarde las escuché cantar con la música de Fumando espero: “Fumando un puro me cago en ‘Aramburu’”, y si se enoja también “me cago en Rojas”. Las letras eran todas adaptaciones de temas muy populares en los que se mofaban de los militares golpistas, los obispos... Había poesías escatológicas, “les dedico esta cagada a los contra en general”, “un sorete sin igual, seco, sólido y robusto/ a Alicia Moreau de Justo no le puede caer mal”, “cago a los hijos de puta que forman la oligarquía”... son los versos que recuerdo, todos de ese estilo…”

En el libro de testimonios compilado por Fundación Villa Manuelita se hace mención a los Comandos Civiles, organizados en Rosario con el nombre de D.A.D. (Defensa Activa de la Democracia) que dirigía el subinspector Avendaño y tenían su sede pegado a la Jefatura de Policía.

El D.A.D. era una organización parapolicial, integrada por activistas antiperonistas que tenían carta libre para hacer allanamientos, secuestrar y detener militantes peronistas.

En las jornadas de septiembre varios resistentes peronistas fueron baleados por los Comandos Civiles apostados arriba de las terrazas de la zona centro. Desde una terraza de Alvear y Córdoba balearon a dos jóvenes apellidados San Miguel y Vieytes. Desde el techo del Trust Joyero tiraban sifones (que en esa época eran de vidrio y explotaban como granadas). Desde el techo de Travesaro también disparaban y mataron un joven muy humilde cuyo nombre se perdió en el tiempo. En Mendoza al 4000 murió baleado el joven Minicuzzi.

La ciudad era patrullada por tanques e incluso helicópteros militares desde donde tiraban granadas de gases a las columnas que intentan llegar al centro. Dorita Fandy recuerda que en la calle Grandoli los tanques disparaban ráfagas, que mataron a la señora de Alarcon que se asomó por encima de un tapial. Los resistentes con viejas armas cortas, disparaban inútilmente contra tanques y helicópteros.

"El primer tetazo registrado fue en 1955, en Rosario, en el barrio Tablada, haciéndole frente a un golpe de Estado, y al grito de: ¡Perón! ¡Perón!"

Don José Mármol, el pecho a las balas

Don José Mármol, militante de la resistencia, con sus 86 años, todavía hoy no se pierde ningún acto de homenaje a la Resistencia. Suele mostrar con orgullo las marcas de las balas en su fatigado cuerpo.

Así cuenta su historia: “Alrededor de las cuatro de la tarde, las tropas venían por Ovidio Lagos (desde Rosario norte hacia el sur), tirando desde un camión. Yo había puesto a la mañana, en una columna de la esquina de Ovidio Lagos y 27 de Febrero (donde hoy están la Farmacia Kennedy y un bar), los estandartes de Perón y de Evita, grandes, justo donde paraba el tranvía 15. Entonces, volví a subirme a la escalera, me envolví con una bandera argentina y los esperé gritando: ¡Viva Perón, carajo; la puta que los parió!”. Me dispararon un balazo en el hombro derecho, cerca del cuello, y quedé tendido en la vereda. Cuando me quise levantar, vino un oficial y me dio un culatazo con su fusil que me destrozó el riñón derecho. Al ver que estaba gravemente herido, los soldados les ordenaron a mis compañeros que me subieran a la caja del camión, y quedé allí tirado, como una bolsa de papas. De mi herida en el hombro manaba mucha sangre”.

“Al llegar al Comando, me vino a examinar un oficial y cuando se me arrimó le escupí la cara. Me dio un puñetazo y ordenó mi traslado a la Asistencia Pública, en Rioja y Balcarce. Allí quedé internado e incomunicado. En mi casa creían que había muerto y recién se enteraron acerca de mi suerte a fines de noviembre, dos meses después, en que me blanquearon y pasaron al Hospital Español. Me operaron y me recuperé muy trabajosamente”.

Mujeres con pechos al aire: Villa Manuelita no se rinde

Escribe Berta Temporelli: “El primer “tetazo” registrado en el siglo XX fue con trapos celestes y blancos, protagonizado por mujeres que apenas cuatro años antes habían podido votar por primera vez en sus vidas, que hacía seis que habían logrado la patria potestad compartida, y que hacía menos de un año que habían conquistado la ley de divorcio. El primer tetazo registrado fue en 1955, en Rosario, en el barrio Tablada, haciéndole frente a un golpe de Estado, y al grito de: ¡Perón! ¡Perón!. Pasando el tanque de agua de Grandoli al 4000, las mujeres del barrio, y de otros barrios de ahí hacia el sur, formaron una columna y comenzaron a avanzar hacia el centro. Y frente a pelotones de soldados que habían sido movilizados desde Corrientes, que ya estaban parapetados para cerrarles el paso, se desprendieron sus blusas y los desafiaron. ¡Tiren!, les gritaron con los pechos al aire.”

En el libro “No me olvides. Memoria de la Resistencia Peronista” de Carulli-Caraballo-Cafiero-Charlier, se describe así:

Con el ajetreo, a una de ellas se le desabrochó la blusa y asomaron sus pechazos blancos apenas atrancados por el último botón de la cintura. Parece la imagen de la República Francesa enarbolando como bandera el delantal blanco de su hombre. En eso, giró su cabeza hacía la entrada de la villa y, dirigiéndose hacía un enemigo aún invisible, empezó a agitar al aire la ropa y a decir con fuerza, pero gravemente: ¡Vengan! ¡Tiren! ¡No le tenemos miedo! ¡Viva el general Perón! ¡Viva la compañera Evita!. La vorágine se había desatado. Ligadas por un acuerdo mudo, ancestral, comenzaron a bloquear las vías del tranvía con enormes piedras, levantándolas con una fuerza descomunal. ‘¡Villa Manuelita no se rinde! ¡Viva Perón! ¡Mueran los traidores! ¡Viva Evita! ¡No van a pasar!. Los gritos se entrecruzaban en diferentes lenguas, dialectos y acentos pero, juntos decían una sola frase ¡Viva Villa Manuelita!”

Llegaron los militares, se inició la represión. Por la calle Abanderado Brandoli avanza una formación de soldados que había llegado con la orden de tomar el tanque de agua.(…) La mujer del pecho desnudo comenzó a golpearse y dejaba surcos en cada gesto salvaje convertido en imán para el resto de las mujeres que empezaron a desabrocharse las blusas y a sacar sus pezones, únicas armas para defender la supervivencia. ¡Villa Manuelita no se rinde! ¡No hay libertad con hambre! ¡Evita vive! (…) de una casilla llevaron una pila de delantales blancos. Las mujeres empezaron a unirlos con alfileres, uno al lado del otro, hasta reunir varios metros de tela blanca. Sobre la bandera improvisada escribieron, con brea, bien clarito ‘Todos los países reconocen a Lonardi. Villa Manuelita no ’ (…) de la columna de jinetes, tres soldados se apearon y lentamente se acercaron al tanque. Venían con la orden de quitar la bandera que desafiaba al general rebelde. Las mujeres arrastraban a sus hijos pequeños que lloraban y los alzaban consagrándolos hacia Dios que, a lo mejor, estaba en el cielo: ¡Adelante..! ¡Mátenlos!…¡Asesinos!…¡mátenlos!…¡tiren cobardes!’ Los tres soldados se dieron media vuelta y volvieron corriendo. Dicen que uno iba llorando. Y Villa Manuelita, firme, no se rendía!”

Tiempo después Perón desde su exilio recordará: “…Rosario pasó a ser una especie de Capital política del peronismo. Por muchos meses conservé un volante donde los habitantes de una sufrida barriada obrera “Villa Manuelita” desafiaban al mundo con más o menos estas palabras: “Los Estados Unidos, Rusia, Inglaterra, reconocen a Lonardi. Villa Manuelita reconoce a Perón…”

Estas notas son un tributo, un homenaje a miles de hombres y mujeres peronistas cuyos nombres merecen tener un lugar en la historia grande de la Patria.

* Autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón

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Villa Manuelita y la resistencia contra la Libertadora
Villa Manuelita: la resistencia contra la Libertadora