Intento de femicidio en Berazategui: ¿Cómo nos protegemos?

  • Imagen

Intento de femicidio en Berazategui: ¿Cómo nos protegemos?

01 Diciembre 2018

Por Romina A. Martínez | Licenciada en Psicología, feminista y trabajadora judicial

El último viernes por la noche, en Berazategui, un policía efectuó dos disparos a su esposa. Personal policial, comisario, que había sido denunciado por ejercicio de violencia desde el año 2014. En el último mes y medio la mujer, tras realizar una nueva denuncia, había logrado que se ordenara su exclusión de la casa que compartían en las inmediaciones de la ex fábrica Ducilo. Incumpliendo una orden judicial, y en presencia de sus hijas, efectuó dos disparos el mismo día que ella había iniciado los trámites de divorcio. Uno de los disparos habría generado graves lesiones a la mujer quien aún permanece internada. Un testigo habría observado cómo el imputado había subido a la mujer a los golpes a su auto. El comisario en cuestión quedó desafectado de la fuerza, es decir que no está en servicio activo, fue sacado de sus funciones y puesto a disposición de la justicia. La Fiscalía local caratuló la causa como “homicidio agravado por el vínculo y por haber mediado violencia de género en grado de tentativa, en concurso real con lesiones leves agravadas y desobediencia”.

Una relación de varios años atravesada por el ejercicio de violencia. Inevitablemente cabe preguntarse qué tipo de respuestas fue encontrando, o no, esta mujer en su trayectoria buscando una salida de una relación de estas características. ¿Hizo denuncias? Sí. ¿Fueron ordenadas medidas de protección para ella y sus hijas? Sí, pero ¿hubo efectivamente protección para ellas? Ni la exclusión, ni la restricción pudieron evitar los disparos.

No existe una medida que por sí sola garantice la protección de una mujer que atraviesa situaciones de violencia. Cualquier intervención aislada, sin controles periódicos, sin articulación interinstitucional resulta insuficiente. Trabajo interinstitucional que, en este tipo de casos, cuando el denunciado pertenece a una fuerza de seguridad, exige algún tipo de intervención/control desde el lugar de trabajo del victimario.

El caso aparece – escasamente - en los medios en el mismo fin de semana que se conmemora el de Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Fecha escogida para recordar a las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de la República Dominicana que fueron brutalmente asesinadas en 1960 durante la dictadura de Rafael Trujillo (1930-1961). Cercana a esta fecha tomamos conocimiento que los acusados del femicidio de Lucía Pérez fueron condenados por venta de drogas, quedando totalmente invisibilizada el terrible ejercicio de violencia sobre una piba de dieciséis años. En respuesta a ello surgen todo tipo de repudios, rechazos, broncas, asco, angustias, llanto, desconcierto, desamparo, desaliento, impotencia. Todo eso junto y cientos de preguntas.

¿Cómo proteger(nos)? ¿Cómo seguir acompañando este tipo de situaciones si no hay recursos de ningún tipo que garanticen una asistencia seria, integral y eficaces para las mujeres y niños y niñas que atraviesan situaciones de violencia? ¿Cómo no desanimarse? ¿Cómo no bajar los brazos? ¿Cómo seguimos? Nos organizamos, sí, salimos a la calle, gritamos, denunciamos, escrachamos, exigimos, presentamos proyectos, creamos espacios … pero en determinados momentos surge la sensación que nada de ello alcanza, nada es suficiente. ¿Entonces? …. entonces hay que darle lugar a la angustia, no negarla, hacer catarsis, gritar y llorar todo lo que necesitemos, solas, juntas, como podamos, donde podamos. Pasada la bronca, pasado ese momento crítico en el que queremos prender fuego todo, redireccionar la energía, colectivizar la rabia, organizarla y volver a empezar. Intentar una y mil veces hacer todo lo posible, y más, para que no haya más pibas muertas, para que no quede ningún caso impune. Resistir, juntarnos con otros y otras, cambiar las estrategias, seguir exigiendo lo que sea necesario, debatir, insistir, pelear para que se garanticen nuestros derechos, acompañarnos, seguir luchando, y nunca dejar de intentarlo. Porque como dice el médico y especialista en Psiquiatría Infantil Juan Carlos Volnovich: “Para muchos de nosotros, vencer es solo eso: intentar una y otra vez lo que deseamos”. Y nos deseamos vivas, libres y locas.