Poesía: “Por mano propia”, de Melina Alexia Varnavoglou

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Poesía: “Por mano propia”, de Melina Alexia Varnavoglou

29 Agosto 2021

Boris Katunaric dialogó con Melina Alexia Varnavoglou en agosto de 2019, al poco tiempo de salido su libro Por mano propia. Nos encontramos nuevamente con la autora en esta nota sobre esta poeta que se presenta, irreverente, como “sufridora ejemplar”, “trolla poética”, “kantiana con derecho a roce” o “cosplay de Susan Sontang” y que, además, es parte del colectivo “Quiero tomar una coca contigo”, grupo de poesía transfronterizo.

En Spotify podemos encontrar el EP vinculado a sus poemas, que reúne poesía y zonas sonoras titulado y que fue realizado por Melina junto al bajista Gabo Cuman. Estos Restos Planetarios generan un espacio singular con música, otras intervenciones sonoras (como las palabras entrecortadas de una mujer perdida en la galaxia), la voz de la poeta desfasada y una estética de ciencia ficción, a la que contribuye la tapa del fotógrafo Ariel Felman. “Con la música se exploran otras cosas del poema”, dice Melina.

El libro está dividido en tres partes: “El derecho al desastre”, “Por mano propia” y “Algunos barcos se construyen sólo para verlos quebrarse sobre la superficie”.

En “Algunos barcos se construyen sólo para verlos quebrarse sobre la superficie” encontramos personajes inesperados, como los pintores Paul Jackson Pollock, René Magritte, Polok o Joseph Turner y el confesado fanatismo de la autora por la pintura: “Tengo un poco de envidia a los pintores. Es un lenguaje más directo, con más cuerpo”, dice Melina. “Me interesan mucho ciertos cuadros y hago con ellos una écfrasis (representación verbal de un objeto artístico). Da Vinci hacía muchas écfrasis, en notas que acompañaban a sus bocetos. Me ha pasado con muchos cuadros, como los de Turner, sentir una emoción y querer expresarla”.

Destaca “lo que es crucial” por medio de personajes como Giordano Bruno, la Mona Lisa, La Gioconda, pintada por Leonardo da Vinci o la bióloga Sybila Merian, que también hacía grabados. “Sybila fue una entomóloga del siglo XVI. La descubrí mientras estudiaba Historia Cultural en la UNSAM, que es parte de la carretera de Filosofía. Cursé seminarios de Da Vinci y otro de Giordano Bruno. Entre estos personajes, tan interesantes para escribir, en Mujeres de los márgenes, de Natalie Zemon Davis, un libro que habla de tres mujeres del siglo XVI (una católica, una protestante y una judía) que consiguieron cierto tipo de emancipación, en sus contextos. Sybila Merian me pareció fascinante porque es una viajera, naturalista. Ella, a los cincuenta años, se separó del marido, se unió a una orden religiosa, comenzó a viajar y en América Latina descubrió especies mucho antes que Darwin”.  Una interesante mirada sobre esta mujer que, en una época tan atravesada por los cronistas religiosos y por los dogmatismos, se atrevió a recorrer y a dibujar lo que observaba.

La primera parte del libro “El derecho al desastre”, es una indagación profunda en el yo poético que también dibuja una época: “Es el pathos o el espíritu de cierta época. Como feminista, estoy atravesada por ello. Es no querer amoldarse a ciertas estructuras, tampoco formalmente, además de en la manera de vincularnos, al no aceptar ciertas prácticas machistas, pero también con romper con una violencia interna que tenemos las mujeres y otras identidades sexuales”.

Los poemas de esta parte fueron escritos en un periodo más largo, donde lo biográfico está más presente, así como su entorno más cercano, las amigas, el erotismo, los afectos, el desamor, los pensamientos, lo que le duele de la sociedad.

“También aparece allí Melina Romero, que tiene mi mismo nombre y fue víctima del femicidio. Fue en una época anterior al surgimiento del movimiento Ni una menos, no existía aún la línea 144 ni un índice de casos o políticas al respecto como hay ahora”. El poema comienza diciendo “Cuando muere una con tu mismo nombre”. Encuentra su nombre entre la lista de mujeres asesinadas, de la cual cualquiera podría ser parte y nos advierte de una lucha política contra una desigualdad que no cesa. “Pegadito a éste, está el poema consolaciones, que comienza con un acápite de Juana Bignozzi: siempre tengo una mano lánguida y caída/para que alguien baje de su gloria y la bese”, dice. Allí es donde proclama su derecho al desastre que da título a la primera parte.

“Gatas que lloran de noche”, el poema que cierra la primera parte, comienza con un acápite de Selva Casal que dice “Viví con las arañas, con ellas aprendí a asesinar”. Seguimos en la línea de la entomología, pero tomamos el camino de la violencia, una violencia que podríamos llamar justiciera, porque busca reparar simbólicamente una herida. “Este poema es muy querido también porque lo leímos en las jornadas de la vigilia por la legalización del aborto y fue incluido en el libro Martes Verde”, comenta Melina.

La violencia se narra poéticamente, en un juego armonioso de narrativa y lírica en la segunda parte “Por mano propia”, que da título al libro, en un solo poema, donde se concreta la venganza de una chica contra su abusador. Encuentra en la poesía un espacio simbólico para las mujeres y otras personas oprimidas que “tienen mucho de inenarrable”.

Los materiales para esta nota fueron tomados de la entrevista realizada en el programa Moebius, de Gerardo Curiá y Lidia Rocha

Maria Sybila Merian

 

A Gabriela Mitidieri

 

Tu papá calcaba flores de los libros de botánica

para ilustrar otros por encargo

todo el día la copia de la copia

la única mujer de cuatro hermanos

aprendiste a pintar antes que a leer

pero después que a rezar

escarabajos grabados en cobre

mariposas con acuarelas

y de adolescente devorabas a las orugas

¿quién dijo que las niñas le temen a los insectos?

 

A los 50 dejaste a tu marido y al convento

es más, te declaraste viuda

y partiste junto a la pequeña Dorothea

a la salvaje región de Surinam

-como toda divorciada querías

conocer Nueva York-

 

La Compañía holandesa era poderosa

pero a vos no te dio un peso

tus fines más que religiosos eran científicos

pero no por eso menos espirituales,

decepcionados por el mito del oro

rearmaron la tierra y plantaron todo de cañas de azúcar

vos afinabas la vista calibrando el pincel

el boceto un registro no tan colonial

paciente dibujabas alles,

 alles ganz wunderbar!

 

Como una hormiga bicolor te escabulliste

entre las indias negras y las piel roja

las viste abortar más hijos esclavos

con esa sangre regar los cultivos

y tender hacia el sol los brazos

tu tez blanca bajo el sombrero de paja

adoptó un gesto orgulloso

en paz cantabas cruzando el cañaveral

rumbo a tu choza

 

¿Aun leerías la Biblia? ¿Sería la misma tu fe?

Si ahí estaba la naturaleza toda

abierta como el pecho del mejor creyente

si viendo una tarántula renovar su exoesqueleto

finalmente lo entendiste

“Es esto Dios. Una destrucción”

 

De Holanda te reclamaban insistentes

Ahí seguía Graff, en la puerta del convento

recitando versículos

pero vos ya no eras María

tu Sybilla maravillosa cantó

 

Ni menos estabas sola,

además de Doro te volviste con Jacoba

la india que te mostró el manzano

y besó tu frente hervida

cuando esa peste del Sur te mató

 

Darwin nunca se enteró de tu existencia

aunque casi todo ya lo hubieses visto primero vos

pero ahora miro sin parar tus dibujos

hasta que mis ojos

alcanzan la blandura de la selva

 

Melina

 

Cuando muere una con tu mismo nombre

es extraño

no más grave

ni menos ajeno

pero algo detiene la mirada

unos minutos delante del titular.

Pesa más la página al pasarla.

Es como si no lo entendieras.

¿De verdad va a ser así?

¿Una foto, mi nombre, hipótesis al respecto?

¿Más fotos, otros nombres, teorías al respecto?

 

consolaciones

 

siempre tengo una mano lánguida y caída

para que alguien baje de su gloria y la bese

Juana Bignozzi

 

La gente pregunta

¿Cómo? ¿A vos? ¿Él a vos? ¿en serio?

y me hacen sentir un error

en la secuencia de lo esperable

un trofeo cayéndose de las manos del ganador

un crimen contra la belleza que yo vengo a representar

y finjo que me consuelan

pero en el fondo no para de molestarme

¿piensan que no puedo ser oscura?

¿que este cuerpo produce más placer qué demonios?

¿que mi amor no es capaz de arruinarlo todo?

Permítanme el derecho al desastre:

Yo no soy hermosa

No soy buena

Ni inteligente

Soy una chica luchando contra su corazón

interponiendo su corazón

al corazón de los hombres

como un escudo vano

pocas veces resulta

dura poco tiempo

y vista desde afuera

es aburrida la batalla.

 

Gatas que lloran de noche

 

Viví con las arañas

con ellas aprendí a asesinar

                              Selva Casal

 

Son como bebés

o el sonido de una sirena quedándose sin batería

si viviera en el campo

pensaría que es alguien

que sacrifica a un cerdo.

De cualquier manera, siempre son como cuchillos

y conmigo comparten

el grito celebratorio

de haber sido amadas

todas las noches

a la fuerza.

 

Mi primera idea de la violencia

ha sido ésa

un ser aplastando a otro

por el bien de la especie.

 

Al salir de casa, los mediodías

a veces las encuentro

y es como si nos reconociéramos

ambas tenemos ese signo marcial

la sombra gigante del macho

todavía sujetándonos

 

cuando cae la tarde

las acaricio

y les doy algo de comer

 

hago mal en sosegar sus cuerpos

en darles cariño

en recrear la paz

 

Debería enfurecerlas

sembrar en sus corazones

el odio y la resistencia

deberíamos librar

yo en la cama

ellas en los techos

la misma guerra

y un día finalmente

huir

 

Esa noche la luna

será lo único

sobre nosotras