Más allá de Montoneros: otras historias militantes del peronismo revolucionario

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Más allá de Montoneros: otras historias militantes del peronismo revolucionario

07 Julio 2020

Por Miguel Mazzeo

En las historias sobre la década del 70 en la Argentina, en particular en aquellas referidas al peronismo revolucionario, una organización es la que concentra el grueso de las miradas y la que apila la mayor cantidad de páginas: Montoneros. Su grado de influencia política, su desarrollo a nivel nacional, el hecho de haber protagonizado acontecimientos resonantes, verbigracia: el “aramburazo”, explican en buena medida su alta visibilidad. 

Pero Montoneros distó de ser la única organización del peronismo revolucionario. También las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y el Peronismo de Base (PB) constituyeron un vector importante en el seno de esta corriente. En las últimas décadas varios trabajos dieron cuenta de su historia.    
    
Pero hubo otras organizaciones del peronismo revolucionario que, tal vez con menos presencia historiográfica, hicieron su aporte militante a esa corriente y que, además, tuvieron el mérito de proponer interpretaciones muy ricas de la realidad argentina en general y del peronismo en particular, junto con la virtud de realizar propuestas teóricas, políticas y prácticas que lograron aunar radicalidad, lucidez y arraigo.

Es el caso del espacio político-militante del que da cuenta este libro y cuyo devenir transcurre desde la fundación del Movimiento Revolucionario Peronista (MRP), en 1964, pasando por la Juventud Revolucionaria Peronista (JRP), el Frente Revolucionario Peronista (FRP) el Movimiento Revolucionario 17 de Octubre (MR17) para terminar, en 1975, en la conformación del Frente Revolucionario 17 de Octubre (FR17). Una década intensa, rica, densa; inserta en una época signada por una áspera confrontación socio-política y, también, por el optimismo histórico fundado en una idea de la revolución que oficiaba como dadora de sentido a diversas praxis. En buena medida, la aspereza de esa confrontación era efecto de la presencia de un sujeto antagonista que contaba con sólidas posiciones materiales y simbólicas, y que, aunque heterogéneo, abrigaba enormes potencialidades transformadoras. Una década atravesada por debates sobre temas “grandes”, como la nación, el socialismo, la burocracia, la lucha armada, los límites y potencialidades del peronismo, entre otros asuntos de similar envergadura. 
 
En primera instancia, este libro viene a llenar un vacío historiográfico (por ende político). Estamos convencidos que será una fuente de consulta imprescindible para quienes pretendan conocer más y mejor nuestra historia ya no tan reciente.  

Gurucharri, Pérez, Fontana y Alfano (fallecida en 2015), los autores y la autora de este libro, fueron militantes (en algunos casos dirigentes) del espacio-político en el que ahondan. Concientes del valor de la experiencia vivenciada, hacen su aporte a la preservación de la memoria de una experiencia muy importante y no lo suficientemente conocida y reconocida. Una memoria militante relacionada con unos saberes políticos específicos. Saberes que, de algún modo, siguen presentes como cicatrices imborrables que no pueden ocultar los pliegues sucesivos. Los autores y la autora siempre supieron que el atesoramiento (en doctrinas, formulas o papeles) no es la mejor forma de disponer de esos saberes, siempre fueron conscientes del riesgo de convertirlos en adorno ideológico. Por eso resulta sumamente válida su propuesta de ponerlos a jugar (actualizados, traducidos) en las construcciones políticas actuales, por lo menos en aquellas que no abjuran de un horizonte transformador.

Los autores y la autora, no sólo aportan sus testimonios personales, sino que asumen el oficio de historiadores, historiadoras y cronistas. Rastrean periódicos especialmente, En Lucha, en cuyas páginas se puede seguir en detalle el derrotero de este espacio político durante toda una década. Reconstruyen un contexto histórico donde se destaca la creación de CGT de los Argentinos, el Cordobazo, la masacre de Ezeiza, etc., un tiempo de auge de masas y de crisis de dominación política. Se reconstruyen los perfiles de las figuras más emblemáticas del espacio: Gustavo Rearte principalmente. Junto a él aparecen Bernardo Alberte, Juan Carlos “Negro” Arroyo, Armando Jaime, Edgardo H. Lombardi, y muchos y muchas más. Pero también se rescatan personalidades que rondaban en sus vecindades: John William Cooke, Alicia Eguren, Jorge Di Pascuale, Raimundo Ongaro, Raimundo Villaflor, entre otros y otras referentes de nucleamientos distintos, pero dentro de la misma corriente. 

En el libro se alternan los capítulos que proponen un desarrollo histórico, con otros que presentan documentos; muchos inéditos y la gran mayoría muy poco conocidos. Entre los documentos, algunos resultan indispensables para cualquier historia del pensamiento político argentino: por ejemplo: “Violencia y tarea principal” de Rearte. 

¿Cuáles fueron los rasgos distintivos de este espacio en el marco del peronismo revolucionario? ¿Cuáles fueron, cuáles son sus aportes a una amplia y diversa tradición política emancipadora argentina? En primer lugar resaltan sus análisis profundos de la realidad, sus diagnósticos sobre el capitalismo dependiente argentino, su certera caracterización del peronismo y, algo mucho más importante: su praxis política concreta. En este aspecto sobresale el compromiso con las bases, la insistencia permanente en el “trabajo de masas”; la opción por los métodos democráticos y la participación de la clase trabajadora (y las clases subalternas en general) en el proceso político. Este compromiso fundará una posición preclara respecto de la lucha armada. En efecto, este fue uno de los pocos espacios del peronismo revolucionario que señaló, tempranamente, las inconsistencias del foquismo, los riesgos del militarismo, los graves problemas derivados de la costumbre de replicar los métodos bélicos del enemigo. Con esta predisposición, supieron dar cuenta de algunos de los aspectos defensivos de la guerra teorizada por Karl Von Clausewitz, o de los principios estratégicos de “aproximación indirecta”, más cercanos a B. H. Lidell Hart. 

De este modo, esta franja de la militancia revolucionaria supo aproximarse a un formato de la autoridad pensada y ejercida como servicio a la acción autónoma de la clase trabajadora. Esto es, la emancipación pensada como auto-emancipación. La política concebida más cerca de la idea de la contra-hegemonía que de la revolución permanente. En contra de lo que el entorno de la época auspiciaba se destaca una predisposición anti-vanguardista. Todo lo anti-vanguardista que se podía ser en aquellos años y hasta un poco más. 

Otra marca distintiva de esta franja del peronismo revolucionario fue su esfuerzo por fundamentar teóricamente la acción. Lejos del empirismo, pero con “cuadros” siempre atentos y atentas a los riesgos del teoricismo. Tal vez en el esfuerzo por pensar la política desde la materialidad (la inteligencia en situación), radica uno de los legados políticos más importantes de esta tradición política argentina. Luego, esa praxis política singular, fue dando forma a un perfil militante muy particular. Es decir: una especie de código en el seno del peronismo revolucionario. 

Entonces, otro sello de la corriente fue la calidad política y humana de sus militantes. Una autenticidad que surgía (y surge) de la negativa a habitar en el lugar de la “metaposición” y a convertirse en espectadores de sí mismos. Una autenticidad que es hija de la capacidad de vivir sin puntos de fuga hacia otra personalidad y que hace que cualquier bache teórico, cualquier error político, cualquier falencia estética, queden irremediablemente relegados y, sobre todo, opacados. Se trata de una autenticidad que protege del desatino. 

Vale decir que esta autenticidad, en algunos aspectos, está emparentada con la nostalgia, funciona igual que ella y no repara en las pequeñas fallas. De todos modos los autores y la autora no dejan de sincerar retazos de una autocrítica. La evocación (y la añoranza) de comunidades humanas excepcionales y de tiempos de vida plena no puede deshacerse tan fácilmente del dolor, la pérdida y la derrota. 

Este libro puede verse, también, como un homenaje necesario y justo a los compañeros y compañeras del MRP, la JRP, el FRP, el MR17 y el FR17. Porque propone un rescate de sus vidas, de sus intervenciones y de los valores que las sustentaron. También puede leerse –algo poco común en este tipo de literatura– como un reconocimiento a los y a las sobrevivientes; como la reivindicación de un modo de administrar una herencia militante basado en el esfuerzo por no intentar replicarla; pero poniendo siempre una cuota de dialéctica en el páramo que dejó la tragedia. Pero, sobre todo, no resignándose a los sujetos aligerados, a los lenguajes deslocalizados y a los modos gestionarios de la política.   

Subyace en este libro la celebración de una coherencia de fondo de quienes militaron en ese espacio. Una coherencia que se conservó inalterada en épocas nada auspiciosas y que resistió a todos los aparatos disciplinadores desplegados por las clases dominantes argentinas desde golpe de Estado de 1976, y desde antes también. Una celebración de la posición resistente. Coherencia con lo que alguna vez supieron ser. Una celebración que conlleva un repudio a todos los oficios miméticos. 

¿Existe una forma más digna de honrar la memoria?