Crisis en AFA: ¿Y si todo explota por el fútbol?

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Crisis en AFA: ¿Y si todo explota por el fútbol?

10 Febrero 2017

Por Diego Kenis

El gobierno de Mauricio Macri comenzó el 2017 con un osado desafío a las lógicas políticas elementales de un año electoral, crucial como pocas veces. Con la economía en baja hace varios meses, anunció nuevos tarifazos en los servicios públicos y sepultó la financiación en cuotas del programa Ahora 12.

Para contribuir al cóctel, el macrismo ratificó la finalización del Fútbol para Todos (FpT) el último día de 2016 y colocó a los clubes en una posición de sumisión ante las grandes cadenas foráneas, las únicas que podrían acercar dólares a la desesperante economía que casi todas las instituciones deportivas atraviesan por estas horas. Un año y medio antes, lanzado en campaña, el candidato Macri había negado la posibilidad de quitar el derecho al fútbol gratuito.

Tras casi dos meses de incertidumbre respecto a su continuidad, esta semana quedó confirmado que el interrumpido e interminable torneo de Primera División se reanudará en marzo próximo. En principio sería el 3, aunque algunos dirigentes dudan que se pueda llegar con los tiempos a ese viernes, dado que varios puntos pendientes recién se tratarán en la asamblea del 24 de febrero.

Más allá de esa duda, que retrasaría sólo algunos días el pitazo inicial, la confirmación de la vuelta del fútbol supone un escenario menos calmo de lo que a primera vista se observa. El retorno al campeonato no diluirá los efectos generados por las tensiones que el gobierno nacional desató sobre la dirigencia deportiva, en un entramado que entremezcla los intereses políticos con los económicos.

La finalización del contrato que unía al Estado con la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para la transmisión de los partidos de Primera por tevé abierta se combinó, en este caso, con el particular periodo político que vive la institución tras el vacío que dejó la muerte de Julio Grondona, que la presidió por tres décadas y media. A ello se agrega la implosión y posterior reconstrucción de la FIFA, cuyo nuevo mandamás Gianni Infantino buscó apoyarse en el primer antimacrista. Un tal Diego Maradona, que desde este jueves 9 ocupa un cargo que en lo simbólico lo convierte en el capitán de las glorias del fútbol ecuménico pero en lo político concreto lo vuelve el jefe de los embajadores de la entidad por el mundo.

 

Fútbol para Pocos

La ruptura del FpT dejó pendiente una rescisión que el macrismo amenazó con desconocer, para utilizarla como variable de presión en busca de sus objetivos: quitar tiempo y aire a los ya asfixiados clubes en la negociación con las televisoras, pero sobre todo llevarlos a aprobar un estatuto a la medida de los deseos de Casa Rosada. “Más lo segundo que lo primero”, dijo a esta AGENCIA un dirigente allegado a la vieja sede de calle Viamonte.

Las más enfáticas intenciones oficiales fueron, desde el comienzo, tres. El gobierno reconoció la primera de ellas en el insólito comunicado en que instó a los clubes a crear la Superliga, un punto de volátil consenso que recién se definirá en la asamblea afista del 24. La segunda, más subterránea, era dejar la puerta abierta a la introducción del sistema de Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), que convirtió a la española en la Liga más desigual del mundo. La resistencia pronta que expresaron varios clubes mostró el consenso social que existe contra ese punto específico. En Racing, que cuenta en su experiencia con el antecedente del desastroso gerenciamiento del macrista Fernando Marín, se llamó a un plebiscito en día de partido. El resultado porcentual fue de 98 a 2. No obstante, el macrismo puede conseguir que el renglón que circula en el borrador de estatuto, que recogió ya rechazos en varios clubes, sobreviva en la redacción final. No impondría el sistema pero no lo descartaría.

El tercer punto que interesa al gobierno no es el menos importante, y es el que más posibilidades tiene de concretarse: que el nuevo estatuto quite voto a los clubes de las categorías de ascenso e incluso a los peor colocados de la tabla de promedios de Primera. La medida no perjudicaría a ninguno de los cinco grandes, que no atraviesan hoy las delicadas situaciones deportivas de hace algunos años, pero sí resquebrajaría un armado político y geográfico de fuerte territorialidad e identificación con los colores perjudicados.

La primera oposición a este punto llegó desde uno de los autoproclamados candidatos a ocupar la presidencia de la AFA: Claudio Tapia, el titular de Barracas Central. Por su condición de dirigente del ascenso, el “Chiqui” hizo de la oposición al proyecto macrista una de las banderas de su candidatura. La cruzada llegó a su fin la semana pasada, cuando su suegro Hugo Moyano le pidió que renunciara a sus aspiraciones presidenciales. El caudillo de Independiente leyó el mapa incontenible desde sus décadas de experiencia: los dirigentes del ascenso y algunos de los de Primera respaldaban a Tapia, pero ya no tenían margen económico para subsistir sin el dinero adeudado por el macrismo.

De ese modo, es casi un hecho que la modificación se imprimirá en el borrador final. Sin embargo, existe un cálculo político que el gobierno parece no haber hecho. O que en todo caso omitió factores a considerar. La sumatoria de los cinco grandes puede habérsele vuelto ilusoria: en el Conurbano o en los mismos barrios capitalinos persisten identidades fuertes, mientras que en el interior del país los principales equipos de las provincias nuclean a buena parte de la población. En algunos casos, incluso, se comparte el sentimiento por una camiseta regional y otra histórica nacional. La identificación territorial y diaria, es obvio, la ofrece la primera.

 

¿Magnetto lo mira por tevé?

El segundo gran tema a resolver en el seno de la AFA no es menos problemático. En principio, porque no todos los dirigentes tomaron con agrado la ruptura del FpT, entendiendo que también pueden pagar un costo político por la eliminación de un derecho conquistado y/o que el gobierno puede pretender responsabilizarlos de la determinación, a través de fórmulas discursivas que ya padecieron los empleados públicos estigmatizados como ñoquis y los científicos presentados como banales y frívolos.

Sin embargo, la asfixiante realidad económica que comparten todos los clubes no dejó lugar a alternativa alguna, por lo que dedicaron el verano a esperar por las cadenas televisivas, que mostraron un interés voraz pero no demasiado generoso en dólares.

Las dos ofertas en danza provinieron de cadenas extranjeras, la Fox y ESPN. Ambas llevan a los televisores de nuestro país media docena de señales a través de las que ofrecen las cinco ligas principales de Europa y las copas Libertadores y Sudamericana. Las ofertas, que se medían entre sí, oscilaron entre los tres mil y los 3500 millones de pesos.

En principio, los números no sedujeron demasiado a los dirigentes. Principalmente, porque a la transmisión local la compra sumaría los derechos para emitir el fútbol argentino al exterior. Pero la urgente realidad de sus cajas pudo más y todo se derivó hacia regateos más cortoplacistas, como un adelanto de mil millones que pudiera suplantar el dinero que el Ejecutivo no giraba.

En la puja entre ambas cadenas estadounidenses, el gobierno macrista optó desde el principio por Fox. Entre otras cosas porque en su esquema encontraba contención el Grupo Clarín, a través de TyC Sports y del negocio del cable. La producción de contenidos y la distribución en los hogares son partes esenciales que Fox no maneja por sí. Como admitió en una nota promocional de La Nación el ejecutivo mexicano Carlos Martínez, “para nosotros tendría mucho sentido que fuera Torneos (quien se encargase de los contenidos) porque ya nos produce los partidos de la Libertadores”.

ESPN, sin embargo, no bajó su oferta y desde el gobierno se deslizaron presiones hacia los cableoperadores que no forman parte de los racimos de propiedades de Clarín. Los dirigentes afistas no lo saben con certeza, pero sospechan aprietes impositivos. Acaso porque los sufrieron en carne propia recientemente: en octubre de 2016, cuando el escenario actual se advertía inminente, la AFIP encontró súbitamente una deuda impositiva de los clubes por una masa de dinero que superaba los 1300 millones acumulados desde 2003.

La escena se mantuvo inmutable por semanas, con ambas ofertas televisivas en pugna, e incluso llegó a barajarse la posibilidad de que durante todo el primer semestre del año electoral la pelota no rodara oficialmente. El gobierno, constante en su ilógica osadía, no acusó recibo de esa presión.

Pero hubo algo que cambió por completo el escenario: la aparición de una tercera oferta, del consorcio internacional Consor, por unos 5700 millones de pesos. “Imposible de rechazar en una compulsa con las otras dos”, sentencian los dirigentes de AFA.

El Grupo Clarín empezó a verse fuera del negocio, sobre todo cuando comenzó a barajarse la comercialización a través de plataformas a demanda en línea, y esa pesimista percepción del pulpo comandado por Héctor Magnetto fue sugestivamente contemporánea a la aparición de las escuchas al presidente de Boca, Daniel Angelici, el operador judicial de Macri en los Tribunales porteños. Los audios se filtraron al canal TyC Sports, impactaron en una cobertura de Olé que incluyó los memes de las redes sociales y llegaron a Clarín. Por esos días, el diario deportivo llamó la atención al reproducir una entrevista de un rival declarado, Tiempo Argentino, al ex jugador de Boca Juan Cruz Komar. “En Boca había muchísimos gorilas”, era el título elegido entre las textuales del hoy Talleres de Córdoba, que entre otras cosas cuestionaba a la señal de cable TN y a los jugadores que repetían sus zócalos sin repensarlos.

En la calle Viamonte no se sorprendieron demasiado por el contenido de las escuchas a Angelici y enfocaron en lo había detrás de ellas. Sospechan que la lectura del Grupo fue que el gobierno hizo menos de lo que esperaban para garantizar su participación en el negocio que perdió en 2009 y ahora soñaba con recuperar, al menos en parte. El campeonato tiene al otoñal marzo como mes de reanudación. Con todos los elementos a la vista, resta despejar la incógnita de quién queda y quién no (además del futbolero que no pueda pagar) en el negocio del fútbol televisado. Va acompañada de otra pregunta: ¿se viene un Clarín despechado y opositor, en este 2017 electoral?