Ana Navajas: “La escritura es como una enredadera que me invade”

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Ana Navajas: “La escritura es como una enredadera que me invade”

23 Febrero 2020

Por Analía Ávila

 

Estás muy callada hoy es la primera novela de Ana Navajas y fue publicada por  Rosa Iceberg a fines de 2019. Este sello nació en 2016 y sus editoras Emilia Erbetta y Marina Yuszczuk, hacen visibles las obras de autoras mujeres, lesbianas y trans, y hasta hoy tienen publicados ocho títulos.

La portada del libro con una foto de la autora realizada por Anita Bugni, y el texto de Pedro Mairal de la contratapa anticipan una voz en primera persona: “La narradora de este diario ficticio, o de esta ficción del yo, no encuentra su propio deseo. Es, a la vez, hija, esposa, hermana, madre de tres y huérfana. Pero, ¿quién es ella, ella sola, sin tener que ocuparse de nadie, ni del perro?” Esta pregunta recorrerá la novela y la narradora tratará de responderla o evadirla con silencios, titubeos, dolor y más preguntas.         

“(…) Me acostumbré a decir las cosas deprisa, y con el menor número posible de palabras, siempre con miedo de que los demás continuaran hablando entre ellos y dejaran de prestarme atención”, dispara el epígrafe de Natalia Ginzburg al comienzo de la novela. A tono con esta poética, Estás muy callada hoy tiene capítulos breves e intensos, con frases cortas e íntimas y otras también crudas y demoledoras, sin un orden cronológico. Ana, la protagonista, nos lleva y nos trae de su infancia en un pueblo del litoral hasta su presente en Buenos Aires, en un  vaivén por momentos vertiginoso y con imágenes y diálogos entrañables que  atrapan al lector y hacen que no pueda despegarse de la lectura.

El duelo por la muerte de la madre atraviesa toda la historia, la escritora reflexiona sobre esta relación y busca despegarse de ella, a veces con enojo y otras con humor. La mención de los diálogos de la familia dan el clima de lo cotidiano y recuerdan ese “léxico familiar” del que también habla Ginzburg, ese idioma que conforma un universo propio: “También hablamos de mamá, con naturalidad, como si no estuviera muerta. Intercalamos recuerdos comunes con frases venenosas, y con lo que hicimos hoy o ayer”. Y también narra Navajas: “En mi familia hay un desdén genético por la búsqueda de la felicidad. Algo en nuestro núcleo originario está fallado (…) Totona, mi abuela materna, cuando veía a cualquiera de sus nietos reírse decía: está contento, pobre infeliz”.  

Las canciones que se mencionan en la novela como un tema de Roxette, el jazz que escucha el padre, la lista de Spotify de Pedro, y también las series de TV, dan una temporalidad que también oscila entre su infancia y el presente, y nos ordena ese fluir cotidiano de palabras que, como dice la autora, conforman una reflexión sobre la propia escritura, así la trama del libro es: “estoy escribiendo esto”.

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Fractura, suplemento literario de APU, dialogó con la autora:

Resultado de imagen para ana navajasAgencia Paco Urondo: La novela empieza y termina con el tema de la muerte. ¿El duelo fue un disparador para empezar a escribirla?

Ana Navajas: La muerte abre y cierra la novela pero esa fue una decisión muy posterior. Fue como haberle puesto un tutor a una planta que crecía para todos lados.

APU: ¿Cómo fue el proceso de escritura y cómo trabajaste lo autobiográfico?   

AN: El proceso de escritura fue caótico, deshilachado, como una enredadera invasiva que hubo que ir podando. En ese proceso tomé de la realidad todo lo que me pareció interesante y después lo fui deformando, exagerando y sobre todo buscándole un sentido en la narración: lo que no me servía quedaba afuera.

APU: En tu libro hay muchas referencias a la lectura y a la escritura, ¿por qué te interesó mencionarlas?

AN: No fue deliberado pero creo que la novela terminó siendo, en un punto, muy reflexiva acerca de la propia escritura y lectura. Hay una explicitación de la situación de enunciación; el libro no tiene trama y entonces la trama es un poco: estoy escribiendo esto. Para mí la escritura es como esa enredadera de la que hablé antes, me invade y no lo puedo evitar.

APU: Las fotos recorren toda la novela, desde la casa Rolando Fotografía del pueblo hasta las selfies de las redes sociales, ¿tiene que ver con esa mirada que mencionás como "desde un segundo plano"? 

AN: No lo había notado, pero hay algo fotográfico en mi manera de escribir o por lo menos en la manera en que me gustaría hacerlo. Me gusta mucho mirar y saco muchas fotos. Sobre todo saco fotos mentales, todo el día. Una de mis fantasías es poder sacar fotos con solo pizcar los ojos y que vayan directo a un disco rígido en mi computadora, para volver a mirarlas todas las veces que quiera.

APU: ¿Cómo es tu relación con los talleres literarios y quiénes fueron tus maestros/as? ¿Podés contarnos acerca del taller que darán con Adriana Riva en Espacio Enjambre?     

AN: Soy súper fan de los talleres y no tengo ningún problema en proclamarlo. Siempre digo lo mismo: escribir es muy solitario, compartirlo en un taller no solo es útil para la propia escritura sino que es divertido, lo desdramatiza, me río un montón. Además soy muy desordenada: ir a taller me dio estructura. Pasé por muchos y de todos saqué algo. Acá va mi dream team: Santiago Llach, Pedro Mairal, Margarita García Robayo, Fabián Casas y Juan Forn.

La propuesta del taller que vamos a dar con Adriana Riva es plantear la escritura como una actividad más: así como algunos cocinan. o corren. o tocan el piano, otros escriben. No importa qué, ni cómo, ni cuánto, ni hacia dónde están yendo. Si escribís y escribís y escribís, todo eso termina apareciendo. La idea del taller es esa: ver qué aparece.

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Ana Navajas nació en Buenos Aires en 1974. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA y esta es su primera novela.